Regalías, patriotismo y patriotería

jueves, 7 de junio de 2007


Armando Mendoza

Unas Fuerzas Armadas modernas y eficientes son el sustento de un país fuerte y seguro, en eso todos coincidimos. El problema es como establecer un equilibrio entre los requerimientos de la seguridad nacional y otras legítimas y urgentes prioridades como la lucha contra la pobreza, la emergencia educativa, o el desarrollo regional, pues no se trata de vestir a un santo desvistiendo a otro, que es lo que justamente pretenden los congresistas Fujimori y Giampietri, entre otros, con su propuesta para que 15% de las Regalías Mineras –que actualmente se distribuyen a regiones, municipios y universidades- se destinen a las Fuerzas Armadas.

A primera vista, usar parte de las Regalías para la defensa parece razonable: la historia ha demostrado que para el Perú unas fuerzas armadas bien preparadas no son un lujo sino una necesidad. Pero el asunto no es tan sencillo, pues este proyecto ignora al Perú real, aquel lejano a Lima y los círculos del poder, que será precisamente el gran perjudicado.

Ya el año pasado el MEF pretendió recortar del 50 al 40% la participación del Canon en el Impuesto a la Renta pagado por las mineras, pero las protestas de las provincias hicieron abandonar esa idea. Se pensaría que con ese antecedente no se insistiría en atropellar a las regiones y municipios, tratándolos como fantasmas sin autonomía ni derechos. Sí acaso urge utilizar fondos del Canon y las Regalías para la defensa nacional, entonces lo lógico y democrático es asumir un dialogo y acuerdo con los sectores afectados, pero sin hacer tabla rasa de sus derechos constitucionales, porque así, al caballazo, no juega Perú.

Interesantemente, los más diversos sectores se han manifestado contra ese proyecto: las regiones, los municipios, los Ministros de Economía y Finanzas y de Energía y Minas, hasta la misma Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía -entre otros- por una vez coinciden: recortar las Regalías generará problemas y enfrentamientos. Afortunadamente, parece que ese absurdo legislativo ya va camino al olvido: aparentemente la bancada aprista –que inicialmente suscribió el proyecto- estaría retirando su apoyo.

El fondo de este zafarrancho es como ordenamos las prioridades nacionales: sí requerimos reducir recursos a regiones y municipios porque urge potenciar las Fuerzas Armadas, entonces… ¿por qué detenernos ahí?, ¿por qué no recortarle financiamiento a la educación primaria, al Sistema Integral de Salud, o al Vaso de Leche?. Aquí hay una lección que aprender: sí necesitamos más financiamiento para la defensa, no se trata de entrar a diputarse a cuchillo los escasos recursos públicos con otros sectores necesitados. Lo que necesitamos es buscar –con responsabilidad y sensatez- nuevas y mayores fuentes de recursos.

Ojala este episodio ayude a replantear sensatamente la cuestión de la distribución de la renta de nuestros recursos naturales. Sí queremos que la renta de la minería aporte a la defensa, hay muchas opciones para considerar: ¿qué tal un impuesto extraordinario a las sobreganancias?, ¿qué tal una sobretasa adicional a las Regalías?. Hasta podría negociarse un nuevo “Aporte Voluntario Minero” para nuestras Fuerzas Armadas. Propuestas sobran, lo que se necesita es voluntad política para promoverlas, pero parece que eso precisamente les falta a quienes prefieren el facilismo de rapiñarles recursos a las provincias.

La defensa nacional es asunto de máxima importancia y evidentemente requiere que invirtamos en ella. Pero una cosa es hacerlo de manera bien pensada y otra saquear el Canon y las Regalías, despojando a los gobiernos regionales y locales de lo que legítimamente les pertenece y que tanto esfuerzo costó conquistar. Un país fuerte es aquel con una población bien alimentada, bien educada y bien cuidada, de donde salen mejores soldados, y para eso, necesitamos invertir en educación, salud, previsión social, etc.. Así, aquí el asunto es generar nuevos y mayores recursos para la defensa, pero sin descuidar ni sacrificar otras urgentes demandas. Eso es patriotismo en serio, lo otro no es más que patriotería.

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