José Oscátegui A.
Profesor del Departamento de Economía, PUCP
Hace ya diez años, en 1998, en base a la evidencia procedente de una diversidad de países, Dani Rodrik publicó un trabajo en la prestigiosa revista especializada Journal of Political Economy, de la universidad de Chicago. El título, traducido al castellano, es ¿Por qué las economías más abiertas tienen Gobiernos más grandes?. En él, Rodrik muestra la evidencia a nivel internacional que existe, sobre la relación entre la apertura de la economía y el mayor tamaño del Gobierno y, además, la explica.
Esta relación debe parecer imposible a muchos, pero, tal como lo muestra Rodrik, es más bien una solución óptima. La explicación tiene que ver con la incertidumbre y el riesgo al nivel de actividad económica doméstica que acompañan a la apertura comercial y financiera, y el rol atenuador de ese riesgo que cumple el gasto y la acción del Gobierno.
Las diversas crisis financieras internacionales han mostrado que la apertura financiera crea riesgos, y la actual crisis económica internacional, entre otras, muestra que la apertura comercial también genera riesgos. El trabajo de Rodrik sostiene que, en este contexto, el gobierno es un estabilizador y puede cumplir mejor este papel cuanto mayor sea su tamaño.
La evidencia trabajada por Rodrik muestra que “la relación entre apertura y gasto del gobierno es válida también para el consumo público y no sólo para las transferencias…”. Es decir, que el Gobierno cumple su papel de reducir el riesgo que enfrenta el país debido a la apertura comercial, consumiendo, demandando, comprando a las empresas y no sólo con el gasto que acá llamamos “social” y que consiste en algunas transferencias directas.
Nuestros propugnadores de un Gobierno pequeño sostienen que los riesgos externos que enfrentan los países pequeños deben ser diversificados por medio de la participación en los mercados financieros. Pero la evidencia muestra que eso no se consigue a plenitud ni siquiera en los países desarrollados.
Rodrik encuentra que siendo cierto que la apertura conduce, en países desarrollados y en países en desarrollo, a un mayor gobierno, la forma en que este actúa difiere según el tipo de país. En los países desarrollados el gobierno gasta más en seguridad social y bienestar que en consumo gubernamental. Sin embargo, en países en desarrollo la acción del gobierno, para atenuar el riesgo, reposa en un amplio conjunto de instrumentos, entre los que se encuentra también el empleo público. Como dice Rodrik (la traducción es mía),
“…también hay otras implicaciones con respecto a la relación entre mercados y gobiernos. Ellos son, a menudo, vistos como sustitutos. Toda acción del gobierno que no sea la producción de bienes públicos, ley y orden, y derechos de propiedad, es vista como enemiga del mercado. La integración internacional de los mercados es vista como debilitadora de la efectividad, a nivel nacional, de la acción del gobierno. Lo que presentamos en este trabajo… sugiere que hay un grado de complementariedad entre mercados y gobiernos…En verdad, los gobiernos se han expandido más rápidamente en las economías más abiertas…Parece que los gobiernos han buscado mitigar la exposición del país al riesgo incrementando la parte del producto doméstico que consumen”.
Muchos de los que asumen ser pro-mercado en Perú, consideran que la máxima ampliación del mercado sólo puede ocurrir con la reducción del Gobierno a su mínima expresión. El texto, poco conocido, de Rodrik muestra que el mercado dejado libre conduce a resultados indeseables, pero que las economías funcionan mejor si junto a la ampliación de los mercados se amplía el rol del Gobierno en la economía, en la demanda, en el consumo de la producción doméstica y en el empleo. Este es un tema importante a la luz de la discusión sobre la reforma constitucional.
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