El Tipo de Cambio Mínimo Vital

miércoles, 17 de octubre de 2007


De la Enfermedad Holandesa y el Modelo Primario Exportador


Escribe Juergen Schuldt

Borrador







Debemos dejar de lado las teorías; (...) y olvidémonos de fundamentalismos que sólo son realidad en los libros”. PPK.


I

Fundamentalistas versus Heterodoxos

PPK contra el Klan de la Triple P




PPK, sin duda nuestro economista más lúcido, enterado e influyente, este domingo se lanzó –con la pierna en alto y la flauta en ristre- contra los economistas y analistas que califica con buen tono y mucho tino de “fundamentalistas y talibanes monetaristas”. Se refiere a esos “ilustrados quienes dicen que el tipo de cambio no afecta la competitividad. Esa afirmación no tiene sentido”. Y es que, en su opinión, “la tendencia a la fuerte revaluación del sol de las últimas semanas es peligrosa. Un tipo de cambio de S/. 3 por dólar es potencialmente catastrófico para nuestra competitividad internacional”, ya que “va a poner nuestra economía en el mortuario (sic), en posición horizontal y fúnebre” o, porqué no, hecha cenizas.


Consecuentemente, afirma PPK, de un lado, el BCR no debe seguir aumentando la tasa de descuento y la tasa de interés de referencia para enfrentar la inflación, ya que solo atrae más capitales golondrinos, y del otro “debe comprar hasta el último dólar sobrante. Sólo desenmascarando a los especuladores es que se les va a ganar el partido. (...). Es la única manera de evitar la sobrevaluación nociva de nuestra moneda. Debemos dejar de lado las teorías; miremos lo que pasa en los países económicamente exitosos de Asia, y olvidémonos de fundamentalismos que sólo son realidad en los libros” (“¿El dólar a 3?”, en Correo, octubre 15). Ha dicho y, curiosamente, no le preocupa el déficit cuasi-fiscal que se irá generando.


Con esas afirmaciones tan tajantes, seguramente se calentará aún más el debate entre los ‘teóricos’ ortodoxos, que quieren la libertad del mercado cambiario o un tipo de cambio de paridad de compra à la PPPK (acrónimo inglés de Purchasing-Power-Parity-Klan) versus los heterodoxos –a cuyas filas se ha integrado aparentemente PPK- que quieren evitar a toda costa una pérdida de competitividad sosteniendo o devaluando artificialmente el tipo de cambio (entre otras medidas).


Varios meses atrás, en una conferencia que ofreciera en AMCHAM (resumida en: “Dólar no debe bajar más”, La República, febrero 1, 2007), PPK argüía que "se debe evitar que el tipo de cambio durante este año llegue a caer a S/. 3.10". En su opinión "la clave es tener un tipo de cambio equilibrado”, por lo que, “para este año, el tipo de cambio de la divisa extranjera debería fluctuar entre S/. 3.20 y S/. 3.30, porque de bajar ese límite y aunque se hayan reducido los aranceles, los sectores exportador e industrial serían los más perjudicados”.


Como es evidente, seguramente por haber incinerado sus libros de texto, concentró su atención en el tipo de cambio nominal bilateral, más que en el tipo de cambio real bilateral o en el más significativo tipo de cambio real multilateral del PPPK (ese clan que está a favor de la paridad de poder de compra) de libro de texto. En ambos casos, como se desprende de la gráfica adjunta, ambos tipos de cambio reales estarían subvaluados en lo que va del siglo XXI vis a vis la década de los noventa del pasado. No habría, por tanto, mayor motivo para el reclamo de “exportadores e industriales”, ni siquiera por su evolución en los últimos años y meses para el tipo de cambio real multilateral (¡si no fuera por China y los demás tigres y dragones asiáticos!) y sí –desde 2003- para el tipo de cambio real bilateral. Evidentemente no es tan fácil redirigir las exportaciones del área del dólar a las de las monedas más fuertes de los demás continentes.



TIPOS DE CAMBIO REALES: BILATERAL Y MULTILATERAL, 1991-2007(Fuente: BCRP).




Desde esta perspectiva claramente anti-ortodoxa e interesadamente subversiva (que es también la de ADEX, frente a la ortodoxia -silenciosa frente a este tema- de COMEX), cabría preguntarse: ¿Qué es lo que PPK entiende por un tipo de cambio ‘equilibrado’? En las actuales condiciones, por lo expresado por el gran ex ministro, esa es una tarea que resulta algo difícil de desentrañar ya que rechaza toda teoría y porque en febrero decía que debería estar entre 3.20 y 3.30 soles por US$, con un ‘mínimo’ de 3.10 por dólar, mientras que anteayer le puso un piso de 3 soles al dólar.


De manera que parecería que su posición consistiría –al desechar la teoría establecida- en asignar y determinar los valores pragmáticamente, es decir, en términos de ‘economía política’ y, más concretamente, desde la perspectiva de ciertos intereses que parece estar defendiendo y que los señala muy claramente en la última cita: ¡hay que salvar a los sectores exportador e industrial! Como nuestro ídolo está muy cercano a estas fracciones del capital, debe entenderse que un tipo de cambio de 3.25 (por tomar el promedio de su banda) sería el de ‘equilibrio’, en el sentido que ese nivel les permitiría alcanzar –según la información o el feeling que debe haber recogido de esas fuentes- una tasa ‘normal’ de ganancia, mientras que 3 soles por dólar (hace 9 meses pensaba en 3.10) vendría a ser el mínimo debajo del cual tendrían pérdidas insostenibles. Este último dato consideramos que es un ingenioso invento de PPK (aunque no se si merecerá el Premio Nóbel por esta contribución) y que denominaremos ‘Tipo de Cambio Mínimo Vital” o de supervivencia para los exportadores, por más que traiga malos recuerdos... porque a los miembros de esa variante de la heterodoxia anti-fundamentalista no le gusta para nada la idea de un Salario Mínimo Vital. En este caso, ahí sí que parecería que los libros de texto son útiles y para nada “debemos dejar de lado la teoría”.



II


Enfermedad Holandesa


Pero vayamos a lo sustantivo. El problema con este tipo de discusiones en torno al tipo de cambio, que lleva meses de meses- es que no se tiene un diagnóstico adecuado del proceso de cambio de precios relativos que estamos atravesando y que efectivamente esta conduciendo a cambios sectoriales relativamente importantes. Si bien se reconocen algunos indicios de la potencial o efectiva revaluación del sol respecto al dólar (contra todo cálculo del BCR), con todas las dificultades que implica un ejercicio de esta naturaleza, nadie se da cuenta o quiere reconocer que estamos siendo contagiados paulatina pero consistentemente por el clásico Virus de la Enfermedad Holandesa (VEH; no confundir con el VIH).


Una solitaria voz, la de Humberto Campodónico, el darling predilecto de los chicha-neoliberales, ha fundamentado muy bien el asunto en un reciente artículo en La República (“Enfermedad Holandesa en el Perú“, octubre 8) y que aquí desarrollaremos algo más. Lo hacemos porque incluso el Ministro de Economía lo ha ‘rebatido’ señalando que para nada estamos contagiados por el VEH: “Ese no es el caso de nuestro país; la economía peruana viene creciendo a tasas muy fuertes, este año en 8%” (Gestión, octubre 11). No sabíamos que porque crecemos a altas tasas no tendríamos una EH, cuando la experiencia histórica muestra que precisamente se crece mucho más con esa enfermedad que sin ella (no todo virus nos obliga a acostarnos y guardar reposo para siempre.. algunos nos ponen eufóricos).


Bien debe saber el ministro y cualquier economista que todo depende del peso relativo del efecto ‘reasignación’ (de factores de producción) vis a vis el efecto ‘gasto’ (de los ingresos incrementados) que ejerce el VEH, en que este último está resultando mayor al primero en el Perú, por lo que la economía crece a pasos agigantados. En otras palabras: hay que comparar el impacto del síndrome sobre los sectores transables, con lo que se puede dar una ‘desindustrialización’ y una ‘desagriculturización’, frente al efecto positivo que el boom externo ejerce sobre la producción de bienes y servicios no transables. En nuestro caso estos últimos se han expandido más de lo que se han desacelerado los primeros.


Los gráficos que siguen presentan otro tipo de cálculo para obtener el TCR y que nos parece reflejan algo mejor la realidad de la sobrevaluación del sol y el inicio de esta nueva EH. Se trata de un índice que resulta de la división del índice de precios al consumidor de los transables entre el de los no transables (utilizando el IPC de Lima-Metropolitana). En el primero de los diagramas, que se extiende de enero 1992 hasta el momento actual, se observan claramente dos etapas; una tendencia a la sobrevaluación del sol (en –18,5%), desde el principio de la serie (117,4) hasta junio de 1998, en que llega a su nivel mínimo (95,7); y, de ahí en adelante, se devalúa levemente por un año para mantenerse prácticamente constante hasta mediados del año pasado.


Y, siguiendo el segundo gráfico, desde junio de 2006 hasta ahora se ha vuelto a sobrevaluar, si bien muy levemente en 2,1% (al pasar de 101,1 a 99,0). Es ese, sin duda, el inicio de la nueva enfermedad holandesa que habrá de ejercer su impacto en forma cada vez más profunda, aunque nadie sepa ni pueda pronosticar si será tan grave y prolongada como la que experimentamos en el quinquenio 1993-1997.





¿Por qué se está revaluando el sol respecto al US$? Aunque estos factores son bien conocidos, nada se pierde repitiéndolos rápidamente. Básicamente porque, por definición, la oferta de dólares viene creciendo más que la demanda por ellos; es decir, porque por el lado de la oferta: gozamos de un flujo positivo de billetes verdes por la balanza comercial positiva, a pesar de que las importaciones vienen creciendo más que las exportaciones de bienes (que se están expandiendo más por precios que por quantum); está ingresando a buen ritmo la inversión extranjera directa (aunque las ganancias que se remiten afuera también vienen creciendo sorprendentemente); y las remisiones de nuestros compatriotas desde el extranjero siguen siendo sustanciales.


A ello se añade que los que ahorraban en US$ están cambiando sus portafolios a soles, al igual que los inversionistas institucionales (como las AFPs). Asimismo, la reducción de la tasa de referencia de la FED en medio punto porcentual (de 5,25% a 4,75%) y las percepciones de que seguirá bajándola los próximos meses en un cuarto de punto (junto con la tasa de descuento), ha reactivado las Bolsas de Valores por el alza del precio de nuestros metales (con una onza de oro que amenaza llegar a los US$ 900 a fin de año), como por la tendencia de los capitales picaflor a ingresar a nuestra economía por el diferencial de tasas de interés (5% es la tasa fijada por el BCR, el que afortunadamente se decidió a no subirla más, como se temía hace una semana). Finalmente, también los narcotraficantes están ejerciendo una mayor presión hacia la baja del tipo de cambio, dado que ahora se ven obligados a ‘importar’ más dólares para la misma cantidad de producción y compra (que, por lo demás, también está creciendo): Recuerde que la oferta de dólares de parte de los narcotraficantes es de pendiente negativa (hipótesis planteada originalmente por Daniel Schydlovsky), de manera que la cantidad ofertada de US$ aumenta con la revaluación nominal del sol respecto al dólar.


Si bien parte importante de estas tendencias se debe a factores reales y financieros, ligados a la balanza de pagos y al sector financiero, va creciendo también aquella relacionada con las expectativas y percepciones de los agentes económicos. Téngase presente que la caída del tipo de cambio nominal está entrando en una especie de cascada autopropulsada, con lo cual también la economía se ‘solizará’ cada vez más, incluso exponencialmente. La caída relativamente acelerada –para nuestros tiempos- del tipo de cambio nominal lleva así a una especie de huayco psicológico, cuyos flujos se van acumulando y tomando cada vez más fuerza por inercia, como consecuencia del efecto manada y las profecías autocumplidas: como cada vez más personas e instituciones se deshacen de sus dólares, los demás le siguen la corriente incrementando la demanda de soles (como en el concurso de belleza de Keynes, cada vez más agentes económicos coinciden con la misma foto). Este proceso se refuerza, además, por las –ciertamente muy ingenuas- expectativas positivas a futuro de las grandes fracciones del capital y de los segmentos A y B de la población, tanto por la inminencia de la aprobación del TLC con EEUU, como por la catarata de inversiones minero-hidrocarburíferas que se están anunciando o realizando (aunque recién maduren en 4 o 5 años). De esta manera se contagia con virulencia el VEH y el BCR tiene que ejercer cada vez más sus artes de convencimiento y de venta de divisas para evitar la exagerada e inevitable ‘volatilidad hacia abajo’ del precio del dólar en nuestro mercado.


A fin de cuentas, sin embargo, los indicadores de la infección por el VEH ya están presentes en el país y lucirán bastante más transparentes en los próximos trimestres (siempre que no se desate una recesión en EEUU y/o una guerra proteccionista y/o devaluatoria entre las grandes potenciales del orbe):


  1. Baste comparar el crecimiento económico entre el segundo trimestre de este año con el mismo del año pasado: El PIB viene creciendo a niveles altos (7,5%), como consecuencia del hecho de que los sectores ‘no transables’ vienen expandiéndose a ritmos espectaculares, especialmente la construcción (20,1%), la industria manufacturera no primaria (13%), en que las PYMES que fabrican para el mercado interno juegan un papel central, el comercio (8,7%%) y la electricidad y agua (10,1%). En cambio, los transables –básicamente las ramas productivas del sector primario- han crecido muy poco: agro (1,2%), pecuario (2,5%) y pesca (0,4%), así como la industria procesadora de bienes primarios (1,7%).

  2. Las importaciones han comenzado a dispararse, especialmente las de insumos, marcando tasas de crecimiento que son superiores a las de las exportaciones de bienes (la inconsulta y apresurada rebaja de los aranceles, pretendidamente anti-inflacionaria, atizará esa tendencia aliviando en algo la presión sobre el tipo de cambio).

  3. El empleo está aumentando, no así las remuneraciones (básicamente porque el efecto reasignación al sector minero-hidrocarburífero es mínimo), pero la masa salarial se ha expandido, con lo que el consumo privado está marcando tasas de expansión superiores al PIB.

  4. La recaudación fiscal ha llegado a niveles récord, resultado del boom exportador y desde mediados del año pasado multiplicado por la expansión interna. Con lo que el gasto público de consumo y, sobre todo, el de inversión –aunque esté clientelarmente teledirigido- tiene amplios espacios multiplicativos.

  5. Más aún, punto que no se ha resaltado lo suficiente, es que el auge de la demanda interna (el efecto-gasto) a que ha dado lugar el boom de divisas también se debe al hecho que la nuestra aún es una economía altamente dolarizada, lo que –ante una revaluación nominal del US$- potencia los efectos ‘naturales’ de la enfermedad holandesa. Y es que los agentes económicos endeudados en US$ (o que tienen ahorros en esa moneda) se ven tremendamente beneficiados en esa coyuntura, ya que sienten (variedad del efecto riqueza) que se les está ‘liberando’ soles para otros gastos (a no ser que adelanten el servicio de sus deudas), tanto para el consumo (las familias), como para la inversión (las empresas). Paralelamente este proceso los ‘anima’ a endeudarse más. Son éstos, a mi entender, dos de los factores más importantes que han permitido –junto con las aún bajas tasas internas de interés- expandir el consumo y la inversión privadas.

  6. La inflación subyacente está comenzando a aumentar, tanto por el hecho que no se pueden esterilizar todos los dólares que compra el BCR (este año ha adquirido algo más de US$ 7.000 millones y, en parte por ello mismo, la emisión primaria se ha expandido en 25%), como por los primeros cuellos de botella que van surgiendo a efectos de la expandida demanda efectiva.

  7. En correspondencia con los factores anteriores, también las tasas de interés están tendiendo lentamente al alza. La tasa preferencial corporativa ha aumentado paulatinamente desde julio pasado, trepando en medio punto porcentual desde junio (estaba en 5,20% entonces y desde comienzos de año, la más baja en años), ubicándose hoy en 5,70%.




III

Visiones :hacia el mediano plazo



La Enfermedad Holandesa se puede percibir como un fenómeno de corto o mediano plazo, al final de la cual –cuando los precios internacionales y los quantum exportados vuelven a sus niveles ‘normales’- tiene que ejercerse un necesario y forzoso ajuste para regresar a la tendencia pre-boom. Lo que es consecuencia del hecho que durante la existencia del VEH se expanden exageradamente los sectores no transables, el gasto público, los salarios en estos sectores, etc.


Pero también se puede interpretar este fenómeno de la EH como uno de transición o profundización del esquema primario-exportador de acumulación, que es nuestra hipótesis predilecta de trabajo para el caso peruano. Es decir, como los dos gobiernos anteriores, aunque con este más claramente, los dirigentes políticos y sus aliados de las fracciones dominantes del capital han llegado al convencimiento que el futuro del Perú –dado el contexto de la nueva división internacional del trabajo, más que por los altos precios de los recursos naturales- debe estar dirigido concientemente a profundizar y extender la especialización en la producción de materias primas, específicamente minero-hidrocarburíferas. Y esto es así, porque supuestamente el espacio que nos queda para especializarnos en bienes de alta tecnología y/o intensivos en trabajo se ha desbaratado durante las últimas décadas, sobre todo por el ingreso dinámico de productores de menores costos y más eficientes, tales como los países de Europa Oriental, Irlanda, China, Vietnam, India y los Tigres Asiáticos, entre muchos otros.


Esa creencia –bastante justificada- permitiría explicar porque se ha abortado una serie de proyectos que parecía iban a materializarse por parte del actual gobierno que, en principio, iba a seguir políticas socialdemócratas. Es decir, han botado fuera de borda el Acuerdo Nacional, los esfuerzos de concertación multisectorial, las políticas industriales, la generación de clusters y cadenas productivas, una revisión del TLC y de las regalías, etc. En cambio, todas las acciones –aparte de chiches políticos necesarios para morigerar temporalmente conflictos sectoriales o regionales domésticos- están dirigidas a alcanzar el ‘grado de inversión’, pero a partir de la priorización de la inversión transnacional en minería y petróleo-gas. Ello le daría sostenibilidad a la economía y, eventualmente, por el financiamento proveniente del canon y las regalías, también permitiría asegurar endeblemente la ‘paz social’.


Se trataría, por tanto, de una decisión aparentemente sensata frente a la imposibilidad el país de competir en el mercado global sustentado en mercancías intensivas en tecnología, con rendimientos crecientes a escala, de alta diversificación y demás (aunque algunos nichos seguramente serán aprovechados) o, en el otro extremo, intensivos en fuerza de trabajo. Y eso es así porque han tomado conciencia que las reformas que requeriría el país para insertarse de esa manera en la globalización tomaría demasiado tiempo y exigiría alianzas políticas complejas que hoy resultan imposibles. Lo que evidentemente es el caso con las -para ello indispensables- reformas del Estado, de la Educación, de la Fiscal, de la flexibilización del mercado laboral, etc., que toman demasiado tiempo físico y político en adoptarse y, sobre todo, en madurar. En cambio, una apuesta por los minerales rinde frutos relativamente rápidos y por más ‘malditos’ que puedan resultar los recursos naturales (según la hipótesis de la Paradoja de la Abundancia) resulta más ‘realista’ en un país donde se pone la pala –en economía- brota el mineral, paralelamente al clásico del donde se pone el dedo –en política- brota la pus.


En pocas palabras, parecería que las próximas décadas viviremos, más que una enfermedad holandesa creciente, una profundización del modelo primario-exportador, que obviamente no promete mucho de inclusión social y sí mucho de expoliación económica. Como lo señalara hace unos años Richard Freeman (ilustre profesor de la más ilustre Universidad de Harvard):


De lo que he aprendido de mi viaje, deduzco que cualquier estrategia de crecimiento debe ser construida alrededor de la gran fortaleza del Perú: sus recursos naturales. (...) Una de las cosas más inquietantes que aprendí durante mi vistita fue que el Perú ha firmado con empresas mineras internacionales acuerdos de largo plazo que significan que la expansión en la demanda y el alza de los precios de los recursos naturales del país beneficiarían desproporcionadamente a esas empresas. Esto sería un desastre para el desarrollo peruano, ya que eliminaría la mejor ventaja que tiene el país para el desarrollo. (...) si el nicho peruano en la economía global y su senda al desarrollo yacen en el uso de estos recursos para mejorar la capacitación laboral y el bienestar y desarrollo de la industria interna con considerables encadenamientos hacia atrás que generen oportunidades de negocio y trabajo en otros sectores (...), el país no puede darse el lujo de que la mayor parte de las ganancias vaya a empresas extranjeras, a menos que estas empresas inviertan el dinero en el Perú. Si yo redactara contratos, requeriría que estas empresas invirtieran una proporción grande de sus ganancias en el país... y les permitiría repatriar las ganancias de estas segundas inversiones, pero no de las ganancias provenientes de los recursos naturales en sí” (“En Busca del Nicho del Perú en la Economía Global”, en Juan Chacaltana, Miguel Jaramillo y Gustavo Yamada, eds., Cambios Globales y Mercado Laboral Peruano: Comercio, Legislación, Capital Humano y Empleo. Lima: Universidad del Pacífico, 2005; pp. 62-63).





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