Kurt Burneo
La semana pasada se presentó el informe sobre competitividad del Banco Muncial Doing Business 2011, que establece una clasificación de los países de 1 a 183 en base a un índice que denota la facilidad que presentan para hacer negocios. Este índice se elabora en función de las clasificaciones percentiles de un país en 9 aspectos. La noticia muy publicitada por el oficialismo fue que nuestro país pasó del puesto 46 al puesto 36 en dicho ranking, lo cual sin dejar de ser positivo tiene detrás varios aspectos de particular atención.
El que promedialmente nuestro país se constituya como una plaza más atractiva para hacer negocios sin duda que es positivo, incluso a nivel de Latinoamérica tenemos la segunda mejor clasificación luego de México, desplazando a países como Colombia y Chile que usualmente estaban mejor rankeados . Incluso el Perú se encuentra en el grupo de las 10 economías que más han mejorado su facilidad de hacer negocios 2009/2010; pero a la vez ocupamos el puesto 110 por ejemplo en cuanto a la cantidad de recursos necesarios para hacer cumplir un contrato: 41 procedimientos y 428 días empleados con un costo equivalente al 35.7% del monto materia del contrato reclamado. Incluso, si otra vez miramos sólo América latina, siendo el 2do país con mejor facilidad para hacer negocios, a la vez ocupamos el puesto 18 de 32 en lo que respecta a la facilidad para el cumplimiento de contratos y el puesto 17 en cuanto a la magnitud de tiempo y recursos para el cierre de una empresa (3.1 años para el cierre). Entonces, está claro que los desafíos los hay y varios.
Pero la margen de los retos descritos; ningún clima favorable de negocios, definido fundamentalmente a partir de factores microeconómicos puede tener efectos prácticos en términos de mayor actividad económica si no hay estabilidad macroeconómica plasmada en la existencia por ejemplo de un tipo de cambio real promotor de la actividad productiva local, o tal como lo señala con total pertinencia el Profesor Dani Rodrik, el crecimiento económico sostenido depende de la composición sectorial de este así como de las instituciones que promueven el cambio estructural. Dicho cambio no cae del cielo sino a partir de un diseño institucional que posibilite una relación armónica entre el Estado y los ciudadanos (empresarios incluidos) y es este último aspecto donde creo que unas desafortunadas declaraciones del actual Presidente de la República no ayuda mucho al respecto.
No podemos tapar el sol con un dedo; la desconfianza de los ciudadanos respecto a los políticos es un hecho tangible. Según una última encuesta de Ipsos Apoyo, el 56% de los ciudadanos considera que la corrupción de funcionarios y autoridades es el principal freno al desarrollo del país, mientras que más de la mitad (51%) es el principal problema nacional. Teniendo en cuenta este clima, bastó que en días anteriores el ex presidente Alejandro Toledo pidiese que el actual Presidente y sus Ministros levanten su secreto bancario, para que el Sr. Garcia “delicadamente” refiera que sólo abrirá su secreto bancario cuando la Fiscalia o el Poder Judicial se lo solicite, mas no cuando lo haga “cualquier loquito de la calle”.
Al margen de la falta absoluta de modales ¿No era que quien no la debe no la teme Sr. Garcia? Debo señalar que en el año 2004 siendo aún funcionario público, solicité el levantamiento de mi derecho al secreto bancario y tributario para que la Contraloria General de la República pudiera hacer una exhaustiva acción de control sobre mi patrimonio personal y los ingresos profesionales percibidos; examen que 2 años después concluyó, acreditándose –como no podía ser de otra manera- la correspondencia entre mis ingresos y mi patrimonio. Pienso que con este tipo de decisiones, Sr. Garcia, se da una muestra clara y concreta a los ciudadanos que realmente quien no la debe no la teme. Anímese, y anime a sus principales funcionarios a renunciar a su secreto bancario y tributario, tal como sucedió en el gobierno anterior. Le será útil a usted y ayudará a no seguir aumentando la desconfianza de la ciudadanía respecto a los funcionarios públicos. Y no diga que soy otro loquito de la calle. En todo caso, podría sorprenderse de la cantidad de loquitos (que tienen DNI y también votan) que solicitan transparencia en la gestión pública.
