¿Minería sostenible?

viernes, 10 de septiembre de 2010



Germán Alarco

Un mayor nivel de inversión en la minería no es garantía de crecimiento y menos de un desarrollo económico más elevado. Nuestras autoridades están equivocadas al pensar que sólo hay que preocuparse por promover más inversión. Hay que reconocer que atraerla es positivo para la economía, respecto de no recibirla. La minería, al igual que cualquier otra actividad, debe realizarse pensando en el desarrollo sostenible. No sólo debe ser amigable con el medio ambiente; tiene que estar perfectamente articulada con la localidad, región y país; y debe llevarse a cabo pensando en las generaciones futuras de peruanos.

A nivel internacional se han desarrollado dos metodologías para medir la contribución de los sectores extractivos al desarrollo sostenible. Una es el Producto interno neto ecológico (PINE) y la otra, el Adjusted net national income (ANNI) del Banco mundial. El PINE y el ANNI se obtienen de restar al producto (en el primer caso del PBI y en el otro del PNB) la depreciación tradicional de las instalaciones y equipos, la depreciación neta del capital natural (reservas netas de recursos naturales) y el valor de las afectaciones de la actividad al medio ambiente. Esta última se valúa a través del costo de las acciones de remediación en el aire, agua y suelo. Más producción minera con mayores remesas de utilidades al exterior no es positiva para la economía. Más producción con mayores emisiones al ambiente son negativas, ya que habría que restar del producto los costos de remediar esos daños. Más producción, que implica más extracción, sin incorporar nuevas reservas probadas, deja sin perspectiva a las generaciones futuras. Los empresarios y nuestras autoridades deben comenzar a utilizar estas metodologías para evaluar su contribución al desarrollo sostenible y actuar en consecuencia.

Las reservas probadas y probables (PP) de oro y estaño vienen cayendo del pico observado en 2001. A los niveles actuales de producción, las reservas PP de oro alcanzarían sólo para 10 años y si nos referimos a las probadas (P) sólo a 3 años. En el caso del zinc, las PP alcanzarían para 15 años y 6 años a las probadas. El plomo tendría un horizonte de producción de 26 años, pero en las probadas sería de 14 años. Las reservas probadas en el estaño durarían sólo para 7 años. Obviamente esta información oficial variaría con más exploraciones exitosas y contrasta con los horizontes prolongados de la plata, hierro y cobre. Termino reiterando que es imprescindible preocuparse por el mediano y largo plazo.

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