Desacelerar Para No Chocar

lunes, 28 de enero de 2008


Waldo Mendoza Bellido

Departamento de Economía de la PUCP



El año 2007 fue un año espectacular en términos del PBI y el empleo, el mejor de los últimos 13 años. Hacia delante, sin embargo, el panorama económico aparece nublado; tanto por las consecuencias de seguir con la receta macroeconómica del 2007, como por el cambio en las condiciones internacionales.


Culpable soy yo


El ciclo expansivo que se inició en el año 2003 se ha acelerado en el año 2007, empujado por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) y el Banco central de Reserva del Perú (BCRP). La política fiscal y la política monetaria han sido expansivas, y explican el aumento de casi 12 por ciento en la demanda interna.


En el terreno de la política fiscal, se ha elevado el déficit fiscal estructural, el gasto no financiero del Gobierno Central ha subido en casi 15 por ciento (cifra parecida a la de Fujimori, cuando quiso reelegirse a mediados de los noventa) y se ha reestablecido una vieja práctica de los ochenta, la de congelar el precio interno de los combustibles, a pesar de la fuerte elevación de sus precios internacionales.


En el campo de la política monetaria, la política ha sido expansiva, tanto en dólares como en soles. En soles, a pesar que se registra una elevación sostenida de la inflación subyacente, el BCRP ha tolerado la reducción de la tasa de interés real de referencia (tasa de interés menos inflación esperada). Además, la tasa de interés fijada por el BCRP ha permitido el crecimiento de la emisión primaria en casi 30 por ciento al finalizar el 2007. El crecimiento de la emisión primaria, apoyado con la inacción de la Superintendencia de Banca y Seguros (SBS), explica el crecimiento anualizado en de 40 por ciento del crédito bancario.


En dólares, la autoridad monetaria ha fomentado el incremento del crédito bancario en más de 25 por ciento el 2007, elevando la remuneración al encaje en moneda extranjera, en un contexto de reducción de la tasa de interés internacional.


El beneficio de este tipo de políticas fiscales y monetarias expansivas es que aceleran nuestro ritmo de crecimiento económico, que es además un crecimiento que va de la mano con el crecimiento del empleo.


E

l problema, el de siempre en la economía peruana, es que estas políticas que aumentan la demanda interna y las importaciones, cuando no están acompañadas de una elevación de las exportaciones, conducen, inevitablemente, al deterioro de la balanza comercial y a la aparición de presiones inflacionarias.


En efecto, después de casi una década, en el 2007, se ha interrumpido la elevación sostenida del superávit en la balanza comercial; el superávit comercial, de 9.6 por ciento del PBI se ha reducido a alrededor de 7 por ciento en el 2007. Por su parte, la inflación subyacente- la inflación que no considera a los componentes más volátiles del IPC - ha superado la barrera del 3 por ciento en el 2007, triplicándose en los últimos 12 meses.


Desacelerar para no chocar.


El escenario de sobrecalentamiento de la economía peruana, de crecimiento impulsado por la demanda interna y por encima del potencial, de deterioro en la balanza comercial y de elevación de la inflación subyacente, ha coincidido con el enfriamiento de la economía norteamericana.


¿Cuál es son las opciones de política macroeconómica apropiadas en el nuevo contexto? Las opciones son, a mi juicio, tres.


La primera, que debe descartarse, es replicar las políticas macroeconómicas del año 2007. La mezcla de política fiscal y monetaria expansivas aplicada en el 2007, junto con la recesión americana, puede ser explosiva. Permitirían mantener el ritmo de crecimiento del empleo y el producto del 2007, pero deteriorarían con mucha rapidez nuestra balanza comercial. El superávit en cuenta corriente del 2007 puede convertirse rápidamente en un déficit y la inflación subyacente seguir subiendo.


Deben descartarse también las opciones que van más allá de la política macroeconómica para enfrentar el problema actual. Empezarán las voces que sugieran más “reformas estructurales” o una “reforma del Estado” para enfrentar el nuevo escenario internacional; u opciones que pidan el “cambio del modelo neoliberal”. Esas opciones son, a mi juicio, inútiles. Bastan, para enfrentar los problemas de la coyuntura actual, las herramientas de la política macroeconómica convencional.


En el campo de la política fiscal hay que sacar el pie del acelerador del gasto público. El gasto público no financiero del Gobierno Central debe crecer por debajo del crecimiento registrado en el 2007. En perspectiva, hay que recuperar el rol de la Ley de Responsabilidad y Transparencia Fiscal (LRTF) como instrumento de control del gasto público. El límite de 1 por ciento para el déficit del Sector Público No Financiero (SPNF) era un límite exigente en la década pasada, cuando el déficit estaba por encima del 3 % del PBI. Con un superávit fiscal de casi 3 por ciento del PBI con el que se cerró en el 2007, el “límite” de 1 % de déficit está de adorno.


En el campo de la política monetaria hay que poner en marcha una política monetaria contractiva, en dólares y en soles. En soles, hay que elevar la tasa de interés de referencia en la magnitud necesaria para elevar sustantivamente la tasa de interés real de referencia y para frenar el boom de créditos en moneda nacional. El alza reciente es insuficiente para ese propósito.


Tampoco se requieren hacer movidas más aventuradas de política monetaria, como la elevación reciente de la tasa de encaje en soles, o las señales de los últimos días de querer abandonar la meta de tasa de interés, para dar paso a la anticuada meta de agregados monetarios.


En dólares, la elevación en la tasa de encaje y la reducción de la remuneración al encaje son las herramientas apropiadas para detener el boom de crédito en moneda extranjera.


En ambos caso, tanto en el crecimiento del crédito bancario en dólares como en el de soles, la SBS debiera empezar a hacer su trabajo y contribuir en la desaceleración del crecimiento del crédito bancario.


Sobre el tipo de cambio, dadas las perspectivas de mediano plazo, y porque necesitamos que la balanza comercial no se deteriore rápidamente, la intervención esterilizada sigue siendo la herramienta necesaria para detener la caída del tipo de cambio real, aunque cada vez más costosa. El costo de la intervención sería menor si estuviese acompañado por una política fiscal contractiva.


C

on estas medidas tendientes a contraer la demanda interna y evitar el descenso del tipo de cambio real, terminaríamos en el 2008 con un crecimiento el PBI y el empleo menor que en el 2007, pero con una balanza comercial que no se deteriora mucho e inflación subyacente bajando.


Desacelerando el 2008, podremos seguir avanzando el 2009. 1


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