Bruno Seminario
En los últimos cuatro años, las cotizaciones de todas las materias primas registran un aumento espectacular. Aunque este hecho no ha pasado desapercibido a los especialistas en cuestiones internacionales, la atención y el interés se ha concentrado en el análisis de las condiciones que han prevalecido en el mercado de petróleo y energía. Si bien esta actitud es fácil de explicar, dada la vital importancia que posee el petróleo para el funcionamiento de las economías industriales, es posible que en los países aún no desarrollados, entre ellos el Perú, sean más fundamentales estudiar los abruptos aumentos registrados en los precios mundiales de los alimentos y metales.
En realidad, la participación combinada de las materias primas no energéticas en el comercio mundial (catorce por ciento en el período 2000-2004) es mayor que la del petróleo (7 por ciento en el mismo período). En muchos países de América del Sur y en África los metales y alimentos siguen siendo la principal fuente de divisas. También, el aumento registrado en el precio de los metales desde el año 2002 -calculado en 180 por ciento por el Fondo Monetario Internacional- ha sido mayor que el del petróleo, de 174 por ciento.
Incremento en el Precio de las Materias Primas No Energéticas, 2002-2006. | ||
| Incremento en Dólares | Contribución Al Incremento |
Metales | 179.7 | 87.5 |
Alimentos | 19.9 | 7.7 |
Otras Materias Primas | 4.3 | 3.1 |
Promedio | 60.1 | |
Fuente: Fondo Monetario Internacional |
A pesar de estos avances, las cotizaciones reales de estos productos permanecen aún por debajo de los picos históricos cuando son medidas en términos reales. Según el Fondo Monetario Internacional, en los últimos cincuenta años el precio relativo de estos productos respecto a un índice mundial de costo de vida ha descendido a una tasa promedio anual de 1,6 por ciento. Sin embargo, cuando se realiza esta comparación, con un índice que mida el precio promedio de los productos manufacturados, se interrumpe esta tendencia en los 1990s. Se atribuye esta reversión en la tendencia, a la industrialización de los países asiáticos y a la globalización, ya que este proceso ha provocado, en los últimos diez años, una importante disminución de muchas manufacturas, en especial, textiles y bienes de consumo duradero.
Los especialistas se inclinan por dos hipótesis básicas. Sugiere la primera que los aumentos registrados en los precios de los metales poseen un carácter permanente, es decir, que no se producirá en el futuro inmediato un nuevo y abrupto descenso en los precios; según esta visón, la industrialización de China, la India y de otras economías emergentes de gran tamaño, ha provocado un cambio básico en las tendencias, y, así iniciado un nuevo período de precios altos. Se oponen a este punto de vista, aquellos que consideran que los aumentos son consecuencia de la acción de fuerzas especulativas. Quienes simpatizan con esta opinión piensan que el incremento posee un carácter transitorio, y, por esta razón, esperan que en el futuro próximo se produzca un nueva y abrupta caída en los precios.
¿Qué opinión favorece nuestras autoridades económicas? Aunque no la han dicho explícitamente, podemos deducirla si revisamos las proyecciones del último Informe de Inflación publicado por el Banco Central y las cifras del nuevo Marco Multianual. En ambos documentos se postula un leve tendencia hacia el descenso en los términos del intercambio. Deben, por esta razón, considerar más acertada la primera explicación. Es interesante contrastar esta actitud, optimista y algo arriesgada, con la opción que favorecieron, hasta el año pasado, las autoridades de Chile, que parecen haberse inclinado hacia la segunda posibilidad. Chile, en efecto, decidió el año pasado ahorrar casi la totalidad de los ingresos producidos por el aumento en el precio del cobre. Por esta razón, el año pasado la tasa de crecimiento de su economía, a pesar del boom de precios, fue bastante moderada. Parecen, sin embargo, haber cambiado de opinión, ya que han anunciado, para este año una política fiscal más expansiva.
Para terminar, me gustaría mencionar que no son necesariamente incompatibles las hipótesis descritas en los dos párrafos anteriores. Podemos, en efecto, concebir una hipótesis mixta que combine el efecto de los factores estructurales (la industrialización de China y otras economías asiáticas) con las especulativas. Si este fuera el caso, deberíamos esperar también un descenso en los precios, pero que no llevaría las cotizaciones al mismo nivel que tenían en el 2002. Incluso podríamos concebir una tercera hipótesis que atribuya el incremento al boom mundial de construcción y no a cambios asociados a los efectos de la industrialización china. Desafortunadamente, debemos dejar para otra oportunidad el desarrollo de este tema.
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