La Vaca de la Abuela Candelaria

miércoles, 12 de marzo de 2008

¡Ha llegado la hora de ordeñarla!


Jurgen Schuldt

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Así acostumbraba despertarme la abuela Candelaria, todos los días a las 4 a.m., para que recoja la leche de la única vaquillona que por fin estaba en condiciones de alimentarnos. Los cuidados y las inversiones que le habíamos prodigado fueron enormes desde que compramos la ternerita y ahora estábamos en condiciones de beneficiarnos de sus deliciosas caricias y natas. Bastaba que llamara a la res a viva voz por su nombre [1] –le puse Candelaria, de tanto que la quería a la mamá de mi mamá por martirizarme cada madrugada- y venía apurada a mi dormitorio para ser estrujada. Bien nos merecíamos sus frutos.

Igual sucede con la Inversión Extranjera Directa (IED), que requiere varios años de esforzada siembra antes de poder cosechar sus frutos, aunque siempre hay que darle alimento y otras sustancias para que la vaca lechera siga llegando y dando frutos. Al margen que nuestros gobiernos también la llamen desesperadamente por su nombre (por eso del ‘grado de inversión’), lo que nos interesa en este texto es determinar aproximadamente el monto neto con el que contribuyen los inversionistas extranjeros a nuestra balanza de pagos.

¿Traen más o menos de lo que se llevan cada año? La hipótesis obvia es que, a medida que maduran las inversiones, en tanto las utilidades van creciendo, con lo que a la larga –y con todo derecho- lo que remiten al exterior debería ser superior a lo que se queda en el país. Limitaremos el análisis al último quinquenio, desde el 2003 al 2007.

¿Cómo se hace el cálculo? [2] Aparentemente la medición es sencilla, pero curiosamente nadie la ha hecho pública. Lo que se debe a las peculiaridades de las cuentas de balanza de pagos, cuyos detalles técnicos dificultan –sólo a primera vista- los estimados [3]. Y esto es así por la metodología con la que se dan a conocer dos tipos claves de cuentas en la Balanza de Pagos. De un lado, porque el monto que se consigna por concepto de la inversión extranjera directa (I) en la cuenta de capitales no es la que viene en sí, ya que parte de las utilidades es consecuencia de la reinversión de utilidades (R) de las empresas foráneas, de manera que hay que restarle ésta para poder afirmar cuánto ‘entró’ efectivamente. De otro lado, porque en la cuenta de ‘renta de factores’, a las utilidades (U), las que aparentemente remiten al extranjero (según las cuentas), hay que restarle las reinversiones (R), diferencia que es la cifra que efectivamente ‘sale’ del país. Con lo que tendríamos la siguiente fórmula sencilla para detectar cuánto realmente meten o sacan del país las corporaciones transnacionales (La resultante ‘Y’ obviamente puede ser mayor o menor a 0):

Y = (I – R) – (U – R) = I – U.

Es decir, una vez que uno se propone establecer la fórmula, las complejidades se simplifican a tal grado que basta restarle de la Inversión Extranjera Directa (I) las Utilidades de las Empresas (U) para obtener el flujo de divisas que efectivamente entra o sale al país año a año. La Tabla adjunta ilustra las tendencias que coinciden con nuestra hipótesis de partida, en que se observa claramente que es solo a partir del último bienio que se nota una sangría notoria de divisas por este concepto, tendencia que sin duda se irá agravando en los años que tenemos por delante [4]. La cosecha, como se puede ver, es muy provechosa para las corporaciones foráneas. A lo largo de los últimos cinco años, el flujo neto de salida resultante –cuando todos creíamos que entraba más de lo que salía- ascendió a US$ 5.150 millones, que se escabulleron libres de polvo y paja.




Son múltiples los aspectos que se desprenden de la Tabla adjunta, algunos de los cuales conviene resaltar:

a. En el transcurso del último quinquenio los flujos de IED ascendieron a US$ 14.263 millones, frente a las utilidades que se expandieron en US$ 22.315’, es decir un 46% más que aquellas.

b. La inversión extranjera es cada vez más importante, en términos absolutos y relativos respecto a la inversión bruta privada del país, tanto que ha crecido en 16 puntos porcentuales en el quinquenio pasado (de 14% a 30%);

c. Las utilidades de las empresas transnacionales obtienen una tajada cada vez mayor del PIB, habiendo logrado aumentar su participación del 2% en 2003 a más del 7% el año pasado.

d. Una proporción cada vez mayor de la llamada ‘inversión extranjera directa’ (IED) no viene de fuera, sino que es un desprendimiento de las utilidades no distribuidas que se mantienen en el país, con lo que cada vez llega menos dinero ‘fresco’.

Como lo pone en evidencia este ejercicio, para que la balanza de pagos sea sostenible en el tiempo, nuestros gobiernos tendrán que portarse cada vez mejor con la IED para que esta venga en cantidades cada vez mayores, dado que naturalmente las utilidades seguirán creciendo a un elevado nivel y las reinversiones de esas ganancias no necesariamente están garantizadas. Reglas de juego claras y estables, respeto de los contratos, encierro de canes hortelanos, políticas fiscales y monetarias austeras, entre otras leyes y exigencias que requieren ‘los mercados’ para funcionar adecuadamente. Todas ellas deberán estar a la orden del día. Y el Presidente García, en efecto, viene siguiendo muy educadamente estas reglas de comportamiento.


Nota: véase el excelente texto aparecido hoy, sobre este mismo tema, de Humberto Campodónico: “Inversión Extranjera: sale más de lo que entra”, en La República, marzo 12, 2008, p. 13 www.larepublica.com.pe/content/view/209020/559/).

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[1] Eso lo había aprendido en los años cincuenta, cuando visité la hacienda ‘Collpa’ de la familia Castro Mendivil en Cajamarca, donde una campesina con voz aguda llamaba a las 20 vacas por su nombre, a lo que cada una salía educadamente del establo en las mañanas y, luego de escuchar nuevamente el chillido de su nombre, volvían a entrar en él en las noches.

[2] Los datos se pueden obtener directamente a partir de la ‘cuenta financiera’ (en que se observa la inversión extranjera directa y la reinversión de capitales) y de la de ‘renta de factores’ (de donde se desprenden las utilidades de las empresas extranjeras) de la balanza de pagos que publica el BCR. Lo interesante es que la ‘reinversión’ (de utilidades) es un dato que solo se dispone desde hace poco y, que yo sepa, solo se ha publicado para los años que van de 2003 a 2007.

[3] En que dejaremos de lado los dineros que se van o vienen por concepto de los endeudamientos de los extranjeros y el subsiguiente servicio de la deuda, sea de corto o de largo plazo.

[4] Esto no debe interpretarse como una crítica a la IED, que ciertamente ha permitido incrementar las exportaciones, los impuestos que cobra el gobierno, la generación de empleo adecuado y el pago de remuneraciones decentes, la incorporación de progreso técnico a la caduca producción interna, etc. A lo que habría que agregar algunos efectos negativos que no es el caso tratar aquí, ya que este es un simple ejercicio aritmético, que en algún momento podría convertirse en un peligro para nuestra balanza de pagos y que será cuando los flujos netos de salida de divisas por estos conceptos resulten siendo mayores a la contribución marginal de la IED a la generación de exportaciones de bienes y servicios.

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