La “modernización” aprista de la política antiinflacionaria
Félix Jiménez
Economista ph.d. profesor principal de la PUCP
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Este es el resultado de la "modernización" aprista de la política antiinflacionaria. La lógica de este concepto impregna el último texto de Alan García La Revolución Constructiva del Aprismo: teoría y práctica de la modernidad. Se trata del adosamiento del supuesto cuerpo ideológico del aprismo a conceptos y políticas inconexos y aparentemente «modernos» que García resume como «programa económico de amplia apertura exterior y a las inversiones».
TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA "MODERNIZACIÓN" ANTIINFLACIONARIA
La historia de este proceso puede hilvanarse a partir de algunos hechos notables. Uno de especial importancia es el que ocurre en Uruguay durante las XXII Jornadas Anuales de Economía en agosto de 2007. En este evento, Julio Velarde, presidente del Banco Central (BCRP), le dijo a uno de los asistentes que la reducción de la meta inflacionaria de 2.5% a 2% y de los límites del rango de esta meta a 1% y 3%, se hizo para dar la señal al público que el gobierno de García está comprometido a lograr tasas de inflación bajas, distintas a las obtenidas en su primer gobierno.
Esta y las otras «modernizaciones» ocurren justamente cuando desde el año 2006 se invierte la tendencia ascendente del superávit externo, al reducirse drásticamente la contribución de la demanda externa al crecimiento económico (ver Cuadro y Gráfico). La razón: las políticas de «amplia apertura exterior» y de libre mercado que promueve Alan García y que apoyan Carranza y Velarde. Este último, al declarar varias veces su adhesión a una mayor flotación cambiaria, provocó el desarrollo de un proceso larvado de apreciación de la moneda nacional, que después se convirtió en un proceso especulativo abierto contra el dólar. Velarde «enfrentó» este proceso subiendo los encajes. Por su parte, el ejecutivo (MEF) efectuó dos rebajas arancelarias (en diciembre de 2006 y en octubre de 2007) que aceleraron el crecimiento de las importaciones.
En enero de este año el BCRP empezó bien cuando elevó su tasa de referencia de 5% a 5.25% para combatir el repunte inflacionario que en el año 2007 alcanzó la tasa de 3.93%. Por su carácter básicamente importado, la inflación no era un problema central, ni resultado de un supuesto sobrecalentamiento de la economía. Después se «innovó» la forma de combatirla con el incremento de los encajes, las reducciones arancelarias de octubre de 2007 y del 7 de marzo último, y la rebaja del Impuesto Selectivo al Consumo de Combustibles (ISC). Estas últimas fueron efectuadas por el MEF. El jueves pasado el BCRP elevó nuevamente los encajes y también aumentó la tasa de referencia a 5.5%.
Muchos instrumentos e instituciones entrometidas para un solo objetivo: abatir la inflación. Esta «modernización» de la política antiinflacionaria no ha impedido que la inflación de marzo sea casi el doble de los pronósticos ofíciales y oficiosos, y, lo que es más grave, ha provocado la pérdida de credibilidad del BCRP, único responsable de asegurar que no se desvíe de la meta. Como ya se ha perdido el control de las expectativas inflacionarias, los nuevos incrementos en los encajes, tampoco tendrán efectos antiinflacionarios decisivos. Lo que es peor, este enredo de políticas está conspirando contra el esquema de metas de inflación y la eficiencia de su regla de tasa de interés.
En realidad, el gobierno de García no quiere afectar el alto crecimiento económico combatiendo seriamente la inflación. Por eso adopta una rara mezcla de políticas y se empeña en dejar caer el tipo de cambio. El BCRP no compra dólares tan pronto su precio muestra signos de recuperación.
HACIA UN DESEQUILIBRIO EXTERNO CON INFLACIÓN
La tendencia al desequilibrio externo generada por las políticas aperturistas y la apreciación del sol, es ahora acompañada por el problema de la inflación. A pesar de la ineficiencia de los instrumentos utilizados para enfrenarla, el gobierno no decide frenar significativamente el crecimiento de la demanda interna. Así al origen importado de la inflación, le agrega la presión de demanda. Por su parte, las rebajas arancelarias y la caída del tipo de cambio, están agravando la tendencia al desequilibrio externo. Se está jugando con fuego en un contexto de desaceleración del crecimiento de la economía norteamericana.
El principal estímulo al aumento de la demanda interna (por producción nacional e importaciones) proviene del crédito doméstico al sector privado y es la demanda de este sector la que lidera el crecimiento. La demanda del sector público es irrelevante: explica solo el 9% del incremento de la demanda interna (ver Cuadro). Entre febrero de 2007 y febrero de 2008 el crédito de las empresas bancarias al sector privado creció, en moneda nacional, 49.4% (US$ 3 mil millones) y, en moneda extranjera, 34.8% (US$ 3, 613 millones).
Pero el crédito en moneda extranjera es el que aumentó espectacularmente con este gobierno. En el último año creció a una tasa cinco veces mayor que la registrada entre enero-2006 y enero-2007, porque el BCRP estimuló el aumento de los pasivos externos de corto y largo plazo de las empresas bancarias al elevar la remuneración al encaje en moneda extranjera de 2.5% a 3.5%. Entre enero de 2007 y enero de 2008, estos pasivos aumentaron en 332.3% (US$ 3,469 millones). El reciente aumento del encaje de 40% a 45% en moneda extranjera está en la dirección correcta, sin embargo no logrará frenar dicho crédito tanto como se requiere.
EL COSTO DE LA ESTRATEGIA APRISTA
El gobierno ha optado por la ruta conocida que nos lleva a una inflación azuzada por la presión de demanda y al desequilibrio externo. El costo de esta opción será muy alto si la recesión de los Estados Unidos origina una caída del precio de los minerales y/o una salida de capitales de las economías como la nuestra.
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