Es Irresponsable el BCR?

martes, 25 de marzo de 2008



Escribe Jurgen Sculdt


"Eso sí les garantizo, los rangos de inflación que ha señalado el Banco Central de Reserva, tal vez con una mínima variación, tienen que ser cumplidos (...) porque si no, no viene inversión al Perú, porque si no, nadie pone un centavo en el Perú". Alan García [1].


Por más que el Presidente de la República nos de ‘garantías’ de que este año se cumplirá la meta explícita de inflación, no hay que ser sabio para darse cuenta que no se cumplirá su pronóstico o promesa y que casi suena a una orden, aparentemente dirigida al directorio del BCR, pero seguramente pensando más en los minoristas ‘especuladores’. Obviamente, tampoco él cree en lo que ha dicho, pero parece considerar necesario hacer esa declaración, seguramente porque estima que con ello contribuiría a calmar esas malévolas expectativas que lo traicionaron en su gobierno anterior. Sin embargo, dada la bajísima aprobación de que goza el mandatario, según todas las encuestas de opinión, es poco probable que pueda influir en ellas, por no decir que su llamado pueda agravar el problema. A ello se añade el hecho conocido que, a pesar de que nuestra inflación aún es baja [2], el pequeño rebrote inflacionario [3] no sólo viene reviviendo los traumáticos recuerdos de la hiperinflación de fines de los años ochenta, sino que ya está generando una desigual puja distributiva para recuperar ingresos reales, como consecuencia de la espiral inflacionaria que ha comenzado a desatarse tímidamente desde el segundo semestre del año pasado.

En Lima Metropolitana la inflación anual ha transitado de un 2,2% en julio y agosto del año pasado a niveles cada vez mayores: setiembre 2,8%, octubre 3,1%, noviembre 3,5%, diciembre 3,9% y este año, en enero 4,2% y febrero 4,8%. Mientras tanto, durante los últimos seis meses se ha superado cada vez el techo y, dicho sea de paso, ¡durante los cinco primeros meses del año pasado la inflación estuvo por debajo del piso de 1%! [4]. Y, si este mes el IPC aumenta en 0,5% (algo bastante plausible), llegaríamos al 5% anual. A nivel ‘nacional’ (urbano), en julio y agosto del año pasado la inflación anual se mantuvo en 2,8%, pero de ahí en adelante ha ido acelerándose paulatinamente: setiembre 3,5%, octubre 4%, noviembre 4,3%, diciembre 4,9% y en lo que va del presente año continúa aumentando: enero 5,2% y febrero 6%. Si la inflación de marzo es de 0,55%, la inflación anual llegaría a 6,2%. De ahí en adelante, sin embargo, seguramente se irá calmando durante los restantes nueve meses del año, en que terminaríamos cerca al 5% [5].


¿Se cumplirá la meta de inflación este año?

Para comenzar, a inicios del año pasado, el BCR cometió el error de bajar la meta de inflación del 2,5% al 2%, con lo que la banda se redujo en medio punto porcentual en ambos extremos (de 3,4%/1,5% a 3%/1%). Quizá por exceso de optimismo, fue la primera vez que se modificaron los márgenes desde que se inauguró el sistema en 2002 [6]. Recuérdese que el 2006 se terminó el año con una tasa anual del 1,14%. Sin duda, al realizar la modificación se subestimó la importancia que potenciales choques de oferta tendrían (y tuvieron) en la economía peruana. Se tuvo mala suerte el año pasado y el ajuste hacia abajo se produjo justo cuando nos fulminaron varios choques negativos de oferta en el marco de una economía que crecía a todo vapor, terminando el 2007 en 8,5% (7,6% en 2006), en gran medida por la política monetaria exageradamente expansiva en dólares, en que el crédito en moneda extranjera creció casi 30% el 2007 con fondeo de líneas de crédito externo.

La consecuencia de esa equivocada y atolondrada decisión (¿por ambiciosa?) fue que el BCR no pudiera cumplir su meta, al dispararse la inflación, con lo que se desprestigió, no sólo el ente emisor, sino todo el paradigma de las metas explícitas de inflación. De ahí que hoy en día aparentemente ningún agente económico se fije en el BCR -y su meta de inflación- para tomar decisiones, sea para determinar precios o para exigir aumentos de remuneraciones, sea para establecer la tasas de interés o para ajustar los alquileres, etc. Lo que resulta siendo muy grave, porque ahora el sistema de metas de inflación ya no sirve para guiar las expectativas de inflación porque nadie cree que la meta se cumplirá. ¿Que harán entonces los agentes para fijar precios y salarios si no poseen la brújula necesaria para tomar decisiones? Este es el gran peligro que no se aquilata y que estarían enmascarando las autoridades económicas con declaraciones acrobáticas.

Baste hacer un elemental ejercicio numérico para darse cuenta que es un imposible que el presente año culmine con una inflación que se ubique dentro de la nueva banda. En este caso, como el año anterior en que superó el tope (llegando a 3,93% en Lima y a 4,94% a nivel ‘nacional’ o urbano), efectivamente resulta irrealizable alcanzar la meta y muy difícil llegar siquiera al 3%. En el anexo se presenta una tabla que ilustra esta afirmación. En ella los datos de la inflación de enero y febrero de este año son reales, pero los de marzo son datos supuestos, dadas las tendencias de los precios a esta fecha (apostamos por un 0,5% para Lima y 0,55 para el nivel nacional). A partir de ahí hemos supuesto tasas mensuales fijas de inflación, de tal manera que se pueda llegar al 3% a diciembre 2008, tanto en Lima, como a escala nacional-urbana. La conclusión de ese ingenuo cálculo es que para que se cumpla esta meta del techo de 3% (que, en realidad, debería ser del 2%), la inflación mensual de cada uno de los nueve meses que tenemos por delante debería ser de un utópico 0,15% mensual para Lima y de 0,13% para todas las 25 ciudades para las que se dispone de datos (incluido Lima). ¡Van las apuestas! [7]


¿Hacia el desprestigio del BCR?

En la práctica, sin embargo, es casi inevitable que rebasemos por un buen trecho el techo del 3% a diciembre de este año. Si para entonces la inflación (de Lima) se ubica entre 4% y 5%, que es lo que sucederá, el prestigio costosamente alcanzando por el Banco Central terminará por destruirse completamente, ya que por segundo año consecutivo habría fracasado [8]. De ahí que, a pesar de ser un lego en la materia, me atrevería a hacerle una serie de propuestas al Directorio del BCR para que la ingeniosa política de metas explícitas de inflación pueda salvarse y, con ello, el honor de los directivos del ente emisor.

Para comenzar, me limitaré al tema de las ‘bandas de inflación’ determinadas por el directorio. Antes de tomar una decisión respecto a alguna de las alternativas que presentaremos en torno a la nueva meta de inflación, el Directorio debe encontrar el momento preciso para hacerlo. Algunos dirán que debe fijarse lo más pronto posible, digamos el primer jueves de abril, en unos pocos días. Otros dirán que ese instante no debería ser el actual, dada la turbulencia e incertidumbre existentes en torno a una serie de variables que están actuando sobre la inflación, con lo que se generaría, no solo mayor confusión, sino más desprestigio para el BCR. Por lo que podría afirmarse que ese momento llegaría en tres o cuatro meses, cuando la inflación mensual se reduzca por debajo del 0,2% mensual (y en uno u otro mes seguramente será negativa), con lo que la tranquilidad volvería a ‘los mercados’, eliminadas prácticamente las expectativas de alta inflación.

Presentemos solo dos sugerencias en torno a la banda. Una primera consistiría en ampliar el ‘rango’ de inflación ‘permisible’. La meta se quedaría en 2%, pero se le daría dos puntos de gracia hacia arriba y hacia abajo, de manera que la inflación podría ubicarse entre el cero y el 4% a lo largo de los próximos años. Pero, a nuestro entender, esa faja no es lo suficientemente estrecha para asegurar la dieta necesaria para adoptar medidas serias para atacar las expectativas. Una segunda idea, que parece más realista, consistiría en ubicar la meta en un más sensato nivel de 3,5%, coincidente con la ‘inflación internacional’, a la que se le añadiría y restaría un punto porcentual (o uno y medio), con lo que el margen podría oscilar entre 2,5% y 4,5% (o 2% y 5%). Aquella meta sería la ‘lógica’, ya que nos parece contraproducente tener una tasa que sea inferior a la tendencia mundial de precios, dado que su logro llevaría implícita una mayor tendencia a la de por sí existente sobrevaluación del sol [9]. Además porque se parece a la anterior banda, la que se pudo cumplir del 2002 al 2007 con desviaciones transitorias, lo que permite planificar a futuro e impide potencialmente que los salarios reales caigan. Además, da espacio para los choques de oferta. Eso implica reconocer el error, lo que ciertamente es costoso; pero en estos temas no hay espacio para el orgullo y los egos.

Decidida la opción, el directorio debe convencer a los agentes económicos que cumplirá su nueva promesa, sí o sí. Esta debería contener además dos elementos. De un lado, el directorio deberá informar cuándo estima que la inflación regresará al nivel de la nueva meta. De otra parte, tendrá que comunicar qué medidas concretas adoptará para lograrlo. Sin embargo, parece que estamos lejos de una solución de este tipo a este problema, a juzgar por las últimas declaraciones del brillante presidente del BCR: “Hay límites frente a lo que se puede hacer. Se podría tener una inflación más baja haciendo locuras, pero con un costo muy grande para la economía" [10]. ¿Es incendiario o bombero? Si bien tiene mucha razón que es peligroso jugar con fuego... pero algo hay que hacer y cambiar las bandas no parece ser una necedad, mucho menos si viene reforzada por una comunicación convincente y medidas precisas que marquen las señales de un recuperado liderazgo.

Obviamente, de tomarse una decisión de este tipo, tendría que adoptarse antes que termine el año, porque de lo contrario –dado que la inflación nuevamente rebasará la banda fijada por el BCR- se perdería completamente la credibilidad del ente emisor, lo que azuzaría gratuitamente las expectativas inflacionarias y nos llevaría a procesos inerciales de inflación como consecuencia de la creciente indexación de precios y salarios para los que puedan darse el lujo de hacerlo.

Ciertamente, en este caso también, cambiar las ‘reglas de juego’ es un asunto muy delicado y puede resultar bastante oneroso, pero ¿será más costoso que tener que reconocer a fin de año que se ha vuelto a fallar con el cumplimiento de una inflación que debía estar dentro de la banda anunciada? En cuatro o cinco meses tendremos la respuesta.


Punto aparte

La afirmación del presidente de que si no se logra ubicar la inflación de este año dentro del “rango de inflación que ha señalado el Banco Central de Reserva” no vendría inversión al Perú, se merece dos comentarios muy puntuales. De una parte, llama la atención el intrigante razonamiento del mandatario, a quien más le interesan los electores externos que los pobres ciudadanos peruanos que soportan las alzas de precios. De otra parte, a la inversión extranjera le interesa un comino el nivel de inflación, aunque es cierto que sí le preocuparía su volatilidad. Más aún, en estos momentos seguramente le angustian bastante más las contradictorias declaraciones de los funcionarios públicos y las desesperadas medidas que viene adoptando el MEF y uno que otro ministerio para enfrentar el alza de precios.

***

ANEXO: Ejercicio de Utopia



[1] Reuters, marzo 23, 2008 (http://lta.reuters.com/article/domesticNews/idLTAN2329429420080323).

[2] Nótese que este es un juicio de valor y depende además de la evolución de los ingresos nominales de la población. Como tal es relativo lo que se considera ‘alto’ o ‘bajo’, por lo menos en un ‘régimen de inflación’ en que la tasa no rebasan el 15 o 20% anual. Si tenemos presente que las remuneraciones no aumentan, una inflación de 4% es ‘alta’ desde una perspectiva subjetiva. Si, en cambio, hay indexación plena podría considerarse ‘muy baja’.

[3] Todos hablamos todavía de un ‘hipo’, pero –como sabemos- hay de los hipos que pueden durar semestres y hasta años. Aún recuerdo el sufrimiento del Papa Pío XII, que tuvo frecuentes ataques de hipo y uno final que duró no se cuánto tiempo y lo llevó al otro mundo hace 50 años. Rebuscando en internet encuentro la siguiente terrible noticia a este respecto: “El caso más extremo registrado lo sufrió un estadounidense, Charles Osborne que tuvo hipo durante 69 años , a partir de 1922. Al parecer, le sobrevino un ataque de hipo mientras sacrificaba un cerdo y después no pudo encontrar la cura. De todas formas, dicen que llevó una vida razonablemente normal, tuvo dos esposas y ocho hijos. En julio de 1986 se supo que sólo hipaba entre 20 y 25 veces por minuto en vez de 40, que era el máximo que había padecido. Falleció el 1 de mayo de 1991”. Pero el hipo no lo mató directamente, sino las úlceras (que no sabemos si se debieron al hipo o a su mujer). Siguiendo en la búsqueda encontré una serie de recetas para afrontarlo (estimado lector, pienso en su salud), las que desafortunadamente no sirven para atacar el hipo inflacionario del Perú. Un experto recomienda las siguientes: “Respirar a través de una bolsa de papel; no respirar; recibir un susto; beber por el lado opuesto del vaso; sorber azúcar o pan rallado; tocarse la campanilla con una cuchara; deglutir de un trago un hielo, una cucharada de mantequilla o un vaso de zumo de limón; tocarse las dos orejas con las manos mientras una persona de confianza te da de beber agua con azúcar; rezar; todo lo anterior a la vez”.

[4] Lo que significa que durante los últimos 14 meses solo en un cuatrimestre (de junio a setiembre 2007) estuvieron dentro de la banda inflacionaria pre-fijada.

[5] Según el Centro de Investigación Empresarial de la Cámara de Comercio de Lima, este año la inflación ascenderá a 4,38% (El Comercio, marzo 24, 2008; p. a6).

[6] Las malas lenguas dicen que eso es inevitable cuando solo una y media cabezas de los 7 directores del Banco piensan y deciden. ¿Será porque el 5 y ½ ya no existe? Acusación muy injusta, por supuesto.

[7] Más pesimista que la nuestra es la visión del “(...) ministro de Economía (quien) pronosticó que el proceso inflacionario podría alcanzar su pico entre abril y mayo, luego de lo cual los precios empezarán a bajar paulatinamente. Esto se debe, sostuvo el ministro, al fin de la temporada de lluvias (las cuales dificultan el tránsito por las carreteras) y al inicio del período de cosecha” (El Comercio, marzo 24, 2008; p. a6: www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2008-03-24/es-imposible-control-precios-enel-siglo-xxi-dice-presidente-garcia.html).

[8] El grupo de Coyuntura Económica del CIUP ha proyectado una inflación anual de 4,82% para este año, suponiendo que se repita la misma inflación de cada mes del año pasado, desde marzo en adelante (Ver: http://blog.up.edu.pe/coyuntura/?page_id=386).

[9] Seguramente hay otras alternativas, pero que solo generarían más confusión. Por ejemplo, podrían plantearse dos sugerencias en torno al índice de precios ‘adecuado’ que debería adoptarse como criterio en torno al cual se fijaría la banda. Una primera consistiría en aplicar un paradigma que consistiría en mantener la actual banda y señalar que de ahora en adelante no se tomará en cuenta la inflación (de Lima Metropolitana), sino la inflación subyacente, que es la ‘auténtica’. En ese caso podría dejarse la situación actual, con una meta del 2% (+/- un punto porcentual). Esta alternativa, sin embargo, si bien sería muy tentadora, podría caer en el peligro que todo rubro que no guste se incluya dentro de la medición de la inflación no-subyacente El peso del IPC correspondiente a los precios ‘subyacentes’ es de 60,6%, en que el ‘resto’ es lo ‘no subyacente’ (volátil, coyuntural, gaseoso) y que además se mantiene fijo (en peso y rubros, pero no en contenido de cada uno de sus sub-rubros) y ahí podría entrar cualquier cosa, a conveniencia. La gran dificultad con la ‘no subyacente’ es que varios factores se pueden convertir de temporales en permanentes, como parece ser cada vez más el caso del petróleo y los alimentos-insumos (trigo, maíz y soya). Otro criterio de ‘inflación’ podría determinarse en base al deflactor implícito del Producto Interno Bruto (PIB), que representa mucho mejor –por ser más completo- la evolución de los precios de toda la economía y permitiría un manejo más adecuado de la tasa de interés de referencia. Sin embargo, esta propuesta no es viable porque no se dispone de los datos necesarios para cada mes.

[10] Gestión, marzo 24; p. 4.

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