La hipótesis totalitaria/ Sinesio López
Una situación asfixiante. En el Perú se está desarrollando un clima político que poco a poco se va tornando irrespirable: la intolerancia. Lo más grave de todo esto es que, al parecer, los vientos irrespirables provienen desde la cúspide del poder. Es necesario hacer un inventario de estas muestras de intolerancia para saber qué las explica, cómo se transforman en políticas represivas y a qué régimen nos conducen.
Casi desde los inicios del gobierno de García se produjo el zarpazo contra las ONG a las que, siendo organismos privados que persiguen fines públicos, se las consideró como si fueran instituciones público-estatales, violando la ley, para intervenirlas y arrebatarles sus funciones de control y fiscalización del poder del Estado. Un segundo momento se produce cuando García descalifica a sus críticos llamándolos aves de mal agüero, comechados y otras lindezas por el estilo. Luego viene el intento de criminalizar las protestas con el claro objetivo de desactivar los movimientos sociales que expresan su descontento con el gobierno y sus políticas.Simultáneamente se amenaza a los presidentes de las regiones que acompañan las protestas con la cárcel y el desafuero. Inmediatamente se propone y se aprueba una medida permisiva a la PNP y las FFAA sobre el uso de las armas, bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, pero apuntando claramente a los movimientos sociales de protesta.
Si se analizan con atención los artículos de García sobre el perro del hortelano, ellos no solo proponen un modelo rentista de desarrollo y algunas estrategias y políticas para impulsarlo sino que conllevan también una propuesta autoritaria para hacerlo políticamente viable. Esta propuesta autoritaria implícita se puede traducir, a la larga, en persecución política contra todos los perros del hortelano que, según el propio García, asumen diversos pelajes: toda la sociedad, los intelectuales críticos, los comunistas, los movimientos sociales, los pobres mal informados, etc.Es probable que la saga periodística de García culmine con un último artículo cuyo título puede ser: El perro del hortelano en prisión.Se está llegando al delirio. El Presidente alienta el desafuero de un presidente regional que no ha cometido delito alguno, sino que solo ha expresado, con apasionamiento, una enorme confusión mental pues no sabe bien si quiere hacer de Puno un país independiente, un estado federal o una región autónoma. Se acusa de actos de terrorismo a un grupo de estudiantes que hacían coordinaciones políticas con organizaciones similares de otros países, principalmente con Venezuela. Los representantes del gobierno y alguna prensa, sin mirarse al espejo, se escandalizan y los acusan de recibir financiamiento del extranjero porque Venezuela les habría pagado los pasajes, como si eso configurara un delito. Entre ellos figura una persona que ha estado presa por terrorismo, pero que salió libre por disposición del PJ. Cumplida su condena nada le impide desarrollar actividades propiamente políticas que no sean, obviamente, terroristas. Se acusa a organizaciones sociales y políticas de pretender organizar una Cumbre Social paralela a las Cumbres Oficiales. En estos tiempos de globalización y de internacionalizació n de las acciones, coordinaciones y decisiones políticas se acusa a las Casas ALBA de injerencia y de violación de la soberanía nacional. Como todas estas acusaciones no llegan a configurar delitos, se trata de vincularlas al terrorismo.
¿Qué explica todo este itinerario? Hay, sin duda, factores personales, emocionales y sociales. García es un devaluado caudillo autoritario que se siente, no un Presidente, sino un filósofo-rey que cree que todas sus sabias inspiraciones tienen que positivarse y convertirse en propuestas legislativas y en leyes. Pobre del que se opone: puede ser acusado de pájaro de mal agüero, perro del hortelano o terrorista. Es probable también que todos los que cortan el jamón hoy tengan un enorme temor de perder el control de la situación política y social, pese a lo bien que les va, según ellos, en el manejo de la economía. Y quizá lo que más les asusta es que se rompa la continuidad de la bonanza y los privilegios en el 2011. Hay que acabar, por consiguiente, con la oposición política y social y con sus líderes o, al menos, silenciarlos.Lo más grave de todo esto es que las intolerancias y los úkases del Presidente deben ser asumidos por las instituciones del Estado como si fuesen órdenes superiores. Más aún: aquellas instituciones estatales autónomas que no entran en este jueguito perverso pueden ser debilitadas y sometidas por la cúspide del poder. Es posible que se inicie entonces la cacería de brujas desde diversas instituciones del Estado. Si eso se concreta, el Perú y los peruanos tendremos enfrente o, lo que es peor, encima un régimen totalitario. Aún lo podemos evitar.
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