Félix Jiménez
Economista Ph. D.
Profesor Principal de
Diversos economistas que antes se quejaban de las intervenciones esterilizadas del Banco Central en el mercado cambiario, hoy nos dicen que el elevado nivel de reservas internacionales que tiene en su poder constituye un seguro que permitirá anular las presiones cambiarias y monetarias en casos de choques externos negativos. En efecto, las RIN ahora superan los US $ 21 mil millones y la posición de cambio se acerca a los US $ 15 mil millones. Ciertamente, si el BCRP optara por utilizar sus reservas para enfrentar un choque externo adverso, sus efectos negativos en la economía serían notoriamente morigerados.
De aquí, sin embargo, no se deduce que los cambios en la política monetaria efectuados durante los últimos nueve meses, sean irrelevantes. A nuestro juicio, estos cambios están configurando un proceso nocivo para la estabilidad económica y financiera del país. La actual política fiscal también participa en la configuración de este proceso, en un contexto internacional incierto no sólo para los términos de intercambio de nuestros productos minerales sino también para el volumen de exportaciones no tradicionales, por la desaceleración del crecimiento de la economía de los Estados Unidos. ¿Cuáles son esos hechos que confluyen en la formación de ese proceso nocivo para la estabilidad económica y financiera del país?
En primer lugar, el reforzamiento de las expectativas apreciatorias de nuestra moneda alentadas por las declaraciones del presidente del directorio del Banco Central a favor de una mayor flotación del tipo de cambio. Esta modificación de las expectativas ha originando un proceso sui géneris de carry trade cambiario, que es una apuesta especulativa a la baja del tipo de cambio. Un banco, digamos, extranjero, vende dólares a futuro (forwards) a un banco local. El banco extranjero apuesta a que, al vencimiento del contrato de ventas a futuro, el tipo de cambio de mercado sea menor que el tipo de cambio forward. Es decir, apuesta a que comprará dólares «baratos» para entregárselos al comprador de forwards, haciendo ganancias extraordinarias. Y, ¿cómo se cubre el banco local que compra los forwards (dólares a futuro)? Vende sus dólares con anticipación para, con los soles que obtiene, efectuar la compra de dólares en la fecha de vencimiento del contrato forward. No debe sorprendernos, entonces, que este proceso especulativo haya provocado un incremento de las compras por encima de las ventas de forwards por parte de las empresas bancarias locales (véase gráfico).
En segundo lugar, el aumento del margen de fluctuación potencial del tipo de cambio, con la decisión del directorio del BCRP de subir, por segunda vez, el límite operativo de las inversiones en el exterior de las AFP. Del nuevo límite de 15%, las AFP están utilizando sólo el 9%. El 6% restante equivale US$ 1 170 millones que, si es utilizado en el contexto de un shock externo adverso, provocaría un overshooting del tipo de cambio, haciendo inmanejable el proceso inflacionario que con ello se desataría en el país. Además, ello llevaría al incumplimiento de la meta de inflación, que ha sido reducida por el actual directorio del BCRP, lo que erosionaría su reputación, reforzando el proceso inflacionario desatado por el overshooting.
En tercer lugar, la apreciación cambiaria y un margen más amplio para las inversiones de
En cuarto lugar, el efecto negativo de la creciente apreciación de la moneda local sobre las exportaciones no tradicionales, la balanza comercial y la balanza en cuenta corriente. Durante el primer trimestre de este año, según el INEI, las exportaciones reales crecieron en 1% y las importaciones en 15%. Ya desde el 2006 se registra una caída en el crecimiento de las exportaciones: de una tasa de 14.9% registrada en el 2005, se reduce al 1% en el 2006, mientras la tasa de crecimiento de las importaciones aumenta de 10.6% a 12.4%. En consecuencia, puede afirmarse que el superávit comercial que todavía se registra desde el
En quinto lugar, las cuentas externas de nuestro país siguen siendo vulnerables a choques adversos de términos de intercambio, debido al predominio de las exportaciones tradicionales y al notable aumento de la propensión a importar (de 17.9% en el 2004, pasa a 18.8% en el 2005 y a 19.2% en el 2006). La demanda interna tendría que contraerse en magnitudes superiores a las registradas en períodos históricos de crisis parecidas, provocando reducciones mayores en la tasa de crecimiento del PBI. Considérese que el mercado interno, debido a los bajísimos sueldos y salarios, no es un factor de compensación de los efectos de una crisis externa.
En sexto y último lugar, los mayores créditos suplementarios solicitados por el ejecutivo y la flexibilización de la regla de crecimiento del gasto, agrega «más leña al fuego». Esta política fiscal procíclica es contraproducente para el objetivo de estabilización de la producción. No se incrementa el fondo de estabilidad fiscal, ni menos se planifica la inversión pública en infraestructura para sostener el crecimiento de la demanda interna y, de este modo, morigerar la vulnerabilidad de la economía a choques externos. Peor aún, no se ha avanzado en una reforma tributaria que asegure, a futuro, un manejo fiscal responsable, con un incremento de la base tributaria, con menos peso de los impuestos indirectos y con menos exoneraciones o gastos tributarios que no cumplen su cometido.
Por las razones anteriores, hay que evitar que la actual oportunidad de desarrollo del país se trunque como en los años sesenta, cuando en la política dominaban los que tenían mayoría en el llamado, por ellos mismos, «primer poder del Estado».
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