Escribe Alejandra Alayza Moncloa.
Socióloga.
El inicio de las negociaciones del Acuerdo de Asociación entre la Comunidad Andina y la Unión Europea (AdA CAN-UE) a finales de setiembre en Bogotá pasó casi inadvertido. Mientras que para la prensa y los negociadores peruanos se trata de un TLC más, las negociaciones con la UE, suponen un proceso complejo y sin precedentes que pone a los países andinos frente a dos retos centrales:
1. El reto de la posición andina. Se trata de una negociación que pretende reforzar los procesos de integración regional y por ello exige negociar como bloque andino, con una CAN debilitada y entre países con gobiernos que han definido estrategias de integración y comercio diferentes. Mientras Perú y Colombia, caminan juntos en fuertes procesos de liberalización comercial intensos con los TLC (en donde los compromisos ya asumidos con los EEUU, son los referentes negociadores para la relación con la UE), Bolivia y Ecuador han manifestado que no quieren firmar este tipo de acuerdos. Correa ha indicado expresamente que no negociará un TLC con la UE y Morales ha apostado por promover en esta negociación una perspectiva alternativa en pro de un comercio que reconozca las asimetrías y las necesidades de los países en vías de desarrollo, incluyendo la excepción de algunos temas. Sin mencionar la potencial reincorporación de Venezuela a la CAN.
En este contexto, definir consensos andinos se hace difícil. Los negociadores han acordado que la posición andina mostrará las similitudes y las diferencias existentes. Si bien esta fórmula permite superar el impase entre nuestros países, ya que incluye todas las posiciones, deja a los europeos el reto de manejar este problema en la aplicación diferenciada de compromisos. Quedando la pregunta de qué nivel de diferencia de posiciones andinas serán aceptados por la UE.
2. ¿Superar el formato TLC? El segundo reto es negociar no un TLC –al que están habituados nuestros negociadores–, sino un Acuerdo de Asociación, que apueste por reforzar una relación birregional que promueva la integración andina, y que incluya pero trascienda el enfoque comercial. Este, se basaría en tres pilares complementarios: el Comercial, el Diálogo Político y la Cooperación, que deben propiciar la cohesión social al interior y entre los países andinos. La cohesión social, ha sido un principio del proceso de integración europeo y ha generado interesantes mecanismos de inclusión entre regiones y países con distintos niveles de desarrollo al interior de la UE, que deberían ser referentes útiles para este proceso, tanto para la elaboración de posiciones andinas, como para la aceptación europea de dichas propuestas. Sin embargo, las experiencias de las negociaciones de la UE con México, Chile y la fracasada negociación con MERCOSUR, nos muestran que la aplicación internacional que hace la UE de este enfoque es restringida.
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