Escribe Pedro Francke
En memoria de Eduardo Castillo
La suerte del TLC depende de que, en los Estados Unidos, se pongan de acuerdo demócratas y republicanos. El gobierno de Bush, republicano, negoció un Tratado rechazado por los demócratas, que ahora tienen mayoría en el Congreso. Para los demócratas no solo está en cuestión en tratado con el Perú, sino toda la política comercial, incluyendo la posibilidad de que el gobierno de Bush negocie TLCs con más países.
La principal manzana de la discordia: las cláusulas laborales. Esta semana, una nueva propuesta del gobierno republicano no ha convencido a congresistas claves, por lo que el TLC está contra las cuerdas.
Pero ¿No se están mezclando dos cosas totalmente distintas? ¿por qué los derechos laborales son importantes en un tratado comercial?
Por los efectos negativos que el comercio puede tener sobre los salarios y condiciones de trabajo si no hay una regulación adecuada. Los tratados comerciales son presentados como una oportunidad para vender al otro país lo que podemos producir con mayor facilidad, lo que en economía se llaman ¨ventajas comparativas¨. Pero la globalización comercial ha tenido también otras consecuencias. Las empresas multinacionales han reaccionado ante esta nueva situación trasladando la producción que no requiere alta tecnología hacia los países donde los salarios y derechos laborales son más bajos. No por gusto se lee ¨made in China por doquier. También han empujado a los trabajadores a aceptar menores salarios y a los gobiernos a reducir los derechos laborales, bajo la amenaza de trasladar los empleos a otros lugares. Gracias a ello sus ganancias se han elevado tremendamente.
Al mismo tiempo, los países desarrollados siguen concentrando los avances tecnológicos, que les permiten mantener a sus empresas como las dominantes en el mundo, y con los TLCs refuerzan las leyes de propiedad intelectual para obtener mayores ganancias por sus nuevos inventos.
Esto es lo que ha llevado a tanta resistencia a la globalización: que los salarios se estancan mientras las ganancias empresariales y los sueldos de los altos ejecutivos suben por ascensor. La causa son estas condiciones de competencia ampliada al espacio mundial, establecidas por la globalización y los TLCs, que quitan posibilidades a los trabajadores de defender leyes orientadas a una mejor repartición de la riqueza, condiciones básicas de trabajo digno y seguridad social para las mayorías.
Es por eso que la discusión abierta por los demócratas en EEUU en relación a los derechos laborales en los TLCs es fundamental. La cuestión es si el comercio mundial seguirá orientándose a promover una ¨competencia hacia abajo¨en los salarios y derechos laborales, en la que cada país y empresa busca mejorar sus posibilidades de competencia reduciendo sus costos laborales. O si, por el contrario, se busca una reorientación de las reglas internacionales de comercio para segurar a los trabajadores, en todo el mundo, derechos laborales básicos, y la competencia entre las empresas y países se basa principalmente en mejoras en tecnología y organización de la producción.
Para quienes lo fundamental es la reducción de la pobreza y la mejora de las condiciones de vida de las mayorías, es indispensable nuevas reglas para el comercio internacional que defiendan los derechos de los trabajadores. Por eso, en esta discusión estamos clara y definidamente al lado de los congresistas demócratas y en contra del gobierno de Bush.
La principal manzana de la discordia: las cláusulas laborales. Esta semana, una nueva propuesta del gobierno republicano no ha convencido a congresistas claves, por lo que el TLC está contra las cuerdas.
Pero ¿No se están mezclando dos cosas totalmente distintas? ¿por qué los derechos laborales son importantes en un tratado comercial?
Por los efectos negativos que el comercio puede tener sobre los salarios y condiciones de trabajo si no hay una regulación adecuada. Los tratados comerciales son presentados como una oportunidad para vender al otro país lo que podemos producir con mayor facilidad, lo que en economía se llaman ¨ventajas comparativas¨. Pero la globalización comercial ha tenido también otras consecuencias. Las empresas multinacionales han reaccionado ante esta nueva situación trasladando la producción que no requiere alta tecnología hacia los países donde los salarios y derechos laborales son más bajos. No por gusto se lee ¨made in China por doquier. También han empujado a los trabajadores a aceptar menores salarios y a los gobiernos a reducir los derechos laborales, bajo la amenaza de trasladar los empleos a otros lugares. Gracias a ello sus ganancias se han elevado tremendamente.
Al mismo tiempo, los países desarrollados siguen concentrando los avances tecnológicos, que les permiten mantener a sus empresas como las dominantes en el mundo, y con los TLCs refuerzan las leyes de propiedad intelectual para obtener mayores ganancias por sus nuevos inventos.
Esto es lo que ha llevado a tanta resistencia a la globalización: que los salarios se estancan mientras las ganancias empresariales y los sueldos de los altos ejecutivos suben por ascensor. La causa son estas condiciones de competencia ampliada al espacio mundial, establecidas por la globalización y los TLCs, que quitan posibilidades a los trabajadores de defender leyes orientadas a una mejor repartición de la riqueza, condiciones básicas de trabajo digno y seguridad social para las mayorías.
Es por eso que la discusión abierta por los demócratas en EEUU en relación a los derechos laborales en los TLCs es fundamental. La cuestión es si el comercio mundial seguirá orientándose a promover una ¨competencia hacia abajo¨en los salarios y derechos laborales, en la que cada país y empresa busca mejorar sus posibilidades de competencia reduciendo sus costos laborales. O si, por el contrario, se busca una reorientación de las reglas internacionales de comercio para segurar a los trabajadores, en todo el mundo, derechos laborales básicos, y la competencia entre las empresas y países se basa principalmente en mejoras en tecnología y organización de la producción.
Para quienes lo fundamental es la reducción de la pobreza y la mejora de las condiciones de vida de las mayorías, es indispensable nuevas reglas para el comercio internacional que defiendan los derechos de los trabajadores. Por eso, en esta discusión estamos clara y definidamente al lado de los congresistas demócratas y en contra del gobierno de Bush.
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