Alan Fairlie Reinoso
Los planes económicos de las dos fuerzas que compiten en la segunda vuelta son, en el papel, antagónicos. La propuesta de Fuerza 2011 no solo reivindica la Constitución de 1993, especialmente su régimen económico, sino que atribuye a las políticas que se implementaron en los noventa, el último periodo de crecimiento.
Consolidar la apertura económica, completar los TLCs, mantener los incentivos para la inversión directa extranjera, la liberalización financiera y la flexibilización del mercado laboral, son elementos constitutivos de su propuesta. Así seguiría el crecimiento económico, el cual debe complementarse con una agresiva política social y de lucha contra la pobreza (y no el “chorreo”). Supone retomar y fortalecer políticas e instituciones asistencialistas que se crearon en los noventa. Se ha planteado mayor atención al sector educación, con mecanismos específicos de becas, financiamiento, educación técnica.
Gana Perú plantea una economía nacional de mercado que cambie la inserción primario-exportadora de la economía peruana. La revisión de contratos lesivos a la soberanía nacional, de los TLCs, y políticas sectoriales con una participación más activa del Estado en la regulación de mercados y la competencia. Se han propuesto políticas de lucha contra la pobreza, así como instrumentos específicos para diferentes grupos vulnerables (mayores de 65 años, niños, poblaciones y familias de extrema pobreza urbana y rural), lo cual debe venir acompañado de una “revolución educativa”. Esto implica una reforma tributaria integral, en la que los impuestos a las sobreganancias mineras constituyen uno de sus elementos.
Un escenario es el de la polarización. Esto supone que ambas fuerzas políticas destaquen sus diferencias y se genere un intercambio cruzado de ataques políticos, que en el plano económico signifique la satanización de ambas propuestas. Modelo chavista, la vuelta a una economía cerrada y planificada fracasada, versus neoliberalismo salvaje con mafias corruptas.
Otro escenario sería el de un debate más serio y alturado de las propuestas, buscando explicitar instrumentos y programas, así como fuentes de financiamiento de los mismos. En ese debate alturado, identificar también las coincidencias (políticas de Estado).
Como ambas fuerzas necesitan sumar apoyos y construir consensos, lo ideal sería crear condiciones para que el segundo escenario (y sus variantes) sea el que predomine. Deberíamos evitar una polarización interna y una mayor división entre peruanos, no solo porque enfrentaremos un escenario internacional complicado, sino sobretodo porque el próximo año se emite el fallo de La Haya sobre el diferendo marítimo con Chile.
Hay otros escenarios de polarización. Sería el caso en que se traicione el voto popular. La actual administración y la anterior ganaron con un mensaje de cambio responsable, que finalmente no se produjo. Una tercera decepción podría generar imprevisibles situaciones de conflicto. Gana Perú ya hizo una declaración en la cual moderan su plan de gobierno. Para ambas fuerzas, es un equilibrio difícil el hacer concesiones, sin incumplir los compromisos asumidos con la población.
Es complicado, pero se debería trabajar por evitar escenarios de polarización.