La Agricultura Mundial

martes, 18 de marzo de 2008

Fernando Eguren
Economista

Después de veinticinco años, el Banco Mundial dedica su informe anual a la agricultura¹ . Una de las razones de esta renovada, aunque tardía, atención al tema agrario es una doble constatación, en apariencia contrapuesta: que a pesar de varios años de crecimiento económico, persiste la pobreza rural, pero que al mismo tiempo el desarrollo agrario es un poderoso instrumento para derrotarla. "La reciente disminución de la tasa de pobreza de quienes subsisten con US$ 1 al día en los países en desarrollo (del 28% en 1993 al 22% en 2002) se ha debido principalmente a la reducción de la pobreza rural (del 37% al 29%), mientras que la tasa de pobreza urbana se ha mantenido casi constante (en un 13%)" (P. 3).


Años antes, un grupo de especialistas del mismo BM produjo un interesante informe sobre la agricultura de América Latina². En él se redefine el concepto de lo rural y hace un nuevo cálculo de la importancia que tiene en las economías nacionales. El BM adoptó así una definición de lo rural que ya hace dos décadas fue gestada y utilizada para muchos efectos en la Unión Europea. Esta nueva definición de lo rural toma en cuenta una variable demográfica y otra territorial. Según esto, son rurales los espacios con densidades demográficas menores a los 150 habitantes por km 2 y con una distancia superior a una hora de viaje de las zonas urbanas. Sobre la base de estos nuevos criterios, el informe del BM constata que los sectores rurales de América Latina y el Caribe son mucho más grandes que lo que indican las estadísticas oficiales, aproximadamente dos veces mayores que el tamaño actualmente estimado.

En consecuencia, recomienda el informe, los encargados de formular políticas deberían prestar más atención a las políticas de desarrollo rural. Las estimaciones realizadas por estos especialistas sugieren que la expansión de las actividades agrícolas de América Latina y el Caribe tiene un fuerte impacto positivo en el crecimiento del ingreso del sector no agrícola. En contraste con estos resultados, no encontraron evidencia de un impacto significativo del crecimiento de los sectores no agrícolas sobre las actividades agrícolas en América Latina y el Caribe. Interesante conclusión que debería hacer reflexionar a quienes consideran que las actividades extractivas como la minería deben tener prioridad absoluta sobre las actividades agrarias y el desarrollo rural.

En esta recuperación de la agenda agraria por las instituciones intergubernamentales merece una atención especial la Declaración Final de la Conferencia Internacional sobre la Reforma Agraria y el Desarrollo Rural convocada por la FAO en Porto Alegre en marzo de 2006, y que ha sido escasamente difundida en el Perú, a pesar de la participación oficial del gobierno peruano en ese evento.

En su primer párrafo, la declaración subraya la pertinencia de "la reforma agraria y el desarrollo rural en la promoción del desarrollo sostenible que incluye, Inter alia, la realización de los derechos humanos, la seguridad alimentaria, la erradicación de la pobreza y el fortalecimiento de la justicia social sobre la base de los principios democráticos del derecho" ³.

Otros puntos de la declaración no podrían ser más contrarios a los conceptos sobre los que se basan las actuales políticas. Así, la declaración reitera en su párrafo 11: "La importancia de la agricultura tradicional y familiar y otros sistemas de producción en pequeña escala, al igual que el papel que juegan las comunidades rurales tradicionales y los grupos indígenas en el fomento de la seguridad alimentaria y en la erradicación de la pobreza". Es cierto que la declaración, aunque fue apoyada por la representación oficial peruana, no tiene carácter vinculante.

Podemos extraer dos conclusiones de esta renovada atención internacional por el tema agrario. Primero, que el desarrollo rural es considerado como clave – más aún, prioritario – para el desarrollo general de las economías de los países en desarrollo. En segundo lugar, que compete a la pequeña agricultura un papel estratégico en ese desarrollo, y particularmente en la erradicación de la pobreza.

Si bien cada país tiene características y procesos específicos, poca duda sobre la pertinencia que tienen para el Perú la información y los conceptos contenidos en los importantes documentos mencionados, que contrastan visiblemente con las orientaciones del manifiesto presidencial "El síndrome del Perro del Hortelano" que, como recordarán los lectores, asume que solo la gran empresa y la gran inversión salvarán al Perú.

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