Pedro Francke
Diversos medios han mostrado crudas imágenes del friaje y la neumonía. Miremos ahora el bosque y no sólo el árbol. Pasemos de los casos individuales a la salud pública.
Dato 1. Los casos de neumonía han ido disminuyendo con los años. Lentamente, pero disminuyendo. En la primera mitad de este año hubo casi 22 mil casos de neumonía, mientras en el primer semestre del año pasado fueron 24 mil casos. El número de muertes también ha disminuido, de 276 a 200, entre el año pasado y el actual. No es cosa de solo un año, la tendencia es a la baja: en todo el país, ha habido menos muertes este año que en 2009, 2008 o 2007.
Dato 2. Este año ya pasó lo peor de la neumonía, que suele ser entre mayo y junio, cuando comienza el frío. El número de casos semanales ha bajado como a la mitad de los que había hace un par de meses.
Dato 3. Los departamentos donde este año ha sido mayor la incidencia de neumonía, es decir donde es más alto el porcentaje de casos en relación a la población, son Loreto y Ucayali. Puno está en el puesto 14, menos que el Callao. En Puno, este año ha habido 30 por ciento menos muertes que el año pasado, cuando se logró el triste récord del quinquenio. Aunque diversos distritos de altura y alejados están usualmente entre los más afectados, la neumonía está en todo el país, igual que la pobreza.
Dato 4. El recientemente inaugurado Aseguramiento Universal en Salud no está funcionando en Loreto, Ucayali o Puno; tampoco en Pasco, Cusco, Huánuco y otros departamentos muy afectados por la neumonía. El gobierno no ha anunciado para cuándo llegará a esas regiones el Aseguramiento Universal, a pesar que es donde hay más enfermedad y muerte evitable.
¿Qué podemos decir?
200 peruanos muertos de neumonía, es una vergüenza nacional.
Empezar a reaccionar cuando lo peor ya pasó, es de locos.
No anticipar algo tan obvio como el invierno, es propio de imbéciles – pero lo mismo pasa todos los años con huaicos y cada década con terremotos.
Lanzar un aseguramiento “universal” en salud postergando regiones de pobreza extrema, no tiene un mínimo de ética.
¿Qué podemos hacer?
Mandar tardíamente frazadas sirve más para masajear conciencias culposas que para salvar vidas. Los verdaderos salvavidas alertan a la gente y están atentos a la primera señal de emergencia; no salen de sus oficinas recién cuando se escuchan los gritos de auxilio a repartir flotadores.
¿Qué hacer si de verdad se quiere salvar vidas de la neumonía? Construir en las chozas de la puna “muros trombe”, un invento nacional barato y que calienta las casas por las noches. Instalar cocinas mejoradas, ya que el humo dentro de la casa es fuerte causa de infecciones respiratorias. Enfrentar la desnutrición infantil, que deja sin defensas a los niños, promoviendo dietas nutritivas en base a productos nuestros.
Adecuar con anticipación el horario escolar en la puna; niños saliendo de madrugada para caminar kilómetros en un frio intenso no es lo mejor. Enseñar en los colegios como cuidarse de la neumonía. Recordar a las madres un mensaje sencillo: “si tu hijo respira rápido, llévalo rápido al centro de salud”.
Establecer un sistema de salud primaria con alcance universal en las zonas rurales. Vacunar a todos los niños en riesgo contra la influenza. Tener médicos en todos los centros de salud disponibles 24-7, brigadas de salud visitando los pueblos y promotores comunitarios de salud pagados capacitando a las madres y ayudando a la detección temprana. Tener ambulancias para el traslado de emergencia.
No es difícil hacerlo. Basta un Estado dirigido por gente proba y capaz. En las fiestas patrias, lo podemos soñar.
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