El Quinto Suyo

Enrique Fernández-Maldonado Mujica.

Sociólogo

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En el Perú, como en todo el mundo, las migraciones internacionales constituyen uno los procesos sociales y económicos más importantes (y complejos) de los últimos tiempos. Se trata de un fenómeno que, siendo antiguo como la humanidad, se ha intensificado con los cambios demográficos, económicos, tecnológicos y políticos ocurridos bajo el ímpetu globalizador. Tal es su trascendencia que, en algunos casos, ha impactado significativamente en la fisonomía y estructura ocupacional de las sociedades de destino, incluidos algunos países de la región, donde los peruanos han adquirido el status de primeras “minorías”.

Esto ha sido posible por los cambios que ha sufrido la migración peruana respecto de los flujos de origen y destino. Si en un inicio nuestro país se caracterizó por su condición “receptora” de extranjeros, esta tendencia se revertirá radicalmente en la segunda mitad del siglo xx, cuando las migraciones internas (endógenas hasta los años ochenta) dieron paso a la diáspora internacional. Así, de acuerdo a un informe reciente de Cancillería, la OIM y el INEI, la migración peruana se sextuplicó entre 1990 y 2007, sumando casi dos millones de connacionales en el exterior, convirtiéndonos en un país netamente “expulsor” de migrantes.

Esta cifra – subestimada por la inmigración no registrada o ilegal – expresaría cambios importantes en la economía (y psicología) de los peruanos. El perfil del migrante peruano se caracteriza en la actualidad por su juventud (el 69.4% tienen menos de 40); por una ligera predominancia femenina (51.3%) y por ser mayoritariamente profesional (más del 50% cursarían o tendrían educación superior o técnica), urbano y costeño. Entre los principales lugares de destino se encuentran los Estados Unidos, Argentina, España, Italia, Chile y Japón (en ese orden), desde donde provendrían el 85% de las remesas.

Un dato revelador tiene que ver con las motivaciones que explican la migración peruana. ¿Cómo entender, si no, la abrupta salida de peruanos (sin retorno) entre los años 2002-2007, paradójicamente los de mayor crecimiento económico de los últimos tiempos? (ver gráfico) Para Teófilo Altamirano (PUCP), este boom migratorio respondería a la proliferación de redes sociales de apoyo constituidas por las colonias peruanas en el exterior – además de las activas políticas de captación laboral de países con problemas demográficos y de estructura ocupacional (El Comercio 7/03/08) – haciendo de la migración una vía alternativa para el progreso.

Por lo pronto, la migración internacional, en tanto fenómeno global, apunta a profundizarse en los próximos años. ¿Qué perspectivas ofrece este proceso (incontenible) para países como el Perú? Al parecer, varias. Cada vez con mayor frecuencia las colonias de migrantes se han constituido en agentes de desarrollo para sus lugares de origen. Experiencias recientes de “co-desarrollo”, basadas en el envío de remesas desde el exterior, han dado lugar a proyectos de desarrollo gestionados por las asociaciones de migrantes, la cooperación internacional y los gobiernos locales. Los avances en el potenciamiento de capacidades productivas y la construcción de infraestructura social realizada con el aporte económico (y colectivo) de peruanos migrantes es, sin duda, significativo. En el Perú, el flujo de remesas – que superó los US$ 14 mil 44 millones los últimos 18 años – no sólo constituye una importante fuente de divisas (representan el 2% del PBI); representan asimismo una importante veta para “estabilizar” en el ámbito local el éxodo masivo de peruanos. Una pregunta que cae por su propio peso es que han hecho (qué hacen) las autoridades nacionales para aprovechar el ingreso de remesas, más allá del simple consumo.