Por Luis Gamero Russo
Cuanto más observo lo que está sucediendo actualmente en nuestro país, más me convenzo de que existen todavía muchas contradicciones a nivel microeconómico en la política económica nacional. Porque a nivel macroeconómico, en lo medular, veo un buen grado de consenso.
La mayoría coincide en que el Gobierno debe continuar con políticas macroeconómicas de crecimiento y estabilización, pero todavía afloran diferencias, influenciadas mayormente por intereses particulares, al momento de diseñar las más diversas políticas microeconómicas. Dicho de manera más sencilla, la mayoría coincidimos en la gran meta de mantener al paciente "saludable", con baja tensión sanguínea y en buen estado físico, pero no nos ponemos de acuerdo en los tratamientos específicos para corregirle algunos de sus defectos menores, como el de reducirle el mal aliento y corregir sus juanetes.
Por ejemplo, en lo macroeconómico a no dudar existe una gran coincidencia entre la Sociedad Nacional de Industrias (SIN) y la Asociación de Exportadores (ADEX), pero sería también natural que discreparan en lo fundamental de la política de rebaja gradual de los aranceles de importación implementada por los Ministerios de Economía y Finanzas (MEF) y de la Producción (PRODUCE).
Con motivo, también, de las recientes reformas laborales, no es sorprendente ver una notoria discrepancia entre las posiciones de los voceros sindicales de la Confederación General de Trabajadores (CGTP) y las de los representantes empresariales (CONFIEP, SNI, ADEX, etc.), así como la de los desempleados y subempleados del país. Los primeros intentarán retener, y hasta mejorar, sus privilegios actuales abogando por una estabilidad laboral más efectiva, por ejemplo, mientras que los segundos apoyarán una ley más flexible para poder afrontar los vaivenes de los ciclos económicos sin tener que quedarse con una planilla "estancada", mientras que los terceros también apoyarán una ley más flexible que les permita más bien soñar con ingresar algún día a la fuerza de trabajo formal y poder gozar al fin de sus beneficios.
Aun a nivel del Poder Ejecutivo se pueden presentar contradicciones y diferencias en lo microeconómico. Por ejemplo: hace poco más de un año ocurrió el "affaire SNIP", que enfrentó la posición más "ortodoxa" del MEF con la más "derrochadora" de los ministerios de "obras públicas" (Vivienda, Salud y Transportes). El Presidente, quien obviamente le da bastante importancia al nivel de su popularidad en las encuestas, se encontraba al medio de estas dos posiciones, pero le dio la razón al MEF aunque "relajando" a su vez ciertas reglas del SNIP. El argumento oficial iba por el lado de que "si bien el SNIP fue creado para controlar la calidad de la inversión pública, eso fue en épocas de mayor escasez de recursos fiscales". Ahora que estamos en bonanza económica y con cierta abundancia de recursos fiscales, resultaría contradictorio y frustrante para las mayorías más pobres el no poder usufructuar de los frutos de esta misma bonanza.
Otro ejemplo que me viene a la mente es el proyecto que recientemente presentaron los Ministerios de Trabajo y de la Producción para incentivar la formalización del autoempleo y subempleo a nivel de MYPES. Este proyecto, al menos en sus etapas iniciales, requerirá de subsidios del Estado; pero en las discusiones tempranas, el Ministerio de Economía no necesariamente estaba de acuerdo ni con el nivel ni con la forma de estos subsidios. En vez de negarse a ellos, sin embargo, se concertó una fórmula que satisfaga a los tres sectores y se logró el consenso, aprobándose el decreto ley.
Yasí sucesivamente, se irán presentando diferencias y contradicciones normales en la discusión previa, la negociación, y el diseño mismo de la "microcirugía" económica. Y ello es parte integral y normal del ejercicio democrático, en que los diferentes sectores económicos y sociales compiten por una mayor participación en la "torta" económica.
Esperemos, pues, que estas diferencias y contradicciones en lo microeconómico, que se van a seguir presentando, se resuelvan siempre de la manera más favorable al país, apoyando así al buen entorno macroeconómico.
(*) MPA Harvard.
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