Alan Fairlie
Precios del petróleo y alimentos al alza, recesión en EEUU, ataque de capitales especulativos, amenazan frenar el crecimiento peruano. Rebrote inflacionario, reversión de superávit en la balanza comercial, son algunas señales.
El gobierno alarmado, aplica medidas del credo neoliberal: reducción generalizada de aranceles, que lejos de beneficiar a los consumidores engorda las ganancias de los importadores y afecta lo que queda de producción nacional. Para no renegociar con las transnacionales de petróleo y energía, sigue subsidiándolas. Frente a la recesión de EEUU descubren que no es el 30% de nuestro mercado sino el 19% y que vamos a diversificar. Para que entregaron el país entonces en aras de su firma?. No se hace caso a ADEX para poner un impuesto a capitales especulativos, sino tímidos paliativos.
Se anuncian prontas concesiones de lo que queda de puertos y aeropuertos, se dan dos decretos que ponen en riesgo el patrimonio cultural de la nación y Cusco se levanta. Se persiste en entregar el gas a Chile (y nitrato de amonio para explosivos). Se anuncia remate de millones de hectáreas en la selva a grupos socios de los chilenos. La nefasta política presidencial del perro del hortelano, en acción
Un modelo primario exportador como el nuestro es vulnerable a una coyuntura internacional adversa, y desinflará buena parte del “milagro” peruano. Temas estructurales como el de la energía, no se buscan resolver con el cambio de la matriz energética y el desarrollo de la industria petroquímica como propone el Colegio de Ingenieros, sino con medidas de corto plazo insostenibles y la entrega del gas al sur. Tampoco el agro con una adecuada política agraria y de seguridad alimentaria, sino incluso eliminando las ridículas compensaciones previstas para el TLC con EEUU. Mientras en toda la región con diferentes matices el Estado retoma soberanía y regula mercados, en el Perú se retrocede a versiones previas del fracasado Consenso de Washington.
Esto no funcionará, pero además polarizará al país acercándonos al deseado status de estados fallidos en el que quieren vernos los que alimentan apetitos expansionistas. Persistir en estas políticas es suicida, peor con la coyuntura que se abre con la demanda del Perú a la Haya. La más importante amenaza externa viene del sur y nos lo recuerdan todos los días, incluso su presidenta desde un cuartel.
La chilenización de la economía peruana que ha llegado a límites impensables, con asimetrías y dominio que de por sí crea la posibilidad de conflictos, si no se revisa el malhadado TLC con Chile. Con la demanda marítima en curso sería inaudito seguir con la política de cuerdas separadas agudizando esa dependencia, cuando la posibilidad de escenarios de conflicto se ha elevado exponencialmente.
Sugerimos rectificar y mandar al congreso el TLC con Chile, revisar inmediatamente la política de concesiones (impidiendo presencia chilena en puertos y aeropuertos), implementar ley Negreiros de marina mercante, revisión de libertades en acuerdos aéreos, revisar presencia de capitales chilenos en sectores estratégicos, y tomar las medidas que sean necesarias con las transnacionales que pongan en riesgo la seguridad nacional.
Aumentar presupuesto de Fuerzas Armadas de manera inmediata cesando los ataques generalizados contra sus integrantes, no solo llamar, sino cambiar al Embajador con fuertes vínculos chilenos en Santiago. Recursos hay y sólo es cuestión de decisión política. No se debe mezquinar recursos para la defensa y seguridad nacional que deben tener ahora la primera prioridad, antes que sea demasiado tarde. Persistir en la actual estrategia, puede llevarnos al camino de la vacancia presidencial.
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