Escribe Alan Fairlie Reinoso
En el mensaje presidencial, se planteó la necesidad de mantener el crecimiento y reducir la pobreza al 10%, lo que debería hacerse en un plan para el bicentenario. El objetivo es plausible, la cuestión es si se puede alcanzar manteniendo la estrategia en curso.
- Supone que hemos logrado avanzar sustancialmente hacia una economía que apoya la adaptación y desarrollo de ciencia y tecnología, intensiva en conocimiento y capital humano en bienes y servicios, y exportaciones. Esto significa que un poderoso Ministerio de Ciencia y Tecnología lidera un proceso de avance en distintos sectores y regiones, con presupuesto adecuado.
- Necesitaríamos una economía que explote racionalmente sus recursos naturales, dándole valor agregado, buscando prioritariamente el bienestar de la población y que la renta de su exportación tuviera una distribución más equitativa.
- Tendríamos que haber avanzado en el uso óptimo de nuestra biodiversidad, con una gestión que tenga como criterio fundamental el desarrollo sostenible. Esto implica promover y difundir consumo en el mercado interno de productos de la biodiversidad nativa, así como su exportación a nichos de mercado.
Se requiere un Estado fuerte y ágil con los suficientes recursos financieros derivados de una mayor presión tributaria que no se base fundamentalmente en inequitativos impuestos indirectos. Estos deberían ser suficientes para garantizar un rol promotor del Estado, políticas sectoriales compatibles con la normativa OMC, una cartera de proyectos de inversión pública en infraestructura y una adecuada política social y redistributiva.
- Supone un país que ha consolidado macro-regiones transversales, con una completa descentralización y con mecanismos institucionales (nacional-regional) de gestión idóneos.
- Deberíamos haber completado una fase de consolidación de cadenas productivas y de clusters de bienes y servicios, exportadoras o no. Una política de promoción y desarrollo agropecuario y territorial, una política de fomento y desarrollo de la micro, pequeña y mediana empresa, incluyendo un componente exportador.
El Perú tiene actualmente un modelo primario-exportador excluyente, las más bajas tasas de inversión per cápita en investigación y desarrollo, práctica inexistencia de políticas sectoriales y de promoción, baja recaudación tributaria y Estado débil, apertura extrema y desproporcionados beneficios y privilegios de la inversión directa extranjera, pobreza y desigualdad significativas. Los recursos naturales están desnacionalizados, hay un abandono de la biodiversidad nativa, y la política del “perro del hortelano” augura nuevos conflictos.
Avanzar hacia un mayor rol protagónico en Sudamérica, que corresponda a nuestra historia y condiciones, no puede hacerse con la actual estrategia. No podemos cifrar nuestras esperanzas en una coyuntura internacional favorable, y tampoco pensar que solo falta un poco más de política social. Hay que mantener una economía abierta y competitiva y no volver a estrategias proteccionistas que fracasaron en el pasado. Pero, mantener la estrategia actual o insistir en la política del “perro del hortelano”, no es el camino. Si el gobierno hubiera implementado estos años lo que propuso en el plan de gobierno, con el que ganó las elecciones, habríamos avanzado en la dirección correcta.
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