Buenas Ideas del Polo Norte

lunes, 1 de noviembre de 2010


Por Luis Gamero Russo, economista

Estoy en pleno viaje al Canadá, donde visito a mi hija y a mis nietos anualmente. Y pensando sobre las reformas fiscales que se están dando en algunos países de Europa, se me vino a la mente la siguiente pregunta: ¿Cómo lo hicieron los canadienses?

Ya sabemos, por diversas noticiasi, que Canadá tuvo un vuelco económico espectacular a partir de la mitad de los noventa, con el anterior gobierno liberal y su Ministro de Economía Paul Martin. Las reformas canadienses se basaron, muy escuetamente, en disminuir los gastos fiscales en casi 9%, en solo dos años; reducir la planilla burocrática en 14%; a la vez que se modificó la estructura tributaria, y aunque muy poco impuestos subieron, se bajaron los relacionados a las ganancias de capital y al ingreso corporativo y personal. Como resultado, Canadá pasó de tener una deuda, tanto federal como provincial, equivalente al 120% de su PBI en 1995, a alrededor de 45% de su PBI actualmente, gracias a los continuos superávits fiscales que se generaron luego de las reformas. Siendo Canadá, en este momento, la envidia de los EE.UU. y de algunos países Europeos.

Pero dentro de los aspectos macroeconómicos del llamado “renacimiento” canadiense, hay una reforma específica que me llamó más la atención, pues es en Europa que esta reforma está trayendo más problemas políticos e inestabilidad social: la reforma de pensiones jubilatorias.

En vez de subir las edades mínimas para jubilarse, como están haciendo en Europa, en Canadá se aplicó una reforma basada en la libertad de decisión y en incentivos de mercado, y les ha funcionado bastante bien. Veamos.

La edad para recibir “pensión plena” (full pension) en el sistema federal de Canadá es a los 65 años. Pero uno puede prejubilarse a partir de los 60 años, con una penalización de 0.5% de la “pensión plena” por cada mes de anticipación. Y también, uno puede seguir trabajando y jubilarse más allá de los 65 años, hasta un límite de 70 años, con un estímulo similar por cada mes de aplazamiento. Es decir, a nadie se le obliga a cumplir con una edad mínima, pero si uno quiere retirarse con anterioridad a los 65 años va a ser penalizado, y si quiere retirarse con posterioridad va a ser recompensado (porque se supone que va a continuar contribuyendo al sistema de pensiones por más tiempo que lo normal). Así de simple. Y nadie en Canadá siente que el Estado está tratando de imponerle una edad mínima de jubilación ni alargándole el tiempo para lograrla. Cada persona, con plena libertad, decide cuando retirase y, por lo tanto, cuánto va a recibir de pensión. Es un simple cálculo de costos y beneficios personales. Además, el sistema de pensiones canadiense está actualmente bien financiado y actuarialmente sólido.

Sería bueno que los directivos del Club Mediterraneé se fijen un poco más en las políticas inteligentes que se han venido siguiendo en algunas canchas de ski de climas más fríos.


i Ver en el blog El Hornero Económico del autor (http://www.elhorneroeconomico.blogspot.com/), la entrada denominada “Oh Canada!”.

Actualidad Económica del Perú

Aportando al debate con alternativas económicas desde 1978

Archives