Germán Alarco Tosoni
Investigador principal CENTRUM Católica
El actual gobierno central entregará, en menos de un año, la posta a su sucesor. Los procesos electorales regionales y locales están en marcha. Es hora de ponernos a trabajar en detectar, dimensionar y comenzar a pensar sobre cómo se hará frente a las inercias y las bombas de tiempo, negadas oficialmente, que probablemente nos heredaría esta administración. El legado preliminarmente incluiría, en positivo, una baja inflación, más exportaciones tradicionales, una alta disponibilidad de reservas internacionales y finanzas públicas más o menos equilibradas. En dirección contraria, los pasivos comprenderían una economía más desarticulada, desigual y un Estado débil. Es adelantado comentar la dinámica del PBI para el 2011 ante condiciones internacionales que se modifican rápidamente.
Vamos a reconocer, sin cuestionar la información estadística, que se han producido mejoras en la reducción de la pobreza y en algunos indicadores de bienestar social. Sin embargo, habría que preguntarnos sobre si hay algún país en el mundo, a excepción de los sujetos a graves conflictos internos y externos, donde se retroceda en lugar de avanzar. Es necesario evaluar, analizando la información de Naciones Unidas, si estamos a la velocidad del resto.
Por otra parte, es para todos evidente que existe un conjunto de temas que podrían constituir una carga pesada para el siguiente gobierno. No son triviales y cada uno de ellos requeriría un espacio de análisis particular. Destacarían la carencia de una política energética nacional (incluyendo obviamente al gas natural), la inadecuada política de venta de activos del Estado y la necesidad de una mayor participación en los excedentes generados por las empresas privadas del sector primario exportador. Tampoco son irrelevantes los asuntos referidos a los límites a las asociaciones públicas – privadas en infraestructura (en proyectos cofinanciados) y la insuficiente capacidad de los sistemas de pensiones privados.
Factores estructurales
La desarticulación productiva es una herencia de estos tiempos. Uno ha sido el dinamismo de los sectores exportadores modernos y otro el del resto del aparato productivo, excepto el sector financiero y construcción. Es una cuestión añeja, que rememora las economías de enclave, propias del modelo primario exportador del siglo XIX e inicios del XX. La generación de empleos de calidad es reducida, mientras que se mantienen amplios bolsones de excluidos especialmente en la sierra y selva del país. Por los anteriores factores y otros, la desigualdad en la distribución de los activos e ingresos es mayor ahora que antes, tanto entre propietarios de los medios de producción, asalariados e independientes, como al interior de los receptores de sueldos y salarios.
¿Qué hemos avanzado en términos de ciencia y tecnología, o en capacidad de innovación?. La respuesta es que parece que muy poco o nada. ¿Los mayores niveles de inversión garantizan un acervo de capital para las generaciones futuras?. La respuesta es positiva al hablar de infraestructura u otra que permanece en el tiempo, pero menor si tomamos en cuenta que esta se orientó a la extracción de recursos no renovables. ¿Se conoce la vida útil de estos proyectos o la disponibilidad de nuestros recursos naturales?. ¿Nos dejan un Estado más fuerte con instituciones más sólidas, cuando la presión tributaria sería en el 2011 menor al 15.5% del PBI?. ¿Se han reducido las brechas de infraestructura al ritmo del crecimiento del país?.
La severa caída del tipo de cambio real (TCR), la amplia diferencia entre las tasas activas y pasivas de interés que tiene el sistema financiero o los reducidos niveles de las remuneraciones reales tendrían impactos negativos sobre el modelo de desarrollo en el mediano y largo plazo. El reducido nivel del TCR no sólo disminuye los ingresos de los exportadores, afecta a la producción nacional y pone en peligro, por la enfermedad holandesa, a todas las otras exportaciones no primarias. Los amplios diferenciales entre las tasas de interés, que benefician a las instituciones financieras, perjudican a los tomadores de crédito y a los ahorristas. No hay mucho que comentar en el caso de las bajas remuneraciones reales en una economía donde predominan los precios internacionales.
Formas en las políticas públicas
No se trata de un asunto tan objetivo como los anteriores, pero se heredaría un gobierno central que sólo escucha a unos pocos y autista para grupos importantes de la sociedad. Es también un modelo impuesto desde arriba. Estas son herencias peligrosas que pueden conducir a que se reproduzcan continuamente los lamentables sucesos de Bagua del 2009. Para evitar este tipo de circunstancias habrá que fortalecer la institucionalidad, atender menos a intereses particulares, dialogar intensamente y convencer con la razón.
Los equipos económicos de los interesados en acceder al gobierno central ya deben estar trabajando en sus propuestas de cara a la Sociedad. Estas deben partir de un diagnóstico riguroso de la realidad, con el apoyo de los análisis y herramientas proporcionadas por las diversas teorías del crecimiento económico y el desarrollo. Los enfoques estándar proporcionados por las teorías ortodoxas y el Consenso de Washington son insuficientes. El conocimiento de nuestras particularidades geográficas, demográficas, sociales, históricas, culturales, ideológicas y políticas son fundamentales. Por último, es imprescindible el análisis fino del entorno internacional, considerar las especificidades estructurales y coyunturales de nuestra economía.
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