El Trilema de la Economía Internacional

lunes, 2 de agosto de 2010


Luis Gamero Russo, economista

Al estallar la crisis financiera y, nuevamente frente a la crisis europea, muchos ojos se han vuelto hacia las disyuntivas en política económica. Hace poco, Gregory Mankiw, profesor de economía de la Universidad de Harvard, explicó en su blog que los países enfrentan no un dilema, sino un “trilema” de objetivos macroeconómicos en cuanto a sus finanzas internacionales. El punto central de la disyuntiva es el “trío” de alternativas que los encargados de política económica en los países quisieran lograr de manera simultánea, pero la realidad los fuerza a escoger solo dos de ellos y, generalmente, desechar el tercero:

1)      Libre movimiento de capitales. Este objetivo contribuye a que la economía sea más abierta a la entrada de capitales, generalmente para proyectos de inversión, pero también se asume el costo de la entrada de capitales especulativos (la limitación a estos últimos es ahora aconsejado hasta por el FMI). Como contraparte, se permite la salida de capitales nacionales para ampliar su abanico de inversiones en el exterior.
2)      Autonomía de la política monetaria. Mediante este objetivo, el banco central de cada país puede, de manera independiente, incrementar la oferta monetaria y reducir las tasas de interés cuando la economía está deprimida; y viceversa, cuando la economía está floreciente.
3)      Estabilidad del tipo de cambio. Cuando hay demasiada volatilidad en los tipos de cambio de la moneda local, generalmente debido a movimientos especulativos de capital, se amplifican también las oscilaciones en la economía real. Un tipo de cambio más estable también facilita a los agentes económicos locales a realizar transacciones, comerciales y financieras, con el exterior.
En los EE.UU., por ejemplo, se han escogido los dos primeros objetivos. Así, los norteamericanos pueden invertir libremente en el exterior, transfiriendo dinero a un fondo mutuo internacional; y los extranjeros también pueden invertir en acciones de compañías negociadas en bolsas norteamericanas. A su vez, la Reserva Federal aplica una política monetaria independiente; pero a cambio de un dólar volátil (a través de un tipo de cambio flexible). China al contrario, ha escogido un enfoque diferente. Su banco central también aplica una política monetaria independiente y mantiene un tipo de cambio muy estable; pero a costa de restringir el ingreso y salida de capitales. En la Europa unida, al usarse el euro como moneda común, y reemplazar las monedas locales, se han eliminado las fluctuaciones cambiarias dentro de la unión monetaria, y el capital fluye libremente, pero a cambio de una política monetaria común. El banco central europeo fija las tasas de interés para todos los países miembros, pero si un país, Grecia por ejemplo, difiere en sus resultados económicos con el resto de países, ya no cuenta con una política monetaria autónoma para resolver sus problemas nacionales (para una descripción del problema de Grecia, ver “La crisis de solvencia de Grecia” por el mismo autor, http://institutodelperu.org.pe/index.php?option=com_content&task=view&id=1021&Itemid=130).


Pero, ¿hay acaso superioridad en alguno de estos enfoques? No necesariamente, pero estas diferencias también condicionan las opiniones de los diversos analistas económicos según sus nacionalidades. Así, no es sorprendente leer que los economistas norteamericanos, por ejemplo, aboguen por una política económica con un tipo de cambio flexible, determinado por las fuerzas del mercado; mientras que siempre han criticado la “manipulación” del tipo de cambio en China y la adopción de una moneda común para países tan diversos en la Unión Europea.
Y, ¿qué hay del Perú? De manera ecléctica, el Banco Central trata de lograr los tres objetivos, aunque los logre solo de manera parcial. Existe libre movimiento de capitales, aunque se penalicen los movimientos especulativos de corto plazo con encajes y se limiten las inversiones de las AFP’s en el exterior. El banco central aplica una política monetaria autónoma aunque los efectos de ella, en especial con respecto al nivel de su tasa de referencia, no se sientan necesariamente en todo el abanico de acreedores y deudores del sistema financiero. Y finalmente, en teoría, el tipo de cambio en el Perú es flexible (determinado por la oferta y la demanda), pero debido al alto grado de intervención del BCR resulta, en la práctica, un tipo de cambio casi fijo (1).

1) Una medida del grado de intervención cambiaria del BCR es la fuerte acumulación de reservas internacionales  por compras netas de divisas en los últimos años (US$13,168 millones entre 2007 y 2009, y US$4,553 millones en lo que va del año 2010). Ver BCR, Resumen Informativo No. 29, 23 de julio del 2010, página 3.



Actualidad Económica del Perú

Aportando al debate con alternativas económicas desde 1978

Archives