Alan Fairlie Reinoso
Economista PUCP
La reciente crisis en la frontera norte, ha demostrado la relativa facilidad con la que pueden escalar conflictos entre estados, llegando a la posibilidad de la acción bélica en la zona de paz andina, o sudamericana, donde muchos señalaron y señalan que es imposible que esto ocurra. Si solo se tratara de una discusión teórica, no tendría mayor relevancia. Pero, el problema es si en base a esa concepción se define la inserción internacional del país y su estrategia de Seguridad y Defensa Nacional.
LOS ACTORES
El debate se concentró en si había legitimidad o no para realizar acción armada en territorio de un país vecino que alberga grupo armado insurgente. Todos condenaron la acción colombiana en la OEA (salvo EEUU) y en el Grupo de Río.
El gobierno peruano tuvo en este punto una actitud cauta a pesar de su cercanía con Colombia, quedando este aislado. Pero Perú, fue el único que acompañó a Colombia en la calificación de las FARC como terrorista (salvo EEUU otra vez).
Venezuela identificó una serie de antecedentes (visitas de las más altas autoridades políticas y militares a Colombia, intento de vincularlos al narcotráfico, acusación de armamentismo, aliado de Irán) como configurando un escenario probable de agresión por parte de EEUU, usando a Colombia. Al mismo tiempo liquidando la salida pacífica con mayor liberación de rehenes, y las condiciones de diálogo que se estaban creando
El presidente peruano no asistió a la reunión del Grupo de Río, y cenó con Lourdes Flores en Lima. Pero, luego se escaló el ataque a las casas ALBA, denuncias de infiltración ideológica y financiera venezolana y detención de activistas que asistieron a una reunión de círculos bolivarianos en Ecuador.
El detonante de la crisis andina, no ha sido interno, sino la aplicación de una concepción y políticas de seguridad en el área (subversión, narcotráfico, etc), impulsada por EEUU y compartida por Colombia y Perú. El apoyo de los candidatos demócratas a ese enfoque y la posterior ofensiva del gobierno para que se apruebe el TLC con Colombia en esta coyuntura, parecen validar la hipótesis planteada.
Se golpea a Ecuador porque no ha actuado de acuerdo a ese esquema, y dicho sea de paso a quienes impulsan concepciones de desarrollo y de inserción internacional diferentes (Venezuela, Bolivia), no solo en el área andina.
Nicaragua se sumó a Venezuela en la ruptura de relaciones diplomáticas con Colombia y planteó respeto al tema de límites marítimos apoyado por ese país, incluso en términos militares (como le ofreció a Ecuador) ejecutando en la práctica la alianza militar que planteó en ALBA. Este actor centroamericano introdujo un elemento distinto al inicial, ampliando el frente externo que debía enfrentar Colombia.
¿Le conviene al interés nacional la militancia en ese esquema impulsado por EEUU? Parece más bien una estrategia que nos puede involucrar en una escalada regional de conflictos nacionales de países vecinos, y que lejos de acumular fuerzas y aliados, genera aislamiento. Persistir en la primera reacción del gobierno peruano, buscando un equilibrio regional, sin atizar el conflicto, exigiendo el pleno respeto a la soberanía y el derecho internacional constituye una mejor opción.
EL DESENLACE
Afortunadamente se descartaron por el momento los peores escenarios posibles. Se reactivaron foros y espacios, gracias a la adecuada reacción de varios de los gobiernos de la región que no convalidaron las agresión. Pero, se ha roto la confianza en varias relaciones bilaterales, que será muy difícil reconstruir. Es fundamental que se continúe el diálogo y se creen los espacios para desarrollarlo. Impulsar la cumbre sudamericana a fines de mes como estaba previsto sería una excelente señal y el liderazgo brasileño en la iniciativa es fundamental. Son estos espacios los que han funcionado, y lamentablemente la CAN fue desbordada por la crisis.
Ratificar la tercera ronda de negociaciones andinas con la UE en Quito también contribuiría de manera decisiva a seguir avanzando en el proceso de coordinación regional. Por supuesto, la cumbre AL-UE en mayo sería un foro donde esto se puede consolidar. El gobierno podría trabajar en esta agenda jugando un rol más activo en el escenario regional, antes que fuera de el.
La visita a Japón y China (del presidente Alan García), ratifica la prioridad externa del gobierno. Con China reiteramos, es fundamental el acercamiento más allá del aspecto comercial. Con Japón las declaraciones conciliadoras del presidente con Fujimori, parecen haber sido un mensaje adelantado de que se quiere eliminar ese factor como perturbador de las relaciones bilaterales. Se podrían dar señales claras sobre la importancia que se da a la relación con Europa, que viene siendo opacada por la prioridad dada a países asiáticos y APEC.
AMIGOS Y ENEMIGOS VARIABLES
Luego del abrazo con Ecuador, este país ratificó su alianza estratégica con Chile, y el carácter de "tratados", a los acuerdos pesqueros. Aquí se ha señalado que eso no influirá en La Haya. Ese no es el problema, la cuestión central es que se ratifica una alianza, inclusive militar, con apoyo explícito en un diferendo limítrofe cuyos escenarios probables seguro están siendo evaluados por los órganos del Estado que corresponden.
Se distancian de Bolivia, y se da tribuna continua a los opositores al régimen. Ni hablar de los roces y fricciones innecesarios con Venezuela. No se ejecuta a fondo la alianza estratégica con Brasil, que en su momento fue muy bien concebida por Cancillería. Seguimos con frías relaciones con Argentina, lo que debería revertirse de inmediato. Atacamos a Nicaragua, enrostrándole cuantas veces es posible el pago de su deuda.
Chile se acerca no solo a Ecuador, sino a Bolivia, Brasil, Argentina. No arremete contra Venezuela, y desde los cargos internacionales que tiene impulsa una cuidadosa estrategia, frente a la cual el Perú practica el aislacionismo.
Juntarse con Colombia en función de la perspectiva de EEUU en la región, no parece el mejor camino. Peor aún, seguir insistiendo en la política de cuerdas separadas y de mayor interdependencia económica como instrumentos para evitar el conflicto. La reciente crisis en el norte aconseja abandonar de una vez por todas estas concepciones, fortalecer los foros de integración y diálogo regional con un mayor protagonismo peruano redefiniendo sus relaciones bilaterales, y prepararse para cualquier escenario de desencadenamiento de crisis.
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