El dólar barato y el perro que aprendió a no comer
José Oscátegui A., Profesor Dpto. de Economía PUCP
“Así como la sobrevaluación daña al crecimiento, la subvaluación lo facilita. Para la mayoría de países, los períodos de alto crecimiento están asociados con monedas subvaluadas”
Dani Rodrik
El tipo de cambio real es un precio fundamental en cualquier economía1. Nos indica el precio, en moneda doméstica, de nuestras importaciones y el precio, en moneda extranjera, de nuestras exportaciones. También influye sobre la relación de precio entre nuestros productos transables o comercializables en el mercado exterior y nuestros productos que solo se venden al interior o no transables. Es por esto que puede servir de asignador de recursos en una economía de mercado, favoreciendo o dificultando el desarrollo de actividades extractivas o haciendo lo mismo para la producción de manufacturas. Por esto mismo, también afecta significativamente la balanza comercial: un dólar caro desalienta las importaciones, en particular, las de bienes de consumo y de lujo, y facilita las exportaciones, en particular, de bienes manufacturados; un dólar barato alienta las importaciones y pone en desventaja a la producción industrial.
El tipo de cambio no se determina en el mercado como el precio de la papa, como creen algunos. Casi todos los países del mundo, en particular los más grandes como EEUU, la Unión Europea, China, Japón, tienen formas de intervención para obtener una relación entre sus monedas que siempre es distinta a la que el mercado por sí solo determinaría. El tipo de cambio es un precio demasiado importante como para dejar que sólo el mercado lo fije.
El tipo de cambio tampoco es un instrumento para combatir la inflación, aunque algunos parecen creer que sí lo es.
La evidencia empírica para países en desarrollo, muestra que hay una relación negativa entre el dólar barato (tipo de cambio sobrevaluado) y el crecimiento e industrialización, y positiva para el dólar caro. Esto es válido para todas las experiencias recientes de crecimiento en los países emergentes, incluida, por supuesto, China. Es cierto que el tipo de cambio real, por sí solo, no hace milagros de crecimiento, pero estos no ocurren con tipos de cambio sobrevaluados. Un tipo de cambio subvaluado podría beneficiar indebidamente a la extracción de materias primas, pero esto puede ser corregido con medidas fiscales.
En el corto plazo, tal como está en el gráfico, la experiencia peruana desde comienzos del 2007 muestra una cercana asociación entre la apreciación del tipo de cambio multilateral (también el bilateral) y la creciente reducción del superavit comercial, y parece mostrar que no son hechos aislados.
Por esto, cuando una alta funcionaria del gobierno, ante la pregunta de un periodista, aceptó que los exportadores “deben acostumbrarse a un dólar barato”, me hizo recordar al ciudadano que quería que su perro se acostumbrara a no comer. Puso tanto empeño que el perro aprendió a no comer, el único inconveniente fue que cuando ya había aprendido murió de inanición.
1 Rodrik, Dani The Real Exchange Rate and Economic Growth: Theory and Evidence, August 2007.
Frenkel, Roberto and Lance Taylor Real Exchange Rate, Monetary Policy and Employment, February
2006.
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