Reforma Financiera y Crisis

martes, 17 de agosto de 2010



Germán Alarco Tosoni
Investigador CENTRUM Católica

Hace tres semanas se aprobó el nuevo marco regulatorio para el sistema financiero en los EE.UU. La noticia fue importante, pero no tuvo la suficiente repercusión nacional. Estas reformas son un paso positivo para la economía estadounidense y mundial. Comprenden un conjunto vasto de temas que, sin lugar a dudas, limitan la posibilidad que se vuelva a generar otra nueva crisis como la detonada en el 2008. Las modificaciones generan muchas enseñanzas, que ojalá se repliquen, en nuestros países: mayor defensa de los usuarios financieros, nuevas reglas de operación y más regulación en áreas antes olvidadas. Sin embargo, no contribuyen directamente a superar la crisis actual, cuyas raíces trascienden al ámbito financiero.

La denominada acta para restaurar la estabilidad financiera americana consta de trece programas. El primero consiste en crear una oficina independiente de protección al usuario del sistema financiero. La segunda establece un consejo de supervisión que procura la estabilidad del sistema financiero, evitando riesgos sistémicos. En tercer lugar se limita el tamaño y la complejidad en las operaciones, diferenciando entre los bancos y las otras instituciones financieras. Se establecen claras líneas de responsabilidad en la supervisión bancaria, monitoreo de las aseguradoras y se fortalecen las capacidades e independencia de la Reserva Federal en la supervisión de grandes empresas financieras.

Se crea un marco regulatorio para la operación de instrumentos financieros derivados y de los fondos de cobertura que operan recursos de particulares. Se constituye una oficina y establece regulaciones para las empresas calificadoras de riesgos, que asignaron notas positivas a malos instrumentos financieros. Se condiciona la compensación de los ejecutivos a la aprobación de los accionistas y la mejora del gobierno corporativo. Se crean sistemas de recompensas para evitar fraudes financieros. Se obliga a que los creadores de instrumentos financieros retengan parte del riesgo.

Este conjunto de medidas alejan la posibilidad de formación de burbujas apoyadas por el sistema financiero, y que luego estallan. Sin embargo, no elimina la factibilidad de otras modalidades de crisis. Tampoco son una salida a la reciente desaceleración del nivel de actividad económica mundial. La recuperación requiere más demanda interna a partir de una mayor preocupación por el empleo, que se active un cambio tecnológico incluyente en mano de obra y una redistribución del ingreso hacia los que tienen menor poder de compra (En: La Primera, 13/8/2010, p.10).


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