Para un Gobierno diferente

miércoles, 6 de julio de 2011

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Por Fernando Eguren
presidente de Cepes
Varios de los ofrecimientos del presidente Ollanta Humala no difieren mucho de los que hicieron otros partidos en el pasado: política económica inclusiva, ampliación del gasto social, apoyo decisivo a la educación, reforma del Estado, mejora de la educación en extensión y calidad. Ya sería una diferencia importante con los gobiernos previos si es que cumpliese estos ofrecimientos, como todos esperamos, y más aún si se implementan ofrecimientos inéditos, como el de la pensión 65. Si lo hiciera, además, luchando decidida y persistentemente contra la corrupción, como también esperamos, sería un gobierno notable.
Pero, a pesar de todo, sería insuficiente para los tiempos que corren, pues estas políticas no necesariamente iniciarían la transformación del país en dos aspectos fundamentales: en la reducción de las diferencias regionales y en la modificación de las condiciones que hacen que la pobreza se sigan reproduciendo.
Lograrlo no es tarea sencilla ni de un solo gobierno. Pero hay un camino por donde empezar: priorizar –esta vez de verdad– el desarrollo de los espacios rurales.
Hay varias razones para ello. Mencionaremos tan solo tres. La primera es que en la mayor parte de las regiones las actividades económicas más importantes se realizan en los espacios rurales. La agricultura, la ganadería y las actividades forestales son las principales y son las que más empleo generan: a ellas se dedican más de dos millones de hogares. El peso del PBI agrario, si se consideran los eslabones a la entrada y a la salida y no solo la actividad primaria, supera el 30% del PBI total nacional. Muchas ciudades intermedias dependen de la producción agraria y de las actividades ligadas a ella. No hay manera de que se logre un desarrollo regional y descentralizado sin el desarrollo de los espacios rurales.
En segundo lugar, el desarrollo rural es el medio más adecuado para derrotar la pobreza, como lo muestran diferentes estudios. La incidencia de la pobreza en el campo es muy superior a la de las ciudades, sobre todo en la sierra rural, en donde dos de cada tres pobladores son pobres. Los programas sociales para aliviar la pobreza no pueden reemplazar al desarrollo rural, único camino para que estas poblaciones la superen de manera sostenible.
En tercer lugar, son los espacios rurales en donde se produce la mayor parte de los alimentos que el país consume. La volatilidad de los precios internacionales de algunos alimentos claves de consumo masivo –entre ellos el maíz, el trigo y las oleaginosas- ha puesto sobre el tapete la necesidad de diseñar y ejecutar estrategias de seguridad alimentaria que promuevan la producción interna y reduzcan la dependencia de las importaciones.
Ahora bien, decir desarrollo rural es decir desarrollo de la pequeña y mediana agricultura, de las comunidades campesinas y de las poblaciones amazónicas. Es este inmenso sector social, sus actividades y el territorio en donde habitan los que deben ser la primera prioridad del gobierno de Gana Perú. Sería el comienzo de la “gran transformación”.
(1) Ver La Revista Agraria No 130, http://www.larevistaagraria.org/

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