Farid Matuk
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El día de ayer, un colega me solicitó la incidencia de la pobreza extrema por regiones, la cual se puede obtener a partir de las sumarias publicadas por el INEI, con la salvedad que nadie conoce como se llegaron a dichos valores. Los resultados que obtuve están disponibles en Internet[1].
Hecha esta salvedad, conviene recordar que la línea de pobreza extrema es un artefacto teórico de nulo valor práctico, como hace cuatro años lo comuniqué oficialmente a Palacio de Gobierno[2]. Y por ello se recomendó dejar de utilizarlo como herramienta de políticas públicas.
De manera simple, en 2007, la incidencia de la pobreza extrema a nivel nacional es poco menos de la mitad de la incidencia del déficit calórico, en otras palabras, poco mas de la mitad de la gente que no consume las calorías mínimas para vivir lo hace porque no quiere, porque de acuerdo a la línea de pobreza extrema tiene el dinero necesario para comer.
Y el caso de Lima es totalmente patético, de acuerdo a la línea de pobreza extrema, solo el medio por ciento no tiene el dinero para comer, es decir 1 de cada 200 limeños. Pero al medir cuantos limeños efectivamente no comen lo necesario para vivir esto se transforma en 33 de cada 200. Como en el caso nacional, estos son hechos contra intuitivos, que no pueden ser insumos de políticas públicas.
Por ello utilizar la línea de la pobreza extrema como un indicador sólido de las carencias alimenticias de los hogares es simplemente erróneo, quien lo hace, o peca de ingenuo o peca de cínico.
[1] http://groups.yahoo.com/group/MacroPeru/files/Pobreza_Oficial_06_07.doc
[2] http://groups.yahoo.com/group/MacroPeru/files/Memo_Palacio_20040721.pdf
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