PPK contra el Klan de la Triple P
Escribe Juergen Schuldt
Ver 2
En opinión de PPK, nuestro economista más lúcido, enterado e influyente, la fuerte apreciación del sol en las últimas semanas es peligrosa y potencialmente catastrófica para nuestra competitividad internacional, porque ésta puede conducir a nuestra economía , en posición horizontal y fúnebre, al mortuorio. Quizás, por esta razón, con la pierna en alto y la flauta en ristre, se lanzó contra todos los economistas y analistas, a los que con razón y mucho tino calificó de fundamentalistas talibanes monetaristas, que dicen que el tipo de cambio no afecta la competitividad.
Afirma PPK, de un lado, que el BCR no debe seguir aumentando la tasa de interés para enfrentar la inflación, ya que esta política solo atrae más capitales golondrinos, y que esta institución debe comprar hasta el último dólar sobrante, pues sólo desenmascarando a los especuladores se puede ganar el partido y evitar la nociva sobrevaluación de nuestra moneda. Opina también que debemos dejar de lado a las teorías, mirar lo que hacen los exitosos países de Asia, y olvidar los fundamentalismos que sólo son realidad en los libros de texto. Tampoco parece preocuparle el déficit cuasi fiscal que su propuesta puede generar.
Con estas tajantes afirmaciones, se integra PPK a las filas de los economistas que quieren evitar a toda costa una pérdida de la competitividad internacional sea sosteniendo o incluso depreciando artificialmente el valor del sol peruano. Se oponen a este proyecto, los miembros del pérfido Klan de la Triple P, un grupo que busca extender la libertad del mercado cambiario con una paridad regida por la paridad del poder de compra .
Pero vayamos a lo sustantivo. El problema con este tipo de discusiones en torno al tipo de cambio, es que no se tiene un diagnóstico adecuado del proceso de cambio de precios relativos que estamos atravesando y que efectivamente está conduciendo a cambios sectoriales de transcedental importancia. Se puede interpretar este fenómeno como uno de profundización del esquema primario-exportador de acumulación. Es decir, como los dos gobiernos anteriores, aunque con éste más claramente, los dirigentes políticos y sus aliados de las fracciones dominantes del capital han llegado al convencimiento que el futuro del Perú –dado el contexto de la nueva división internacional del trabajo, más que sólo por los altos precios de los recursos naturales- debe estar dirigido concientemente a profundizar y extender la especialización en la producción de materias primas, específicamente minero-hidrocarburíferas. Y esto es así, porque supuestamente el espacio que nos queda para especializarnos en bienes de alta tecnología y/o intensivos en trabajo se ha desbaratado durante las últimas décadas, sobre todo por el ingreso dinámico de productores de menores costos y más eficientes, tales como los países de Europa Oriental, Irlanda, China, Vietnam, India y los Tigres Asiáticos, entre muchos otros.
. Esa creencia –bastante justificada- permitiría explicar porque se ha abortado una serie de proyectos que parecía iban a materializarse por parte del actual gobierno que, en principio, iba a seguir políticas socialdemócratas. Es decir, han botado fuera de borda el Acuerdo Nacional, los esfuerzos de concertación multisectorial, las políticas industriales, la generación de clusters y cadenas productivas, una revisión del TLC y de las regalías, etc. En cambio, todas las acciones –aparte de chiches políticos necesarios para morigerar temporalmente conflictos sectoriales o regionales domésticos- están dirigidas a alcanzar el ‘grado de inversión’, pero a partir de la priorización de la inversión transnacional en minería y petróleo-gas. Ello le daría sostenibilidad a la economía y, eventualmente, por el financiamiento proveniente del canon y las regalías, también permitiría asegurar endeblemente la ‘paz social’.
Se trataría, por tanto, de una decisión aparentemente sensata frente a la imposibilidad el país de competir en el mercado global sustentado en mercancías intensivas en tecnología, con rendimientos crecientes a escala, de alta diversificación y demás (aunque algunos nichos seguramente serán aprovechados) o, en el otro extremo, intensivos en fuerza de trabajo. Y eso es así porque han tomado conciencia que las reformas que requeriría el país para insertarse de esa manera en la globalización tomaría demasiado tiempo y exigiría alianzas políticas complejas que hoy resultan imposibles. Lo que evidentemente es el caso con las -para ello indispensables- reformas del Estado, de la Educación, de la Fiscal, de la flexibilización del mercado laboral, etc., que toman demasiado tiempo físico y político en adoptarse y, sobre todo, en madurar. En cambio, una apuesta por los minerales rinde frutos relativamente rápidos y por más ‘malditos’ que puedan resultar los recursos naturales (según la hipótesis de la Paradoja de la Abundancia) resulta más ‘realista’ en un país donde se pone la pala –en economía- brota el mineral, paralelamente al clásico del donde se pone el dedo –en política- brota la pus.
En pocas palabras, parecería que las próximas décadas se una profundizará el modelo primario-exportador, que obviamente no promete mucho de inclusión social y sí mucho de expoliación económica.
Publicar un comentario