EN DEFENSA DEL GOBIERNO
Jurgen Schuldt
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Si bien los economistas no somos mejores que los meteorólogos o astrólogos en materia de predicciones, pensamos que –a quince meses de inaugurado el gobierno- disponemos de una serie de indicios que nos permiten vislumbrar con alguna certidumbre lo que nos depara el futuro. Para lo cual nos concentraremos en los supuestos articuladores y la visión económico-política que guía la gestión de la cúpula gubernamental. De paso aprovecharemos la oportunidad para respaldar al presidente contra toda esa turba de derrotistas y pájaros de mal agüero, como ha bautizado a quienes lo cuestionan y dicen que este gobierno no tiene rumbo.
En primer lugar, dado el marco de la apertura indiscriminada a la globalización procesada durante los últimos quince años, son concientes que en el mercado mundial no hay mucho más espacio para nosotros, ni como productores de bienes industriales o servicios intensivos en tecnología, ni tampoco como para especializarnos en mercancías intensivas en trabajo de la industria manufacturera o maquiladora. La irrupción de economías gigantes como China, India y Rusia a la mundialización, así como las demás del este asiático, así lo dictan, si palpamos su muy abundante fuerza de trabajo barata y calificada, su poder de negociación, su progreso tecnológico y sus dinámicas exportaciones de todo tipo.
Consecuentemente, no nos queda otra alternativa que asumir resignadamente nuestras tradicionales ventajas comparativas estáticas, las que obviamente radican en la exportación de recursos naturales, especialmente de los no-renovables, que han sido los más dinámicos durante el primer sexenio de este nuevo siglo. Esta modernizada modalidad de acumulación primario-exportadora resultó tan exitosa que el año pasado, del total de exportaciones de bienes por US$ 23.800 millones, representaron el 77,2% las ‘tradicionales’ y las minero-hidrocarburíferas el 69,2%.
Se entiende así porque los líderes del gobierno ya parecen haber tirado la toalla en sus originales intenciones de cambio responsable. Ahora son concientes que lo que requeriría el país para insertarse de otra manera en la globalización tomaría demasiado tiempo y exigiría configurar alianzas políticas harto complejas que hoy resultan imposibles y las reformas demorarían demasiado en madurar, especialmente si uno está desesperado por cosechar sus frutos inmediatamente. Lo que nos permite entender porqué no están adoptando aquellas políticas que permitirían conciliar las dinámicas de la globalización con la expansión del mercado interno, la integración productiva nacional en forma de clusters y una descentralización sin cortapisas. Es ese el caso de las inicialmente tan publicitadas e indispensables reformas del estado, de la educación, de la fiscal, de la laboral, de la carrera magisterial, del ordenamiento territorial, etc.
De ahí que todas las acciones estén dirigidas a alcanzar el ‘grado de inversión’, priorizando la inversión transnacional en minería y petróleo-gas, lo que también implicó la cancelación o congelamiento del Acuerdo Nacional, de los esfuerzos de concertación multisectorial, de las políticas industriales, del fomento de cadenas productivas, del fortalecimiento de la Comunidad Andina de Naciones, de la renegociación de los contratos mineros y petroleros, del estricto cuidado del medio ambiente, de la puesta en marcha de un poderoso complejo de Ciencia y Tecnología para la innovación y del CEPLAN, entre otros. Para lo que también resultaba fundamental ir hacia acuerdos de ‘libre’ comercio sin condiciones, condenar y perseguir a las molestas ONGs, respetar la estabilidad tributaria de las mineras, todas las que deberían pagar regalías. A cambio, se declara de ‘interés nacional’ una veintena de proyectos mineros... ¡entre los que se encuentra Majaz!
Y es que una apuesta por los minerales como eje de acumulación, que rinde frutos relativamente rápidos en materia de inversión extranjera, resulta más ‘realista’ en un país donde se pone la pala brota el mineral. Solo al sub-sector minero llegarán US$ 11.400 millones entre 2007 y 2014.Como esa estrategia exodirigida ya está en marcha y como ha mostrado sus éxitos, se deben haber preguntado, ¿para qué arriesgarse a cambiar el modelo inaugurado por Fujimori y que Toledo ya hacía rodar con piloto automático y a ritmo de crucero? Por añadidura, ese esquema de acumulación les garantiza el apoyo irrestricto, tanto de los organismos financieros internacionales (FMI, BM, BID) y de la gran banca de inversión transnacional, como del de las poderosas empresas transnacionales radicadas en ese sector minero-petrogasífero. Otro grupo de beneficiados, por más callados que estén, gracias al dólar barato y a la reactivación de la demanda interna que lo acompaña, están representados principalmente por los productores de mercancías ‘no transables’ (construcción, servicios, comercio, energía, telecomunicaciones, etc.) que se seguirán expandiendo considerablemente por la ‘enfermedad holandesa’ que los beneficia, así como a todos los grandes grupos de comerciantes importadores.
Ciertamente, la creciente revaluación del sol perjudicará a los exportadores agroindustriales y de las ramas transables de la industria manufacturera, que serán desalojados paulatinamente de sus espacios de reproducción por falta de rentabilidad. Algo que además será una realidad cuando las tan festejadas exportaciones ‘no tradicionales’ se encuentren frente a la infinidad de competidores –del subcontinente y del África- que lanzarán al mercado sus uvas, espárragos y cafés orgánicos, conduciendo técnicamente a una ‘competencia de fondo de pozo’. Y, ya que las importaciones serán cada vez más baratas, a lo que habrá que añadir la inconsulta reducción de aranceles y las consecuencias de los TLC que se vienen negociando, tanto aquellos como también el campesinado serán tenaces fuerzas de oposición y turbulencia sociopolítica, de las que también se colgarán las bases del partido del pueblo.
Naturalmente este esquema es socialmente excluyente y dará lugar a muchos más y mayores enfrentamientos y movilizaciones a nivel local y regional. Pero nuestros gobernantes confían en que esa vía de acumulación no solo permitirá alcanzar tasas sostenibles de crecimiento del 7 u 8%, sino que facilitará los abultados ingresos fiscales que necesitarán para distribuirlos entre los que tienen voz y para apagar otros incendios. Aunque con ello también se diluirá aún más nuestra democracia delegativa, que adquirirá un tinte cada vez más autoritario.
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Lima, octubre 24, 2007.
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