Luis Gamero Russo, economista
Se suponía que Grecia ya debía estar saliendo de sus problemas de insolvencia después de la tremenda ayuda financiera que le proporcionaron el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional (FMI), y algunas de las naciones más solventes de la Europa unida. Sin embargo, esto no parece ser así. ¿Qué está pasando? Veamos.
Las medidas de austeridad fiscal impuestas por el gobierno del Primer Ministro George Papandreou incluyeron, entre otras, la reducción de los salarios burocráticos hasta en un 20%, la reducción de los beneficios jubilatorios, y el aumento de muchos impuestos. Estas medidas pudieron reducir el déficit público en casi 40%. Los gastos del gobierno fueron reducidos en 10%, 4.5% más que lo exigido por la Unión Europea y el FMI. De ahí que recibieron recientemente el segundo desembolso del paquete de ayuda financiera.
Sin embargo, estas medidas, que se suponían debían remediar los problemas de insolvencia de Grecia, han resultado causando más dificultades. La economía griega está derrumbándose; el PBI griego cayó 3.7% en el segundo trimestre del año frente al mismo período del año anterior; así mismo, el gasto del consumidor bajó 4,2% y la inversión se redujo en 18,6%. Ante esto, obviamente que el nivel de vida, en general, está cayendo y el poder de compra promedio ha retrocedido hasta niveles similares a 1984; muchas empresas están quebrando; la recaudación tributaria, por ende, se ha desplomado; y el desempleo, en algunos lugares, ha alcanzado cifras tan espectaculares que son difíciles de imaginar (llegando hasta 70%), aunque en todo el país se calcula en 14%. En vista de todo lo anterior, se está gestando una verdadera catástrofe en una economía cuyo PBI depende en un 70% del consumo privado. Como consecuencia, una mezcla de miedo, desesperanza y resentimiento se está forjando en la sociedad griega.
¿Hay alguna salida? Difícil con un espiral descendiente tan pronunciado. La compresión de ingresos y de consumo se ha magnificado en Grecia debido a “la camisa de fuerza” que representa el pertenecer al sistema monetario del Euro, que imposibilita las devaluaciones individuales. De lo contrario, los griegos hubieran podido recuperar su competitividad sin tanto deterioro económico, y hubieran podido tener el beneficio de un sector exportador y de turismo más dinámicos debido a la devaluación. Pero, por ahora, esa posibilidad parece haber quedado descartada.
Si Grecia entra en moratoria de pagos o en una refinanciación de su deuda, como podría suceder en las próximas semanas, los que pagarían los platos rotos serían los bancos y países acreedores, generalmente de Europa. Ojito, ojito, que el drama griego no se ha resuelto todavía, y parece, más bien, estar agudizándose…
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RSSPareces pitonizo, Lucho! Después de este artículo, veo cada vez más noticias de lo mal que le va a Grecia, y de una inminente cesación de pagos, o refinanciación de su deuda. Si solo se hubieran abstenido de entrar al Euro...
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