Javier M. Iguíñiz Echeverría
Las nuevas cifras de pobreza en el Perú muestran que la proporción de pobres por ingresos en la población total del país está disminuyendo. Las cifras han sido divulgadas con profusión. Cálculos anteriores mostraban una tendencia declinante y éstos, con otro marco muestral, la confirman.
En primer lugar, debemos manifestar nuestra alegría con esa ya persistente evolución. Ninguna rivalidad política, utilización oportunista de la información, o atribución inadecuada de méritos debe impedir que se ponga por sobre todo lo que les sucede a los pobres del país. Toda buena noticia debe ser celebrada aunque, como en el caso de la medición que estos días todo el país anota, no sea suficiente, ni de lejos, para iluminar todos las dimensiones de lo doloroso que significa vivir en pobreza, y aunque ello no nos haga olvidar a los millones que quedan atrapados por carencias extremas. La explicación de la metodología en diversos foros está aclarando el significado de las cifras entregadas al público pero vamos a sostener que las cifras mismas no deben, todavía, someterse a evaluación. No expresan adecuadamente los niveles logrados y los cambios ocurridos.
1.- La principal razón de la provisionalidad es que todavía no se han utilizado las cifras del Censo, que serán presentadas al parecer en Junio. La proporción urbana-rural de población en la que se ha basado el cálculo está muy atrasada, es de 1993, por lo que se ha sobreestimado la importancia de lo rural que es donde más pobreza hay. Un recálculo podría disminuir el nivel de la incidencia de la pobreza en el país durante todos los últimos años. Por eso, bienvenida la actual discusión metodológica; todos aprendemos de ella.
2.- Al respecto, la principal e inevitable razón de la fragilidad de la cifra del nivel de pobreza nos parece que es la alta sensibilidad del porcentaje de pobres a la definición de la línea nacional de pobreza. En uno de los foros se nos informó que, en efecto, un 5% de cambio en la línea, llevaría a uno de 15% en la magnitud de la pobreza. La razón es que hay muchos peruanos alrededor y cerca de la línea establecida en 229 nuevos soles por persona – mes. La discusión está servida. Por eso, habría que decir siempre algo así: “la pobreza afecta al 39.3% de las personas que son las que viven con S/1,145 al mes en familias de cinco miembros”. ¿Es 1,146 NS una situación de no pobreza familiar? Un factor de duda es, por ejemplo, que a ese ingreso hay todavía bastantes casos con déficits calóricos. En cualquier caso, lo único que cabe hacer es publicitar el criterio utilizado y mantenerlo para comparar cambios de un año a otro, con todas las debilidades que tenga.
3.- Otra legítima preocupación de los comentaristas es el realismo de la anunciada disminución de la pobreza en el 2007. El principal factor de suspicacias es que se ha aplicado a la línea de pobreza del 2006 una inflación de 1.5%. Esa es la inflación aproximada promedio de ese año y no la de diciembre-diciembre que es más del doble. Se puede escoger una de ellas pero da resultados distintos. El promedio reduce la cifra de pobreza este año pero la elevará el próximo. En otros términos, la inflación escogida no incorpora suficientemente la elevación de los precios, especialmente de alimentos y en regiones durante la última parte de 2007. La reducción de pobreza sería algo menor a la anunciada.
Es pues necesario esperar al recálculo con las cifras del censo para tener una idea más precisa de lo sucedido.
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