Estatismo, Economía Cerrada y Otras Mentiras
Por Félix Jiménez
Hace unos días, escuché con estupor un diálogo endogámico entre Althaus y Bustamante. Hablaban supuestamente del Plan de Gobierno de Ollanta Humala y, como si lo hubieran «leído», competían en criticarlo. Son practicantes del periodismo amarillo que inventan planteamientos económicos para, luego de adjudicárselo al adversario, criticarlo. Son los mismos que confundieron el verbo revisar, con el verbo aplicar; los mismos adictos a la ponzoña de una prensa que no conoce los valores de la decencia y la honestidad.
Los dos se repitieron que el Plan Nacionalista propone cerrar la economía y retornar al pasado estatista, y que en él se rechaza a la inversión privada. No leyeron párrafos ni citaron páginas. Mintieron para favorecer las propuestas de Unidad Nacional, heredera del fujimorismo económico. No saben de Globalización, no han leído a Stiglitz, ni saben que la lucha por los mercados externos es un «juego de suma cero» de consecuencias impredecibles a largo plazo. Por eso apoyaron las propuestas de dolarización de la economía y, en la crisis de los años 1998-2000, se callaron cuando el fujimorismo endeudó al país por más de mil millones de dólares para rescatar al sistema bancario que ellos debilitaron con sus políticas neoliberales.
En el Plan de Ollanta Humala no hay propuestas de retorno al pasado. Por el contrario, se propone cambiar el país desarrollando la industria, la agro-industria y la agricultura, en el marco de una economía abierta y de mercado, con un régimen cambiario estable y competitivo, y con créditos tributarios para la reinversión de las utilidades de los productores privados. Se parte, sin duda, de reconocer que el argumento proteccionista es lógicamente incompleto: hace énfasis en el abastecimiento de los mercados internos con producción doméstica, pero falla en explicar el origen y determinación de la correspondiente demanda agregada doméstica. Por eso sus defensores de los años 60 y 70, exageraron el daño de la apertura comercial, como los neoliberales de ahora exageran el supuesto beneficio de los tratados de libre comercio.
Los dos se dijeron que las propuestas de revisión de los contratos de estabilidad tributaria, de nacionalización de las actividades estratégicas, de fortalecimiento de los organismos reguladores, y de una nueva ley de fomento de la competencia en los mercados de los servicios públicos para favorecer a los consumidores, ahuyentará la inversión extranjera y, al afectar el crecimiento, nos hará más pobres. Esos señores no saben el contenido de lo Nacional. Por eso no pueden entender que la inversión privada extranjera en actividades estratégicas para el desarrollo nacional, puede, con ese fin, cumplir reglas y ciertos requisitos de desempeño. Ponerlas al servicio del desarrollo nacional, no es estatizarlas. Sin embargo, esos señores nos proponen suscribir el TLC negociado por este gobierno, con el argumento de que no hay otro modo de asegurar el crecimiento a largo plazo de nuestra economía. No les importa que se enajene nuestros mercados internos a los productos agropecuarios subsidiados de los EE.UU. Y no dicen abiertamente que creen en el aumento de la competitividad básicamente mediante la reducción de los ingresos de los trabajadores, es decir, en el «cholo barato». Ciertamente, no conocen nada de las modernas teorías del comercio internacional.
El lector debe saber que la estrategia neoliberal es contraria a la estrategia nacional de expandir los mercados internos y crear otros, para integrar económica y socialmente al país. Hay, pues, otra manera de relacionarse al mundo y es la de construir Nación mediante la expansión de los mercados internos, la consecuente descentralización y desconcentración del aparato productivo, y la integración económica y social el país. Para que este proyecto de construcción de Nación sea viable, debe además eliminarse la restricción de financiamiento que enfrentan las empresas pequeñas, medianas y grandes, mediante la movilización de los ahorros nacionales y el fortalecimiento de su relación con la inversión privada de estos productores