Sinesio López Jiménez
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Supongo que el estado de ánimo de García fluctúa según los resultados periódicos de las encuestas de opinión. Aunque ponga buena cara a los malos tiempos políticos, la depresión lo debe carcomer por dentro desde hace más o menos un año cuando la desaprobación ciudadana comenzó a ser mayor que la aprobación. Pero también debe gozar con pequeñas alegrías cuando Lima, la conservadora, le inyecta optimismo de vez en cuando con dos o tres puntitos de incremento en la aprobación limeña. Es evidente que la relación de García con las clases populares, pobres y muy pobres es mala y será cada vez peor. La relación, en cambio, con los ricos y las clases medias acomodadas es de cuchi-cuchi. Es probable que los mimos de los satisfechos y muy satisfechos (tienen el estómago y los bolsillos llenos) le levanten el ánimo y compensen en algo su depresión, su frustración y su mal humor. ¿Qué explica estos diferentes estados de ánimo de la población?. La explicación hay que buscarla en los desempeños desiguales de García en el campo económico, en el socio-cultural y en el político. En el campo económico le va bien, pero en el social y en el político le va mal y hasta pésimo. ¿Por qué le va bien en el campo económico?. Aunque la inflación nos roba algunos soles del bolsillo, las razones positivas son varias: Inversiones crecientes de los monopolios, oligopolios y grandes empresas, ligero incremento del empleo y de los ingresos en las zonas donde se produce esa inversión, altas tasas de crecimiento relativamente sostenido desde Toledo en adelante, aumento de la tributación sin reforma impositiva (debido a la bonanza económica), incremento de la demanda interna y desborde loco del consumismo en esas mismas zonas. ¿Este éxito es obra de García?. No. Sucede que la economía de mercado es gobernada, como ha dicho mi amigo Rafo León, con una imagen feliz y precisa, por un piloto automático desde Fujimori en adelante. En la economía no tenemos presidente: tenemos un piloto automático. Si algún mérito tiene García en este campo para los sectores A y B es reprimir sus deseos de reemplazar al piloto automático. Los sectores acomodados premian los deseos reprimidos de García.
En el campo social y político, que debieran ser su campo privilegiado por afición y profesión, García ha mostrado una incapacidad sorprendente. Como es normal, eso produce malestar y descontento en la mayoría de la población. El itinerario de la desafección de los gobernantes con los gobernados ha sido descrito y analizado con mucha claridad por Juan Linz, profesor de la Universidad de Chicago, examinando la manera como se quiebran las democracias. La cosa comienza con la falta de eficacia de los gobernantes para tomar decisiones que resuelvan los problemas más importantes de la gente (empleo, precariedad del empleo, ingresos bajos, desigualdad creciente, pobreza y extrema pobreza, corrupción), sigue con la incapacidad de hacer efectivas las pocas decisiones que se toman (fracaso del shock de inversiones, incapacidad del gasto público, incuria en la reconstrucción del sur, etc), viene luego la inevitable protesta social y, con ella, la desaprobación y la pérdida de legitimidad de los gobernantes. Este es un primer aviso de los ciudadanos. Si los gobernantes persisten en el error, entonces viene el huaico: crisis de gobernabilidad del país y amenaza de quiebre de la democracia. Todo este itinerario de desafección puede terminar en la caída del gobierno o en el reequilibramiento del mismo. García ha recorrido ya la mitad del camino de Damasco.
Lo que sostengo es que, para evitar la caída, García está ya apostando al reequilibramiento, pero no le interesa el reequilibramiento democrático, promoviendo el empleo de calidad y un salario digno, introduciendo una política distributiva por el lado de la reforma tributaria, desplegando agresivas políticas de desarrollo de capacidades (educación y salud), reorientando sus políticas de lucha contra la pobreza, respetando los derechos de los ciudadanos y de los trabajadores, evitando la criminalización de la protesta social. Por el contrario, García está intentando organizar un reequilibramiento autoritario con el apoyo de la derecha, del fujimorismo, de los cavernícolas mediáticos, de los grandes empresarios, de las FF.AA. y con el visto bueno del mundo, especialmente de Europa. Con este fin busca resucitar el terrorismo y convocar a todos los miedos del pasado. Como no puede o no quiere reelegitimarse por medio de las políticas sociales y las medidas democráticas, busca hacerlo por medio del terrorismo y del autoritarismo, dos hermanos enemigos. Mismo Fujimori. Espero que el Viejo Continente, después de haber vivido las peores experiencias totalitarias, rechace los experimentos fascistoides de García. Destino trágico el de nuestro país: Mientras más crece la economía, más aumenta la desigualdad y la pobreza, sobre todo en la sierra y en la selva. Esto es lo que genera lo que llamo el mal de García: Mientras más crece la economía, más impopular se vuelve o, lo que es lo mismo, mientras más lo aman los ricos, más lo detestan las clases populares y pobres.
Publicado el 12/05/08 por slopez | Categoría: Artículos Periodísticos | Visto 17 veces |
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