Kurt Burneo
Mirando los números de la política fiscal actuales, me da la sensación por el sentido de ésta, el que se está privilegiando el titular y la foto del momento, no obstante que con ello aparte de relegar una indispensable prudencia en el gasto público, empieza además a afectarse un asunto en el que la actual administración debe andar en puntas de pie, cual es la inflación. Intentaré explicar estos eventos.
Tomando información del último reporte de inflación del BCR, encontramos que mientras el PBI creció entre el 2006 y 2007 en 7.6 y 8.5% respectivamente con una proyección de 7% para el 2008; el gasto no financiero del gobierno general lo hizo a tasas parecidas: 8.7 y 7% en dichos años o mayores cuando miramos la proyección de 11.3% para el 2008. Como el ingreso corriente del gobierno general creció en el 2006 y 2007 en 23.1 y 20.5% respectivamente con un aumento proyectado para el 2008 de 20.5%, con estos aumentos en el ingreso fiscal no es de extrañar que se hayan producido superávits primarios: 3.9 y 4.8% en el 2006 y 2007 y uno aún mayor para el 2008 de 3.4%... Si a estos superávits primarios le deducimos los intereses de deuda que han variado a tasas ligeramente algo menores que las del PBI; obtenemos el denominado resultado económico que indica superávits de 2.1 y 3% del PBI para el 2006 y 2007 y de 1.8% del PBI para el 2008.
Pero hay que tener cuidado con las conclusiones a obtener sobre estos superávits fiscales si se quiere caracterizar la política fiscal en curso, puesto que esconden los efectos que sobre los ingresos tienen el actual ciclo expansivo en la economía así como del precio de los minerales. Si descontamos estos efectos tenemos el resultado estructural, cuya variación expresa el denominado impulso fiscal. Este indicador, fue (correctamente) sostenidamente negativo en los años previos, porque si la economía desde el 2001 inició su ciclo expansivo, una adecuada política fiscal, debe de moderar la expansión de la demanda interna y hacer menos volátil tal expansión, configurándose así el carácter contracíclico de ésta.
Como una suerte de moda retro, desafortunadamente la política fiscal es hoy procíclica, el impulso fiscal fue de 0% del PBI para el 2007,creciendo dicho impulso en un equivalente al 1.1% del PBI para este año; con ello esta se constituye como un factor impulsor de la demanda interna -cuando no la necesita dada la actual dinámica del consumo e inversión privadas-, y claro la foto (cortoplacista) con el merlín es presentar altas tasas de crecimiento del PBI, aunque no sean sostenibles ¿No es mejor presentar una dinámica del PBI algo menor pero sostenible en el tiempo? Paradójicamente algunos siguen caracterizando como “ortodoxo” el manejo de la política macroeconómica actual.
Pero hay algo mas, si hay un tema que debe ser tratado con mucho tino por la actual administración económica del país, es el referido a la variación de los precios. (por los malos recuerdos sobre el 1er. Periodo del Presidente actual). Ya van 2 años en que la meta inflacionaria no se viene cumpliendo y creo que debieran ser mucho más cuidadosos respecto a lo que viene sucediendo con la inflación. Las presiones por el lado de insumos externos como el caso de la soya, maíz, trigo y petróleo parecieran que van a durar mas de lo previsto, entonces la administración económica actual y sobretodo el Ministerio de Economía y Finanzas, debería buscar preventivamente moderar los efectos sobre la inflación por el lado de la demanda, tratando de morigerar la tasa de crecimiento de la demanda interna, mediante una bastante menor expansión del gasto público, cuyo crecimiento previsto para el 2008 es de 8.2%. Señalo esto porque si bien, tanto por la Constitución Política del Estado como por su ley orgánica es el BCR quien tiene como responsabilidad la estabilidad de precios, el logro del mismo no puede ser circunscrito exclusivamente al accionar de esta institución, puesto que la dinámica de los precios internos siendo definida en parte por la política económica interna, ella a su vez está centralmente constituida por la política monetaria a cargo del BCR y la fiscal a cargo del MEF; por ello la consistencia entre estas es fundamental. Claro, tal consistencia implicará sin duda privilegiar la estabilidad macroeconómica y no el efectismo cortoplacista del numerito del PBI.
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