La pobreza en el Perú

jueves, 3 de enero de 2008

La pobreza en el Perú1

Enrique Fernàndez Maldonado


Pese a su relevancia y gravedad como problema social, la pobreza sigue siendo un tema poco estudiado y comprendido en el país. En nuestro medio prima una visión que transita de la estadística socioeconómica a la sociocultural; orientada por lo general a la formulación de programas de reducción y alivio de la pobreza en sus formas más extremas. Frente a esta mirada convencional y casi aséptica, Francisco Verdera nos presenta un filudo análisis sobre las causas que originan (y reproducen) la pobreza en el Perú2.

Parte importante de los estudios realizados en el Perú está inspirado en el enfoque de activos y capital humano propuesto por organismos multilaterales como el Banco Mundial y el BID. Así vista, la pobreza estaría determinada por la carencia – o mal uso – de un conjunto de recursos, públicos y privados (nivel educativo, infraestructura, seguridad), recursos necesarios para “garantizar” un nivel “básico” de subsistencia. La capitalización de estos “activos”, con el apoyo “focalizado” del Estado, permitiría superar la “línea de pobreza” que fija el aprovechamiento (o no) de las “oportunidades” que ofrece la sociedad y la economía de mercado.

Verdera se distancia de esta visión “descriptiva” y explica la pobreza como la incapacidad “estructural” del sistema para incorporar a un sector mayoritario de la población como fuerza de trabajo asalariada; esto es, con derechos y beneficios sociales. Desde esta perspectiva, la pobreza aludiría a grupos ocupacionales específicos (los de menor calificación) cuya existencia y persistencia en el tiempo estaría determinada, entre otros factores, por su exclusión secular de la estructura económica de la sociedad (en el Perú el subempleo y desempleo representan más del 50% PEA nacional). En esa línea, la pobreza peruana (que alcanza a 5 de cada 10 connacionales) sería consecuencia, principalmente, del fracaso del modelo de crecimiento, asentado en una matriz primario exportadora (de impacto limitado en la generación de empleos) en desmedro del mercado interno.

Conjuntamente con los factores demográficos, formativos y de concentración de la propiedad de activos, Verdera destaca un factor clave en el espiral perverso de la pobreza: la distribución desigual del ingreso. En países como el Perú, donde un sector minoritario de la mano de obra calificada crece rápidamente y la propiedad de activos tiende a la concentración, las fuerzas “libres” del mercado provocan asignaciones asimétricas del ingreso; contribuyendo, así, a restringir más el acceso a la educación, la tierra y el capital (fundamental en el caso de la pobreza rural). ¿Qué tipo de productividad – y de convivencia social – se puede esperar en un país con una clase trabajadora sin acceso a los derechos sociales más elementales?

Llegado a este punto, cabe preguntarnos si es posible reducir la pobreza en un horizonte de tiempo razonable, y a qué costo. El balance que hace Verdera (entre otros autores) no deja mucho espacio para el optimismo. No sólo la pobreza (que viene de los 70) habría aumentado con la hiperinflación de los 80 y el ajuste estructural de los 90; la aplicación ortodoxa del modelo neoliberal habría aumentando también la desigualdad de manera severa (p. 86), consecuencia natural del tipo de acumulación adoptada incluso antes del fujimorismo.

El libro de Verdera rescata diversos temas ausentes en la discusión académica y política sobre la pobreza (el surgimiento de “nuevos pobres” pos ajuste estructural; la relación entre bienestar y empleo adecuado; el rigor metodológico). Su aporte radica en que posiciona el eje del debate en el marco de la estructura de “oportunidades” que ofrece el Estado, el mercado y la sociedad (p. 34), en momentos en que la economía se expande y el gobierno promete reducir la pobreza a 30% al término de su mandato. Se trata de un esfuerzo importante en la comprensión de un proceso complejo y dinámico como es la pobreza (a ser complementado desde otras disciplinas sociales); el mismo que nos invita, una vez más, a interpelarnos en nuestro horizonte y viabilidad como Nación.


1 Enrique Fernández-Maldonado Mujica. Sociólogo.
2 La pobreza en el Perú. Un análisis de sus causas y de las políticas para enfrentarlas. PUCP, CLACSO, IEP. Lima, 2007. 304 Pág.

Comments

2 Comments

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MR. EDWARD dijo...

ESTE EL PAÍS QUE NOS DEJÓ EL CORRUPTO ALAN GARCÍA.

HIZO CREER A ALGUNOS INGENUOS CON LO DE LA FALSA BONANZA ECONÓMICA,, CUANDO LA REALIDAD SOMOS EL SEGUNDO PAÍS MÁS POBRE DE LA REGIÓN E INCLUSO ME ATREVERÍA A DECIR QUE SOMOS EL MÁS POBRE.

EL PERÚ ESTÁ A NIVEL DE HAITÍ, ALGUNAS DE NUESTRAS DEFICIENCIAS, CARENCIAS Y FLAJELOS SON:

- EL MÁS ALTO ÍNDICE DE PERSONAS CON TUBERCULOSIS.

- PROSTITUCIÓN INFANTIL Y ADULTA SE HA INCREMENTADO.

- ABUSO Y EXPLOTACIÓN DEL MENOR

- UNO DE LOS MÁS ALTOS ÍNDICES DE ANALFABETISMO.

- UNO DE LOS MÁS BAJOS ÍNDICES DE INGRESOS PER CÁPITA DEL MUNDO.

- CARENCIA DE AGUA, AÚN EN LA MISMA CAPITAL.

- DESNUTRICIÓN DE NIÑOS Y ADULTOS.

ES HORA DE QUITARNOS LA VENDA DE NUESTROS OJOS Y EMPECEMOS A FORMAR UN PAÍS PRÓSPERO SIN MENTIRAS NI FALSAS CIFRAS ECONÓMICAS, QUE LO ÚNICO QUE HACEN SON CREAR UNA FALSA BONANZA ECONÓMICA.

OJALÁ NO SEA DEMASIADO TARDE, TODO EL DAÑO QUE HIZO GARCÍA PÉREZ AL PAÍS SE REVERTIRÁ EN SU CONTRA.

MR. EDWARD

Quiruma dijo...

CLASE MEDIA SEGÚN EL BID
El BID asegura que el 71 % es clase media en el Perú. Pero la clase media no solo debe ser medible en términos económicos. La mejor medida debería basarse en las capacidades humanistas, escolásticas y académicas. La clase media debe de definirse como el conjunto de personas que alcanzan una cantidad de valores que haga la masa critica que los diferencie de su propio pasado. Cuatro monedas más en la bolsillos no los hacen mejores ciudadanos. Es una lástima que hasta los organismos supranacionales caigan en el banal juego clasificatorio basado únicamente en el ingreso/consumo.
Sólo cuando clasemedieros se capaciten e interioricen una cultura predictivamente superior producto de una EDUCACION DE CALIDAD, se constituirán recién y sólo recién en uno de los pilares necesarios para consolidar la evolución de una nación hacia planos superiores de desarrollo humanístico. Mientras tanto esas nuevas monedas en los bolsillos solo les sirven a los políticos de turno para regocijarse fatuamente de algo que quizás en el cambiante y bizarro mundo de la idiosincrasia latina es algo tan pasajero como un hipo estadístico. Y que luego que pase la ola, volver a los perversas contradicciones de los países americanos, que teniéndolo todo no pueden conseguir nada por el tropical paradigma de privilegiar las formas en detrimento de la esencia del fondo de la cosas de la vida. No hay caso que los latinos somos histórica y repetitivamente expertos en perder oportunidades. Lo fatal, es que estas -las oportunidades- son cíclicas y se presentan cada cierto número de décadas. Lo cual significa que siempre tendremos generaciones perdidas. Y siempre volviendo a recomenzar cada 30 o 40 años, en que malvadamente los ciclos de bonanza coinciden con la aparición de un líderzuelo de esos que nuestra historia nos coloca canallescamente de tanto en tanto, para que nos conduzca supina y cándidamente cual flautista de Hamelin, nuevamente al precipicio donde recurrentemente caemos siempre. ¡ ! Despierta América !! por que esto, ...ya es una crueldad bicentenaria.

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