El precio del Trigo

jueves, 28 de febrero de 2008



Pedro Francke

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Los precios del trigo en los mercados internacionales alcanzaron nuevos niveles históricos, avivando los temores por el aumento descontrolado en los costos de los alimentos. En un solo día, la variedad de primavera de alto valor proteico subió casi un 25% este lunes en el Mercado de Granos de Minneapolis, EEUU. Por su parte, el trigo para entrega en marzo de la Junta de Comercio de Chicago, alcanzó el máximo permitido de $0.90 para ubicarse en $11.99 por bushel en las operaciones electrónicas en Asia.

Los analistas consideran que esta última subida fue alimentada por la decisión de Kazajstán de imponer restricciones a las exportaciones del cereal, sumándose a medidas similares que ya aplican Rusia y Argentina. Sequías en el norte de China y otras regiones del mundo han impulsado los precios. En Minneapolis, los contratos a futuro de marzo del trigo estadounidense llegaron a $24 por bushel, lo que significa que el producto duplicó su precio desde enero. La tendencia viene arrastrándose desde el año pasado debido a las sequías en regiones productoras clave como Australia, Europa Oriental y el norte de China. Un aumento en el nivel de vida en China e India que llevó a cambios alimentarios en la población, generó un crecimiento en la demanda del cereal en esos países. A esto se suma la decisión de algunos agricultores de disminuir su producción de trigo a fin de aumentar los cultivos de maíz, caña de azúcar y otros usados en la elaboración de biocombustibles. El empujón final provino de la crisis en los mercados financieros. Varios inversores están buscando mercados alternativos, entre ellos los de cereales, ante las escasas o inestables ganancias en los sectores que hasta ahora se consideraban de alta rentabilidad.

¿Será posible reducir la pobreza al 30 por ciento hacia el año 2011?


Escribe Juergen Schuldt

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El sábado pasado nuestro flamante Ministro de Economía declaró tajantemente que el año pasado la pobreza se redujo en 2,5 puntos porcentuales, al descender del 44,5% de la población total en 2006 a 42% en 2007. Lo que habría significado que 600.000 personas escaparan de la pobreza[1]. Logro que efectivamente merecería todo tipo de felicitaciones, aunque no precisamente para el mencionado, quien aparentaba estarse atribuyendo tamaña hazaña.

Lo que primero llama la atención es que, como lo informara La República, el ministro haya dicho “que estas cifras son una aproximación (sic) a los resultados oficiales que presentará el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) a mediados de año (otro sic), luego de culminar la revisión (doble sic) de la Encuesta Nacional de Hogares”. De manera que está advertido el jefe del INEI: ¡no se le vayan a apartar demasiado las cifras ajustadas a las que hiciera públicas el ministro! Por lo demás éste no debió hacer estas declaraciones (¡habiendo tantos temas pendientes que podría tratar!) sino hasta que dispusiera de las cifras definitivas, lo que francamente da que pensar sobre la seriedad de todo un Ph.D. en economía.

Al margen de todo el debate político en torno a la forma, las políticas y los procesos por los que salieron de la pobreza y si ello significa que no retornarán a ella[2], nos limitaremos a los simples números y sus más elementales proyecciones. Como tal este es un escrito dirigido a escolares primariosos para entrenarlos en aritmética, más que en economía.

Lo que, de paso, nos servirá para demostrar que –a partir de los datos del INEI difundidos por el ministro- es un cuento que los pobres hayan disminuido en 600.000 (sección 1.) y, de refilón, servirán para señalar que es prácticamente imposible lograr reducir la pobreza incluso al modesto y casi vergonzante 30% de la población hacia el año 2011, como lo ha prometido y repite a cada rato el gobierno (acápites 2., 3. y 4.). Para ésto último partiremos de los supuestos del ministro, cuando –muy suelto de huesos- afirmara, refiriéndose al año 2007, que: “A ese ritmo (...) la meta propuesta por el gobierno de reducir a 30% los niveles de pobreza en el país hacia el 2011 sería una realidad”.

A este último respecto, la pregunta clave sería ¿qué significa “a ese ritmo”?, términos muy gaseosos, criollamente muy inteligentemente utilizados por el piloto de la economía peruana. Porque ese ritmo puede referirse, cuando menos, a tres variables que podrían definir el ‘ritmo’ específico, a saber: a. Que todos los años baje la pobreza en 2,5 puntos porcentuales; ó b. Que todos los años disminuya la pobreza en 600.000 personas; ó c. Que en base al crecimiento económico de los próximos años –dada la elasticidad empleo/producto del 2007- se alcance la mencionada meta. Haremos el cálculo para cada una de las tres posibilidades, que los colegiales deben realizar por su cuenta[3].

2. Los imposibles 600.000

Para determinar la reducción de la pobreza en 2007 respecto a 2006, todo lo que tenemos que hacer es establecer la población total, ya que -como conocemos los porcentajes de pobreza en esos dos años- podemos obtener los números absolutos de pobres. Los resultados se muestran en la Tabla I y nos llevan a la conclusión que habrían disminuido en algo más de 535.000 personas, 12% menos que los 600.000 anunciados por el ministro. Se habrían inventado así más de 72.000 personas que ya no son pobres, por un simple error de cálculo o acto de birbibirloque[4].


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Pero, como el Dr. Carranza goza de nuestra simpatía, intentaremos sacarlo del apuro, para ver como cuadramos su cifra de la disminución de los pobres en 600.000. Para lo que podemos ejercitarnos con dos métodos, obviamente con la complacencia del INEI.

Una posibilidad es aumentar la población del Censo de 2005 (que de por sí ha sido cuestionado de múltiples perspectivas). El problema es que, si hacemos el cálculo, los 27 millones y pico consignados oficialmente como la población total habría que inflarlos en nada menos que unos 4 millones redondos, con lo que el Perú llegaría a 31 millones de habitantes (que es como traernos todos los peruanos que viven en el extranjero). El problema es que con ese ‘artificio’ los pobres del 2006 ya no serían 12 sino 14 millones en el 2006 y casi 13,4’ en el 2007, superiores en más de 1 millón a los que oficialmente se estiman. De manera que habrá que descartar esta vía, por más que con ella sí se llegaría a una disminución de los pobres en 600.000 durante el año pasado.

El otro método para sacar del apuro al ministro, consistiría en reducir la tasa de crecimiento demográfico. Ejercicio que hemos hecho, pero que nos lleva a la increíble respuesta de que –para que los pobres se hayan reducido en 600.000 en 2007[7]- la población tendría que haber aumentado apenas al 0,75% anual en el trienio pertinente, es decir a una tasa que es la mitad de la que ostentaba en el lapso intercensal de 1993 a 2005. Aunque es cierto que muchos peruanos han migrado al exterior, resulta difícil justificar que se hayan ido más aún de los que efectivamente se fueron (2006: 414.700; y 2007: 342.000). Porque habría que añadir 360.000 emigrados más para que las cifras del ministro cuadren.

Finalmente, cabría hacer una mezcla entre los dos métodos anteriores y los resultados cuadrarían, pero no le cabrían a nadie en el cerebro ni a la transparencia y responsabilidad social y moral que requieren a gritos las autoridades económicas y el INEI en estos días de incredulidad relativamente generalizada frente a las cifras oficiales que divulgan cada cierto tiempo.

Con lo que estamos en condiciones de realizar los ejercicios a futuro, para ver hasta qué punto es posible cumplir con la meta de reducción de pobreza al 30% para cuando llegue el año 2011. Insistimos que se trata de gimnasia aritmética, más que económica, lo que ya sería otro cantar.

3. 2,5 puntos porcentuales menos por año (para aprender a restar)

Este es el caso más sencillo para determinar los pronósticos del ministro, porque basta restar los 2,5 puntos porcentuales cada año al porcentaje del año anterior. La conclusión es que no se alcanzará a reducir la pobreza al 30% en el 2011, sino en marzo del 2012. Atraso que, de cumplirse, no sería mayormente preocupante por tratarse de décimas. Quizás sólo el Presidente estaría algo molesto porque no podría anunciar el logro de la meta prometida cuando deje el cargo[8] y, en caso de llegar, ofrezca su Mensaje a la Nación el 28 de julio del 2011.

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4. 600.000 menos cada año (para reforzar la clase del ‘aprender a restar’)

En este caso, el cálculo no se hace mucho más difícil. Mientras el anterior lo puede hacer un estudiante de segundo de primaria, este tendría que hacerlo uno de tercero. Ahora debemos establecer la población de mediados de cada año, partiendo con el dato del 2005 (que es el ‘oficial’ del Censo, tal como lo consigna el INEI) y le añadimos un crecimiento demográfico de 1,4% anual[10], como en el ejercicio anterior (recuerde que entre los dos censos anteriores fue de 1,5%). Luego se establece el número de pobres de cada año, asumiendo que en el 2007 eran 42%, como lo proclamó el ministro. Finalmente, a la cifra absoluta de pobres obtenida, se le restan 600.000 personas, año por año.

________Aunque se acerca a la meta, tampoco en este caso la llega a achuntar plenamente, pero como en el ejercicio anterior, a pocos meses del año 2012 la vería hecha realidad. Una vez más, trinará el Presidente cuando tenga que dirigirse al Congreso a mediados del 2011.

5. Crecimiento y Pobreza

Una tercera posibilidad, ya bastante más sofisticada para un estudiante inicial de educación secundaria, consiste en estimar la reducción de la pobreza sobre la base de la elasticidad pobreza/crecimiento. Es decir, estimando el porcentaje en el que disminuye la pobreza como consecuencia del crecimiento económico. Para ello utilizaremos el dato de 2007 vis a vis 2006.

Del cuadro anterior se desprende que la pobreza se redujo en 4,3% en el 2007, mientras que el crecimiento económico fue del 9%. De manera que la elasticidad-arco que utilizaremos será del –0,48 (=-4,3/9). Es decir que, por cada punto porcentual que crece el Producto Interno Bruto, la pobreza se reduciría en casi medio punto[12]. Lo que nos hace falta ahora es conocer las proyecciones del crecimiento económico, el que obtenemos de las proyecciones del propio gobierno, según el cual en los próximos años la economía crecería a las tasas que figuran en un informe del FMI, tal como se consignan en la Tabla IV. Finalmente, lo que tenemos que hacer es aplicar ese relación a los años que siguen al de 2007, tal como se muestra en el cuadro siguiente.


A juzgar por estas proyecciones, que son las que serían las más realistas de las tres que hemos realizado, la meta del 30% no se logrará sino –en el mejor de los casos- hacia comienzos del año 2015. De manera que la euforia que irradió el ministro en sus declaraciones derivó seguramente del muy exitoso crecimiento económico del año pasado, ciertamente más deslumbrante en cantidad que en calidad.

En conclusión, el gobierno va a tener que apurarse y esmerarse bastante más que en sus primeros 20 meses de gestión para intentar reducir la pobreza a fin de alcanzar esa ansiada meta (que tampoco nos lleva al paraíso, pero algo es algo) para el día de la patria del año 2011. Pero para ello será necesario seguir algunos de los consejos sugeridos por Francke e Iguiñiz en el trabajo arriba mencionado, así como otras políticas que no es del caso discutir aquí. Y, por cierto, tampoco le haría mal que sus altos funcionarios se ejerciten un poco más en el uso de las operaciones matemáticas básicas[17].

[1] Las afirmaciones del ministro que aquí utilizamos han sido reproducidas del informe de Vanesa Ochoa, aparecidas bajo el título “600 mil dejaron de ser pobres en el 2007”, publicado por La República de febrero 23, 2008; p. 12 (www.larepublica.com.pe/component/option,com_contentant/task,view/id,205770/Itemid,484/).

[2] Porque aparentemente se les sacó de la miseria paternalista y clientelarmente “ofreciendo pescado en vez de enseñar a pescar”, esa tan manida parola que el Dr. Toledo utilizó antes, durante y después de ejercer la presidencia. A ese respecto es ilustrativo el artículo de Armando Mendoza, “Pobreza: ¿Repartiendo pescado o enseñando a pescar?”, en La República, febrero 26 (www.larepublica.com.pe/content/view/206224/645/).

[3] Por adelantado les agradezco a quienes me indiquen los errores que pueda haber cometido en algunos cálculos.

[4] No llego a entender porqué esta palabra tan atractiva no figura en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Habrá que sugerírsela a nuestro paisano MVLL para que, como miembro ilustre de la Academia desde 1996, la incorpore. Esperamos las gracias.

[5] Dado que la tasa de crecimiento demográfico entre 1993 y 2005 fue del 1,5%, asumiremos que ha bajado al 1,4%, tasa que postularemos para este cálculo.

[6] Este dato es oficial y corresponde al Censo de ese año.

[7] En cuyo caso los pobres caerían de 12,2’ a 11,6 millones en el año 2007.

[8] O se las arregle para continuar por otro quinquenio, que actualmente todavía lo prohibe la Constitución vigente. Dos Legislaturas Ordinarias podrían arreglar el problema, pero evidentemente los votos y alianzas –por más provechosas que fueran las ofertas del partido de gobierno- no permiten vislumbrar un final (in)feliz en ese sentido.

[9] A los estudiantes que no han aprendido la diferencia que existe entre ‘porcentajes’ y ‘puntos porcentuales’ los remitimos al siguiente artículo, que también incluye otros errores típicos y que será de gran utilidad para políticos y periodistas (y hay economistas que no se salvan), ya que confunden ambos términos, imperdonablemente: “Cinco Errores o Trucos Numéricos Comunes” (www.lainsignia.org/2006/julio/econ_002.htm).

[10] Podría postularse un 1,3% anual de crecimiento de la población, pero dado que la emigración del país ha venido cayendo, aparentemente por el aparatoso crecimiento económico, asumiremos un 0,1 de punto porcentual más. En efecto, según informa la Dirección General de Migraciones, mientras en el año 2006 emigraron del país –para no regresar más- 414.700 personas, mientras que el año pasado ‘sólo’ lo hicieron 342.000 (ver: “Perú, país de donde fuga el talento”, en Gestión, febrero 26, 2008; p. 30).

[11] Nótese, de partida, que aquí ya el ministro sobrevaluó la disminución de pobres para el 2007, ya que disminuyeron en 527.719; es decir, en menos de 72.000 personas de las que él dio a conocer.

[12] Esta cifra coincide gruesamente con los estimados de Pedro Francke y Javier Iguiñiz, “Crecimiento Pro-Pobre en el Perú”, Lima: CIES, febrero 2006. Véase especialmente el Cuadro 10 que presentan los autores, en que se estiman minuciosamente las elasticidades pobreza-crecimiento, incluso por regiones, por consumo y por ramas económicas. Es evidente que esta elasticidades divergen –a menudo muy radicalmente- según cada uno de esos criterios, aparte de que son relativamente volátiles en el tiempo.

[13] Las proyecciones han sido tomadas de las que publicara el FMI en enero de este año y están referidas al periodo 2008-2012: “IMF Country Report No. 08/28 “, enero 2008; Tabla 12, p. 36 (www.imf.org/external/pubs/ft/scr/2008/cr0828.pdf). Es interesante señalar que su cifra referida al crecimiento económico de 2007 es del 7,5%, frente a la cifra oficial peruana del 9%.

[14] Esta cifra se obtiene por regla de tres.

[15] Datos oficiales para el crecimiento y el porcentaje de pobres. El número absoluto de pobres lo calculamos en el ejercicio anterior.

[16] Desde este año en adelante las proyecciones son nuestras, muy optimistas... para no perder las esperanzas.

[17] También es cierto que no se les puede culpar a los funcionarios públicos que divulgan esas cifras, dado que somos mundialmente famosos por nuestro analfabetismo matemático. Comprensible en ese caso, porque de niños seguramente los profesores del SUTEP (los culpables de siempre y de todo), en vez de enseñarles esas reglas elementales, se las pasaron inculcándoles los mucho más complicados esquemas de reproducción simple y ampliada de Marx.

Bilateralismo y Cumbres

miércoles, 27 de febrero de 2008


Alan Fairlie Reinoso


El país será sede de la cumbre euro-latinoamericana y la de APEC, pero mientras está en una frenética suscripción o negociación de TLCs bilaterales: Canadá, China, Corea, Australia, México, entre otros. Hay un marcado contraste con la pálida participación y falta de iniciativas en las reuniones regionales y sudamericanas
Se privilegian los acuerdos norte-sur, generando una falsa dicotomía con los acuerdos sur-sur, y una agresividad contraproducente con iniciativas alternativas como el ALBA(que tuvo su cumbre a fines de enero coincidente con la de cancilleres UNASUR).
El gobierno peruano está privilegiando un enfoque mercantilista (más mercados, más inversión) e ideológico (de alineamiento con las iniciativas e intereses de la primera potencia),aún a costa de crear un aislamiento en escenarios donde las variables estratégicas parecen tener mayor relevancia La discusión sobre los objetivos y las estrategias que convienen al interés nacional, a obtenerse en las cumbres y los TLCS, está ausente.
Lo que ocupa a la prensa son, de un lado, los hoteles donde será el foro, las ciudades sede, las condiciones de seguridad para los visitantes, los millones que dejarán . De otro lado, se crean falsas expectativas sobre beneficios de las cumbres en las sedes regionales.
Se ningunea la Cumbre con Unión Europea donde estarán el mayor número de mandatarios que el país haya recibido. Se sobredimensiona la cumbre APEC .Se boicotea una negociación en bloque con Europa, y se plantea lo bilateral, funcional en la relación con APEC.
Ambos foros son fundamentales para el país. Europa es un socio comercial importante, principal inversor y cooperante, y tenemos coincidencias en el orden multilateral y objetivos de construir un mundo multipolar. La relación con el Asia y países como China es clave, más allá del comercio (también por razones estratégicas). Pero el Perú debe seguir una estrategia que defienda su interés y no subordinada a la agenda de otros países como EEUU a nivel global y Chile a nivel regional, lo que es suicida.
La integración regional está en crisis y lo demuestran los magros resultados de la reunión de cancilleres UNASUR, el Tratado Constitutivo está muy lejos de la propuesta de fusionar los acuerdos de integración que formuló su secretario general.
Bolivia enfrenta crisis interna fundamental, se llegó a extremos peligrosos en el diferendo colombo-venezolano, Ecuador no deja de apoyar a Chile en el diferendo de límites marítimos con el Perú. Siguen los problemas energéticos en relación Bolivia-Brasil-Argentina, y los diferencias internas del MERCOSUR
ALBA se ha fortalecido en su última cumbre, han creado un Banco, programas de integración energética y productiva y hasta se propuso una alianza militar. Venezuela denunció que se preparaba una agresión armada desde Colombia por parte de EEUU, y Nicaragua apeló al apoyo venezolano en su diferendo marítimo con Colombia
Las variables geopolíticas y estratégicas parecen marcar el ritmo de los acontecimientos. Colombia y Venezuela a pesar de sus diferencias ideológicas, mantenían su tradicional dinamismo bilateral, y justo cuando se iba a reintegrar Venezuela a la CAN, se desencadenó la crisis.
Perú no debe alinearse con Colombia y menos Chile, tampoco atacar a Venezuela o los socios del ALBA, para impulsar la estrategia d e EEUU en la región y el hemisferio. Debe trabajar en todos los foros una estrategia de integración y de acumulación de fuerzas, exactamente lo opuesto a la de aislamiento que es la resultante de su política o no-política en la región. El problema con Chile tendrá escenarios complicados en un futuro cercano, prepararse para estar en las mejores condiciones debería ser la máxima prioridad interna y externa

También la Inflación Discrimina


Escribe Juergen Schuldt

La discriminación es un fenómeno generalizado en el Perú, comenzando por la racial y la de género, pasando por la laboral y la religiosa, hasta llegar a la que explota a los niños y maltrata a los ancianos. A lo que se añade que esos segmentos de la población son los que reciben la peor educación, sufren el ultraje del poder judicial (y carcelario) y se someten a los más deficientes servicios de salud, si es que reciben alguno. En su gran mayoría, tales exclusiones recaen sobre los más pobres en forma brutal y perfectamente transparente, por lo que podrían evitarse si solo hubiera la voluntad política (lo que ya es mucho pedir) y las instituciones indispensables (que es un proceso de largo plazo) para evitarlas.

Sin embargo, existe una modalidad peculiar de discriminación que acompaña a las mencionadas, pero se procesa de una manera bastante más sutil, porque los castiga a través de la aparentemente impersonal inflación. La forma más tradicional de plantear el asunto consiste en señalar que la inflación es dañina para los pobres porque no tienen cómo defenderse frente a ella, sea porque no están sindicalizados o no tienen trabajo o están jubilados o, más aún, porque no poseen activos que les permitan sostener sus ingresos reales en procesos de alta inflación.

Esa visión es, sin duda, correcta. Pero hay otra forma aún más sofisticada para discriminar contra los pobres a través del sistema de precios, lo que puede suceder a partir del impacto indirecto que sobre ellos ejerce la inflación, tanto por su localización geográfica, como por su ubicación en la pirámide de ingresos. Estas últimas, derivadas de los aumentos asimétricos de los precios básicos de la economía, son las que trataremos en lo que sigue, a fin de demostrar que hasta los precios discriminan a los pobres.

Inflación Limeña, Regional y Nacional[1]

A inicios del año el gobierno nos informó que la inflación “del Perú” fue del 3,9% en 2007. Lo que sus voceros volvieron a festejar como un triunfo más de la actual gestión económica. Por más que haya rebasado el límite superior (3%) de la meta de inflación fijada por el Banco Central para el año pasado, trataron de consolarnos aduciendo que era la más baja del continente, lo que es bien cierto si exceptuamos los casos de EEUU (2,5%), Ecuador (3,3%) y México (3,8%)[2], aparte de Canadá.

La cuestión es que ese guarismo no refleja realmente el aumento de los precios del país, ya que mide exclusivamente la “inflación de Lima-Metropolitana”. Lo que no sería problemático, si esos aumentos ponderados de los precios de la capital equivaliesen aproximadamente al promedio nacional. Sin embargo, si revisamos las cifras de las otras 24 ciudades para las que se dispone de datos sobre el aumento anual del Índice de Precios al Consumidor (IPC), nos daremos con la sorpresa que la inflación limeña fue la más baja de las principales ciudades del país. Incluso hay cuatro urbes que sobrepasan el 8% anual y la gran mayoría está entreel 5% y el 7%.

Esto resulta extremamente preocupante y podría explicar parte importante de las movilizaciones sociales reiteradas que se dan en el ‘interior’ del país. Téngase presente que el rubro más sensible de la canasta de los consumidores, el de ‘Alimentos y Bebidas dentro del Hogar’, aumentó en 8,9% a nivel nacional, destacando entre su componentes ‘pan y cereales’ (19,9%), ‘grasas y aceites comestibles’ (15,6%), ‘leguminosas y derivados’ (13,9%), ‘frutas’ (13,6%), así como ‘Leche, Quesos y Huevos’ (13,3%), entre los más delicados. Sin duda, parte importante de tales aumentos es atribuible a la inflación importada (que se aceleró de 0,3% en 2006 a 10,5% en 2007), lo que explica gran parte de los sustanciales incrementos de los precios de los insumos, tanto los de los combustibles (petróleo), como los de aquellos necesarios para producir alimentos (trigo, maíz, aceite de soya, leche en polvo).

De manera que lo más adecuado sería aproximarnos a un cálculo de la tasa de inflación “del Perú” sobre la base de los datos pertinentes que disponemos de las principales ciudades. Con lo que nos acercaríamos bastante más a una medida ideal, aunque solo se refiera al Perú Urbano (y, más específicamente, de las capitales de departamento, más Chimbote), lo que excluye a quienes viven en ciudades intermedias, pueblos, aldeas, villorrios, caseríos, comunidades y demás. De hecho, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEI) ha realizado el cálculo referido (lo hace desde 2002), llegando a la conclusión que el aumento ponderado del nivel general de precios de las 25 ciudades encuestadas –Lima incluida- fue del 4,9% en 2007. De manera que la inflación ‘nacional’ rebasa en un punto porcentual a la de la metrópoli y en casi dos puntos porcentuales la frontera superior de la meta inflacionaria fijada por el Banco Central[3].

Precisando cifras y tomando los datos más recientes del INEI, referidos a la inflación anual enero-2008/enero-2007 de las principales capitales, nos indican que el proceso de inflación podría estar entrando en una espiral ascendente, lo que viene reforzado por el reciente aumento abrupto de las expectativas de inflación[4].

En tal sentido, si nos limitamos a las ciudades que han sufrido las tasas más elevadas de inflación, tal como figuran en la Tabla siguiente, detectaremos que se trata también de aquellas capitales de los Departamentos que, a la vez que son de los más pobres del país, gozan de las más vastas riquezas naturales. Son aquellas que han logrado el crecimiento económico más acelerado de los últimos años, comenzando con el auge espectacular de los sectores de construcción y comercio, pero sobre todo como consecuencia de las actividades mineras de exportación minera que albergan los Andes (marcadas con negrita en la Tabla) o por tratarse de zonas costeñas de bonanza agroexportadora[5].



Si bien los trabajadores que están directamente involucrados en la minería han visto incrementar sustancialmente sus remuneraciones (y el monto que reciben por su participación en las utilidades de las empresas) más allá de la inflación, los demás agentes económicos que se ubican en su entorno, así como los trabajadores no calificados que laboran en la actividad agroexportadora, deben haber visto reducidos sus salarios reales. Lo que hay que atribuírselo a los precios de su canasta familiar, los que aumentaron en más y hasta en mucho más del 6%[7]. Y es que, si bien en esas zonas ha aumentado el empleo no calificado, no lo han hecho así sus remuneraciones (la oferta es casi perfectamente elástica) y los pocos que sí las han visto aumentar, perdieron en términos reales por las altas tasas de inflación que consignáramos arriba.

Con lo que –cierto que es una atrevida hipótesis- las relativamente elevadas y crecientes tasas de inflación ‘provinciales’ se deberían al aumento de la masa de ingresos acumulada por el aumento del empleo que resultó del crecimiento económico, más que del alza de las remuneraciones reales por habitante. Porque, dado que la demanda de trabajo ha crecido mucho más de lo que han disminuido los salarios reales, los mercados regionales seguramente se han expandido aceleradamente, pero casi exclusivamente por el aumento de la oferta de trabajo (casi) perfectamente elástica, más que por el poder de compra de la remuneración por trabajador. Por lo demás, la espectacular expansión del crédito debe haber contribuido también a esa coyuntura expansiva.

Inflación por Deciles de Ingreso

Desde otra perspectiva también es posible detectar la cólera con la que los precios pueden ensañarse contra los pobres en determinadas circunstancias. En un estudio reciente, Eduardo Morón y Edgar Salgado[8] calculan la inflación de Lima y de las capitales de departamento segmentando la población en deciles de gasto, en el que no solo incluyen lo que se gastó en base a su ingreso corriente, sino “cualquier forma de pago (o financiamiento) para el consumo de cada bien; esto es, pago en especie, autoconsumo, transferencias públicas o privadas y la categoría no sabe”.

Los datos los han recogido de las Encuestas Nacionales de Hogares (ENAHO), construyendo la canasta de consumo de cada 10% de la población en cuestión en base al promedio del periodo 2004-2006, diferenciando las que corresponden a las de Lima Metropolitana de las del resto del país. Desde ahí obtienen también la inflación nacional. Sus resultados se despliegan en la Tabla II[9].


Como se puede observar, una vez más se presentan diferencias abismales en las tasas de inflación por deciles. Considerando solo los extremos de las distribuciones de gasto, el 10% inferior (el más pobre) afronta una inflación que es superior en 30% a la de los de mayores ingresos[10]. En Lima la inflación resultó ser casi un punto porcentual superior en el estrato bajo (1) que en el más alto (10), mientras que en las ‘demás ciudades’ la diferencia llega a alcanzar los dos puntos porcentuales más, en promedio. Resultados verdaderamente sorprendentes, tanto que merecieron muy justificadamente la primera plana del diario El Comercio el sábado pasado.

Concluyendo

De manera que, en síntesis, se observa que los estratos pobres –específicamente a lo largo de 2006/2007- sufrieron los mayores niveles de inflación, afectados por dos efectos. De un lado, por sus bajos ingresos, los que sesgan su patrones de consumo hacia los bienes esenciales (v.gr. alimentos), que son los que más se incrementaron en ese bienio. De otra parte, también se vieron perjudicados por su localización geográfica en ciudades del ‘interior’, donde el costo de vida subió bastante más que en Lima, básicamente por la reactivación económica de las regiones (por el lado de la demanda), donde efectivamente aumentó el empleo agregado, pero no las remuneraciones reales de cada trabajador.

Y, aunque no lo hemos analizado aquí, este efecto redistributivo que ejerce la inflación también se ha venido dando en el país porque las remuneraciones nominales por trabajador han aumentado menos que los aumentos generales de precios. Por lo que no debería sorprendernos que, a partir de este año, la puja por aumentos salariales también contribuya a acelerar la aún débil espiral inflacionaria por el lado de costos.

Usted dirá que la inflación en el Perú es tan baja, que no debería preocupar mayormente, a pesar de estarse acelerando, en parte por las propias expectativas de mayores alzas. Pero, si uno considera que los ingresos nominales prácticamente no han aumentado, su impacto puede ser sustancial, sobre todo por los elevados niveles de pobreza (oficialmente, más del 40%) y de pobreza extrema (extraoficialmente, en torno al 20%) que prevalecen y que, en el mejor de los casos, apenas permiten asegurar un nivel mínimo de subsistencia.

Lo interesante del asunto es que esos datos y el carácter innatamente discriminador de la inflación, nos permiten entender hasta cierto punto las recientes movilizaciones sociales en esas regiones, las que vienen explotando por motivos aparentemente irrelevantes y que interesadamente, para liberarse de responsabilidades, son atribuidas por el gobierno a elementos ‘sediciosos’[11]. En nuestra opinión, buena parte de la insatisfacción y la frustración ‘provincianas’ parecerían provenir de las alzas de precios, especialmente las de los alimentos; ciertamente agravadas por el deterioro de los salarios reales, las pésimas condiciones de trabajo (para quienes lo consiguen), las precarias políticas sociales y la extremamente desigual distribución del ingreso y los activos.

[1] Sobre este espinoso tema ya hemos llamado la atención hace tres meses (http://schuldtlange.blogspot.

com/2007/12/inflacin-2007-

acercndose-al-5.html), así como Humberto Campodónico (www.larepublica.com.pe/

content/view/192716/559/).

[2] Fuente: http://ipsnoticias.net/inflacion.asp

[3] Comprensiblemente el presidente del ente emisor ha cuestionado los datos elaborados por el INEI para ‘provincias’, cuya metodología sería –por decir lo menos- deficiente... con lo que probablemente ha querido dar a entender que procedimientos más completos y sofisticados bajarían la tasa, pero que en la práctica bien podría sorprendernos con niveles aún más elevados a los detectados por el INEI. Según Nota Informativa No. 013-2008-BCRP (febrero 5, 2008): "Ante las preguntas de los parlamentarios sobre el uso de la inflación nacional en lugar de la de Lima, detalló (Julio Velarde) que ello se debe a que el indicador de la capital tiene una metodología más sólida respecto al índice calculado para las provincias. Se mostró de acuerdo en apoyar al INEI en la elaboración de la encuesta a los hogares, cuyos resultados pueden servir para mejorar el cálculo de la inflación nacional, indicador que actualmente es defectuoso". A pesar del cuestionamiento que se hace de esas cifras, el propio BCR las publica en su “Reporte de Inflación – enero 2008” (www.bcrp.gob.pe/bcr/dmdocuments/PolMon/Archivos/RI_2008_01.pdf); p. 30. En honor a la verdad, debe señalarse, sin embargo, que en ciertos años para los que tenemos datos (2002 a 2007), la inflación de Lima ha sido superior a la ‘nacional’, como en 2002 (1,5% contra 1,1%), 2003 (2,5% vs. 2,4%) y 2005 (1,5% frente a 1,4%). En cambio, la nacional rebasó a la limeña en 2004 (3,7%/3,5%), 2006 (1,2%/1,1%) y 2007 (4,9%/3,9%). Acumulando todo el sexenio tenemos que la nacional fue del 15,6% y la limeña del 14,8%; pero, ya que la nacional incluye a la limeña, la de las capitales de Departamento seguramente ha sido superior a esta última en 2 o tres puntos porcentuales. Estas cifras aparecen en el mencionado ‘Reporte de Inflación – Enero 2008’ del BCR.

[4] Lo que también se aplica a los agentes generalmente ‘mejor informados’ y tal como se desprende de las encuestas que se realizan –desgraciadamente solo en Lima- entre ‘analistas económicos’, representantes de instituciones financieras y los de instituciones no financieras, quienes estiman que –promediando sus percepciones del mes pasado- la inflación de 2008 será de 3,2% (en enero del año pasado ‘pronosticaban’ una inflación limeña del 3%). Ver: BCR, “Reporte de Inflación – enero 2008”; Gráfico 15, p. 23.

[5] Según Eduardo Morón, entre otros factores, este proceso inflacionario en las ciudades del ‘interior’ estaría reflejando “la ausencia de supermercados, los mismos que actuarían como una suerte de normalizadores de precios al contar con recursos logísticos que los hacen menos vulnerables a las escaseces y al ofertar a todos los segmentos de la población en iguales condiciones, lo que evita la volatilidad de los precios y su dispersión”. Ver el reportaje de Luis Davelouis Lengua, “La inflación para los más pobres habría llegado a 8,2%”, en El Comecio, febrero 23, 2008 (www.elcomercioperu.com.pe/edicionimpresa/Html/2008-02-23/la-inflacion-mas-pobres-habria-llegado-82.html).

[6] Este parecería ser el Departamento que más ha crecido económicamente el año pasado, ya que se trata del que más ha incrementado su pago de impuestos a la SUNAT (¡en 115,7%!), frente al 12,3% de Lima.

[7] El año pasado el salario mínimo vital solo se incrementó en octubre, pasando de 500 a 530 soles (6%), suma que ‘oficialmente’ perciben 700.000 trabajadores. Desde el primer día de este año el SMV ha aumentado a 550 soles mensuales.

[8] Fuente: Eduardo Morón y Edgar Salgado, “Estimación de la Inflación según percentiles del gasto”. Lima: Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico, febrero 2008 (http://docs.google.com/View?

docid=dgcq4j9g_1csbp7khh).

[9] No hemos incluido las series que elaboraron –siguiendo el mismo procedimiento- para 2005 y 2006, ya que en esos casos las diferencias no son muy notorias entre los deciles extremos (1 y 10). Pero sí vale la pena señalar que, tanto la inflación en Lima fue superior en los estratos altos en 0,2 de punto porcentual respecto al decil más bajo en 2005 y lo contrario en 2006 (por 0,3), como en el ‘resto nacional’ en 0,45 de p.p. a favor del decil 1 en 2005 y, al revés, en 0,29 de p.p. para el decil 10 en 2006.

[10] Algo parecido sucedió en 2006 y lo contrario en 2005 (en que los estratos de altos ingresos soportaron aumentos mayores en el nivel general de precios), datos que no se presentan aquí y que se pueden consultar en el estudio mencionado. De paso, es pertinente señalar que las ENAHO no recogen adecuadamente los ingresos y gastos del grupo de ingreso más alto, que generalmente se niega a responder las encuestas o lo hace minimizando o devaluándolos. Otra deficiencia, ya más de fondo, del cálculo del IPC ha sido señalada por Kurt Burneo: El índice se construye hoy tomando como referencia los precios del 2001 y utilizando la fórmula de Laspeyres, que expresa un promedio ponderado de variaciones de precios usando ponderaciones fijas. ¿Por qué no evaluar la posibilidad de uso de la fórmula de Paasche para el cálculo del IPC, la cual utiliza ponderaciones variables actualizadas según el período de estimación del índice dado que hoy es muy común el reemplazo de productos y servicios como reacción ante cambios en precios en los niveles socioeconómicos bajos? El procedimiento es más costoso que el actual, pero este mayor gasto y esfuerzo permitirían contar con un indicador de variación de precios más realista, con periodicidad mensual y estratificado. Seguir como se está es seguir en el salón de los espejos” (“Inflación: ¿Igual para Todos?”, en El Comercio, febrero 23, 2008).

[11] Para lo que lo invito a leer un texto ‘políticamente correcto’ (sí, señores, sobre todo si lo ha escrito el editorialista estrella de nuestro principal diario), de acuerdo al cual “las explicaciones sociológicas y estructuralistas de la violencia social no tienen sentido cuando hoy el extremismo no oculta sus planes”. De acuerdo a esa simplista lógica bastaría, “además de fortalecer a la policía y a los órganos de inteligencia, (que) el Ejecutivo debería advertir a Venezuela, Cuba, Bolivia y Nicaragua, que no se permitirá una injerencia en nuestros asuntos internos; dejando en claro que si aquí se producen incidentes terroristas, la comunidad internacional ya está notificada (sic) de quienes son los principales sospechosos de vinculación”. Si no me cree, vea el editorial por su propia cuenta, riesgo y susto: Hugo Guerra, “Dejémonos de eufemismos”, El Comercio, febrero 23, 2008 (www.elcomercio.com.pe/

edicionimpresa/Html/2008-02-23/

dejemonos-eufemismos.html).



Fuente: La Insignia (www.lainsignia.org/2008/febrero/ibe_016.htm).

Pobreza: ¿Repartiendo pescado o enseñando a pescar?

lunes, 25 de febrero de 2008

Armando Mendoza

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Un conocido refrán dice: "Dale a un pobre un pescado y saciaras su hambre un día. Enséñale a pescar y saciaras su hambre para siempre". Sabias palabras, ¿no? Pues vienen a colación, ante las recientes declaraciones del Ministro de Economía, Carranza, quien un poco más y descorcha champaña para celebrar, pues, según “estima”, el porcentaje de la población en pobreza disminuyó del 44.5 al 42% durante el 2007, lo que equivaldría a 600 mil peruanos que dejaron la pobreza en el último año.


Las declaraciones de Carranza llaman a controversia, pues acorde al Centro de Investigaciones de la Universidad del Pacifico, la inflación durante el 2007 castigó más a los sectores más vulnerables de la población, pues mientras la inflación general alcanzó 3.9%, para los más pobres habría alcanzado 8.2% debido al considerable alza en los precios de productos básicos, como alimentos, a los que los pobres dedican la mayor parte de sus ingresos.


¿Qué magia usa entonces Carranza para “asumir” que aunque los ingresos y la capacidad de consumo de la población han disminuido, sin embargo la pobreza se redujo? Quizás tenga que ver con la metodología de cálculo, quizás con los supuestos y tiempos de las estimaciones, o quizás simplemente el Ministro quemó cerebro y anda en plan surrealista, porque reducción de la pobreza al mismo tiempo que aumentan precios y disminuyen ingresos parece la cuadratura del círculo.



La pregunta de sí disminuyó o no la pobreza nos lleva a una cuestión adicional: ¿Cómo disminuyó? Pues la lucha contra la pobreza es como el refrán: Una cosa es enseñar a pescar, y otra cosa es repartir pescado. Con la primera opción se elimina la pobreza; repartiendo pescado sólo se logra un paliativo temporal. Sólo imaginemos a Carranza repartiendo pescado a 600 mil peruanos, proclamando jubilosamente: "¡disminuyó la pobreza!". Claro, al día siguiente nuestro buen Carranza descubre que esas personas siguen igual de pobres, a no ser que reparta más pescado.


Lo fundamental aquí es la estrategia del Estado para el desarrollo social. Sí la lucha contra la pobreza es vista como mero asistencialismo y atender necesidades puntuales, entonces es posible "disminuir" la pobreza temporalmente repartiendo subsidios. Sí por el contrario, la lucha contra pobreza es vista como creación de capacidades y oportunidades para los excluidos, entonces si podremos hablar de disminución permanente de la pobreza.


El Ministro "estima" que la pobreza ha disminuido. Bueno, yo "estimo" que el Perú ganará el próximo mundial de fútbol, y tengo un amigo timbero que todos los domingos "estima" que caballos ganarán las carreras, y, por supuesto, hasta ahora no la achunta. Más aún: aunque las cifras de Carranza fueran correctas, aun mantenemos una elevada tasa de pobreza, y la Encuesta Nacional de Hogares - ENAHO indica que en zonas rurales, sierra y selva, y en algunas regiones la pobreza apenas disminuye, no disminuye, o incluso aumenta.


Cierto, hay una relación directa entre crecimiento económico y aumento de los niveles de vida, pero la realidad es más compleja que simplemente suponer que como la economía creció entonces la pobreza retrocedió. No se trata de ser negativos sino realistas, porque en la lucha contra la pobreza el triunfalismo es un pecado. Así, antes que andar reventando cohetes porque -supuestamente- la tasa de pobreza disminuyó, sería mejor preguntarnos: ¿se está repartiendo pescado o enseñando a pescar?

La Inmarcesible Complacencia de Mammon

domingo, 24 de febrero de 2008

Ensayo sobre las más distintivas características de la Economía Mundial [1]

Luis Bruno Seminario De Marzi

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Debo confesar que me han encargado una tarea imposible; ¿podré, en tan sólo setecientas palabras , arrebatar su atención y repletar su sosegado ánimo con ásperas , agrias dudas; también, en el mismo texto, describir las características más singulares de este inusitado momento económico mundial ; y, finalmente, describir cómo nos pueden afectar las poderosas fuerzas que ahora se ciernen sobre la economías de las principales potencias industriales, Estados Unidos, Japón y la Comunidad Económica Europea? Probablemente no; hacerlo presupone no sólo cierto talento literario sino una enorme capacidad de síntesis; cualidades ambas que no creo poseer. Me limitaré, por esta razón, a describir los hechos que en mí más sorpresa han provocado.

Quizás, sea el rasgo más inusual de la actual coyuntura mundial la casi ilimitada complacencia que parece regir la dinámica de los mercados financieros , pues ha sido ésta peculiar actitud la que impide que se expresen con mayor claridad las distintas fuerzas que usualmente provocan una recesión. En efecto, a pesar de que la desaceleración de la economía mundial fue anticipada hace ya 24 meses , a principio del año pasado, terminó por prevalecer , entre las principales especialistas, una visión optimista de los acontecimientos y de sus probables consecuencias.

Este escenario optimista se basó en las siguientes proposiciones fundamentales. Primero, el derrumbe del sector hipotecario en Estados Unidos era un evento localizado y sin mayores consecuencias financieras. Segundo, la industria de la construcción residencial recuperaría , en pocos meses , su dinamismo. Tercero, la transitoria desaceleración que se observaría en la tasa de crecimiento en los Estados Unidos no afectaría el vigor de la economía mundial. Cuarto, tanto China como Europa reemplazarían a Estados Unidos , como líderes del proceso de expansión .

Aunque estas proposiciones contradecían aspectos básicos de la teoría de los ciclos económicos y regularidades empíricas bien establecidas, se difundieron en el mundo y aún gozan de cierta popularidad. Probablemente la razón que explique éxito tan insólito sea comunicar a todos los participantes precisamente lo que desean escuchar; después de todo, mientras exista una pequeña posibilidad para satisfacer nuestros deseos, nadie esta dispuesto a renunciar a los mismos.

No creo necesario mencionar cuán falaces han resultado ser todas estas proposiciones; en efecto, la crisis financiera no fue un fenómeno localizado sino que tuvo un carácter general, se ha extendido a Europa y el Japón , y, hasta ahora la industria más afectada, la construcción residencial, no muestra signo alguno de recuperación. No por ello, ha disminuido su popularidad. Lo que ocurre es que estas creencias experimentan un sutil transformación.

Así, quienes pensaban, a principio del año pasado que continuaría la expansión en Estados Unidos, sostienen ahora que la recesión que afecta los Estados Unidos será leve y de corta duración. No están dispuestos en modo alguno a abandonar su complacencia y parecen haber olvidado los más elementales principios de prudencia y lógica económica. Por ejemplo, hace dos semanas, una oficina estadística del gobierno estadounidense, dio a conocer el valor de las ventas minoristas en Estados Unidos. Mostraba este indicador, con respecto a diciembre, un ligero aumento en términos nominales. Esta noticia se difundió masivamente en la televisión en el Internet y produjo así un aumento en los principales índices bursátiles. Sin embargo, se olvidó mencionar que el crecimiento nominal que registraba las ventas era menor al de la inflación., es decir, no era una noticia positiva sino una confirmación de que se había iniciado la recesión.

A pesar de los afanes de los optimistas, es probable que se haya generalizado en el mundo la creencia de que Estados Unidos se encuentra ya en recesión, pero que aún la tesis de que el mundo puede crecer aunque no lo haga Estados Unidos goce de una amplia aceptación en todo el Mundo. Esta singular idea, conocida en tesis de la disociación, puede mantener su popularidad porque la expansión preserva toda su vitalidad en China, la India, África y América Latina. Olvidan, sin embargo, aquellos que defienden esta idea que los impulsos que se originan en Estados Unidos, se transmiten con retardo a los países del Tercer Mundo y que rara vez se ha producido una total sincronización del dinamismo económico de las distintas regiones que componen la economía mundial. En otras palabras, puede que la desaceleración estadounidense y la continuación del crecimiento en Estados Unidos no exprese sólo un transitoria disonancia y, por esta razón, que la recesión estadounidense nos muestre cuál puede ser nuestra situación en el futuro inmediato.

A fines de enero, el Fondo Monetario Internacional, dio a conocer una revisión de las proyecciones que realizó a finales en último trimestre del 2007. En opinión de los economistas de este organismo internacional, en el cuatro trimestre del año pasado, las principales economías industriales registraron una notoria disminución en su dinamismo productivo, en otras palabras, todo parece indicar que todavía el mundo no puede crecer cuando no lo hace Estados Unidos.


Incluye ese documento el gráfico adjunto, que expone cuán vana es la idea de la disociación, pues la estadística en él representada, con claridad demuestra que la desaceleración estadounidense se ha extendido tanto a Japón como a la Comunidad Económica Europea. Cabe preguntarse, ¿cómo pueden continuar creciendo las exportaciones chinas si se reduce la tasa de crecimiento la producción de las mayores economías del mundo? Pueden hacerlo si tanto Europa como Estados Unidos, continúan tolerando la expansión comercial china y no inician una guerra comercial . Pero también, es probable que en los próximos meses la exportaciones que China realiza experimenten similar tendencia descendente. Si este resultado llegara a materializarse, puede registrarse un abrupto descenso de los precios de nuestros principales productos de exportaciones y en los ingresos del gobierno central.

¿Podrá el Perú seguir creciendo en estas circunstancias?

[1] Sinónimo para el título, La eterna complacencia del Demonio de la Codicia.

¿Qué tan bien le va a Alán?

Escribe Juergen Schuldt

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El Gráfico que me ha cedido amablemente Manuel, muestra que la aprobación del Dr. García aún está por encima de los votos que obtuvo en la primera vuelta de las elecciones presidenciales del 2006. De manera que aún puede darse el lujo de caer unos siete puntos porcentuales antes que se desate el descontento generalizado, ya que para entonces ni siquiera sus más fieles seguidores lo apoyarían.

Se comprueba así, una vez más, que las cifras excepcionales de crecimiento económico no necesariamente abonan en favor del júbilo generalizado de los ciudadanos por un Presidente. Tanto ahora, como durante el periodo de Toledo, los beneficios de la prosperidad se han distribuido muy desigualmente, que es una de las muchas hipótesis que permitirían entender esta paradoja. A ello habrá que sumar el descontento derivado del tremendo incremento del precio de los alimentos, tal como lo refleja la caricatura reproducida a continuación (aunque sería un error atribuirle el problema a los minoristas).

En contraste, los 'electores externos' (FMI, BID, Banco Mundial, banca de inversión, inversionistas extranjeros y similares) parecen mostrar un desbordante regocijo por la gestión presidencial.


Fuente: Alfredo, en La República, febrero 21, 2008; p. 18.


Addenda: “En la encuesta nacional urbana de Ipsos Apoyo para El Comercio se aprecia que la aprobación presidencial es estacionaria con leve tendencia a la baja. Sin embargo, entre enero y febrero, la desaprobación pasó de 59% a 64%, siendo estable en el sector A/B (48%), pero empeorada 10 puntos en el C (de 55% a 65%) y 4 puntos en el D/E (de 65% a 69%)”. Fuente: Luis Solari de la Fuente, “Las Lianas de Tarzán”, en El Comercio, febrero 21 (www.elcomercio.com.pe/

edicionimpresa/Html/2008-02-21/las-lianas-tarzan.html).

De la Ley Mype a la Ley Pyme

¿De ley Mype a Ley Pyme?

Javier M. Iguíñiz Echeverría.
Jefe del departamento de Economía de la PUCP.

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En el debate entre ministros sobre los cambios al DL 28015, la "ley MYPE", parece ganar fuerza el argumento de que bajar los costos de los empresarios formales que resultan de operar en la formalidad promueve la formalización de los informales. Tras dicho debate hay mucho más en juego que la formalización: familias y empresas.

1. ¿Por qué no se formalizaron más?

El DL 28015 ha sido evaluado con dureza; relativamente pocas Micro y Pequeñas Empresas (Mypes) se acogieron a sus normas. Se han presentado diversas razones para ello pero ahora queremos añadir una. En la medida en que la inmensa mayoría de las Mypes viven al día tienen un horizonte temporal muy corto y lo que cuenta para sus decisiones son los costos de la legalidad. Legalizarse es pagar más. Simplificando, el dilema de un informal no es, como tantas veces se insiste, entre perder 50 si adopta la legalidad vigente para las empresas formales pequeñas y medianas (Pymes) y también grandes o perder "solo" 25 si lo hace con el DL 28015. Obviamente, si estuviera forzado a formalizarse, la segunda manera de hacerlo sería preferible. Pero si es que hay la alternativa de seguir siendo informal y no perder nada resulta absurdo formalizarse. Incluso si se regalan los títulos de propiedad. La pregunta clave es entonces: ¿A cambio de qué beneficios aceptar esos costos?


2. ¿Producción o empleo?

Mirando a los tres segmentos mencionados, dos formales y uno informal, nos parece que la propuesta del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE) tiene más elementos en la dirección de engrosar el número de participantes en alguna de las dos formalidades y, además, cuida más de la calidad del empleo que la del Ministerio de la Producción (MP) que aporta poco a la formalización y contribuye a deteriorar esa calidad. Aunque hay yuxtaposición de elementos entre lo que sabemos de ambas propuestas, vamos a concentrarnos en los aspectos de diferenciación que nos parecen más importantes. La propuesta del MEF y del MP tiene como novedad el objetivo de incorporar a la formalidad menos costosa a empresarios pequeños y medianos muchos de los cuales que ya están compitiendo bajo la legislación más exigente. Por eso es una ley Pyme. La del MTPE es incorporar a los actuales informales, sobre todo Mypes. Repetimos: ¿A cambio de qué? Nos parece que es razonable e importante apuntar en la dirección de un seguro para los miembros de las Mypes, generalmente, familiares.

Para fundamentar esa impresión, nos parece clave distinguir entre la racionalidad de las microempresas y de las medianas. Las pequeñas se dividen entre ambas racionalidades o mezclan ambas. En una enorme proporción de los casos del amplio segmento más plenamente informal la microempresa es fundamentalmente para la subsistencia familiar en un sentido literal del término; ahí está la pobreza urbana y rural. En ella, los costos laborales y los requerimientos de la subsistencia familiar prácticamente se identifican. El objetivo de la empresa, la razón de su ímpetu es, podríamos decir, paradójicamente, elevar y "rigidizar" los costos laborales para mejorar y estabilizar las condiciones de vida. Mientras que las Pymes, podríamos decir, son más empresa que familia, las Mypes son más familia que empresa. Las primeras son empresas que contratan familiares; las segundas, familias que invierten en ellas mismas. Las primeras bus-
can la ganancia mientras que las segundas la subsistencia. La lucha diaria en estas es sacrificar lo menos posible la subsistencia y el futuro familiar para mantener el negocio. Lograrlo exclusivamente en base a su actividad económica empresa-
rial es muy difícil por diversas razones; entre otras, la sobrepoblación de competidores existente en las ramas de su actividad debido a la falta de otras oportunidades de empleo y al bajo capital necesario para entrar al mercado. Por este último rasgo apoyarlos, por ejemplo con crédito, ayuda pero también agrava la situación de muchos. Hay que llegar más a la empresa por medio de la familia que a la familia por medio de la empresa.

Estamos así en una problemática más característica del MTPE y del Mimdes que a Ministerios productivos. Colaborar a ese fin debería ser el principal objetivo de la legislación sobre la que se debate en el Ejecutivo. La preocupación es la que resulta del número de trabajadores involucrados en las Mypes, en mayor medida que en la de cuánto contribuyen a la producción nacional y a los impuestos aunque esto también cuente. En manos del Ministerio de la Producción a las Mypes les pasaría lo mismo que a los minifundios en el Ministerio de Agricultura; nada.

Por el contrario, una ley que a cambio de un aporte, otorgue el acceso, por ejemplo, al seguro de salud por parte de los miembros de ese tipo de empresas socializa los costos laboral-familiares, estimula la formalización del empleo familiar, contribuye a la separación de una mayor cantidad del escaso dinero para fines empresariales; sería una especie de "seguro de subempleo". La alta precariedad de estas microempresas puede hacer de la seguridad social un incentivo interesante para la legalización y, lo que es más importante, para la permanente relegalización de sus cambiantes, sucesivas y simultáneas actividades.

3. Justicia y competencia

Desde un punto de vista exclusivamente empresarial, una ley Pyme tiene una pretensión de universalidad. Esa propuesta puede entenderse como la extensión de las ventajas de la informalidad para los empresarios formales con el fin de caminar hacia una legislación única. Primero se rebaja la formalidad a su mínima expresión para que así se acerque lo más posible a la actual informalidad en lo relativo a la escasa seguridad y protección que provee a los trabajadores y, segundo, se la universaliza.

Tenemos la impresión de que muchos juristas aplican a la competencia económica criterios de imparcialidad que son más propios de la justicia legal; esa que tiene una venda sobre sus ojos para que, en principio, no influya el poderoso al momento de juzgar. Esa imparcialidad que fue una conquista en beneficio del débil se convierte, una vez aplicada a la competencia en el mercado, en beneficiosa para el fuerte e invierte el espíritu de la ley. ¿Se justifican una legislación solo para Mypes y otra para Pymes y grandes? Nos parece que sí, pero no como la panacea para formalizar. La formalización es la consecuencia de muchos progresos y la causa de muy pocos.

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Paro Agrario el campo esta fragmentado

jueves, 21 de febrero de 2008

Paro agrario: el campo está fermentando

Armando Mendoza.
Economista.

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Ayer fue suspendido el paro agrario tras varias jornadas de disturbios que paralizaron docenas de provincias y dejaron un lamentable saldo de víctimas (cinco al escribirse estas líneas). De momento, el diálogo parece haberse restablecido, y, por supuesto, ya desde el oficialismo se proclama el fracaso del paro, mientras que desde la acera opuesta se afirma lo contrario. Vuelta a la normalidad, ¿no? Pero en verdad, no importa cuál sea el balance sobre el "éxito" o "fracaso" del paro, porque si algo ha quedado confirmado es el enorme malestar que existe en el agro.

Imagínese que durante años esté viviendo de promesas y compromisos que el Estado no ha honrado. Que mientras a otros se les mima y favorece, a usted sólo lo ayuda la Virgencita de Chapi. ¿Qué haría? ¿Resignarse? ¿Aguantar? ¿O, por el contrario, protestar y reclamar por atención? Bueno, esa es exactamente la situación del agro.

Las cifras no mienten. Si revisamos la participación del Ministerio de Agricultura en los recursos públicos, veremos que la agricultura ha sido y sigue siendo la última rueda del coche en las políticas de Estado. Para este 2008, el sector agricultura apenas recibirá el 1.4% del Presupuesto Público, menos de lo que recibía en el año 2001, que tampoco era gran cosa: 1.9%.

Es decir, la economía peruana ha crecido 7 años consecutivos, el Estado ha visto crecer significativamente sus ingresos, pero –comparativamente– no estamos invirtiendo más en el fortalecimiento de nuestro agro. Y esto, a puertas de un TLC con EEUU, que impondrá nuevas y mayores presiones sobre nuestros agricultores, que tendrán que competir contra los agricultores norteamericanos, enormemente subsidiados por su gobierno.

Con este panorama, ¿puede extrañarnos que en el sector agrario los ánimos se estén fermentando? El reciente paro no es un artificio, producto de una conspiración internacional, manipulación de grupos políticos, saboteadores, etc., sino que es el reflejo de una real y creciente frustración, que muchos se empeñan en no ver ni atender, y que está empezando a reventarles en la cara. No nos equivoquemos pensando que con el final del paro agrario se solucionaron las cosas.

¿Qué hacer entonces? Hay que escuchar al campo. ¿Y qué es lo que el campo pide? Atención. Así de simple. Alguien tiene que explicarle al ministro de Agricultura que su responsabilidad no es sólo preocuparse de que le vaya bien a sus amigos agroexportadores y del biodiésel, sino que tiene también –y especialmente– que velar por el millón y medio de familias campesinas. Hay que establecer de una buena vez una política integral de compensación y fortalecimiento agrícola de cara al TLC, que está a la vuelta de la esquina. ¿Qué estamos esperando?

Hay que poner de lado fantasías como creer que con "Sierra Exportadora" basta para desarrollar al agro, y que sólo importa la agroexportación, que apenas representa el 3% de las tierras cultivables y 50 mil productores. Es hora de empezar a preocuparse por los cientos de miles de pequeños y micro productores y comunidades campesinas dedicados a producir para el mercado interno.

Hay hacer funcionar al banco agrario. Y, ciertamente, hay que abandonar esa fantasía ideológica de "solo el latifundio salvará al Perú" y dejar de prestar oídos a los que siguen llorando –40 años después– porque, a su abuelito, los "cholos" le quitaron la hacienda. Hay que asumir la realidad del agro peruano como es, y a partir de allí construir sobre nuestras fortalezas, sobre lo que realmente es posible. Si no queremos que se repitan los paros y movilizaciones del sector, la receta es sencilla.

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Actualidad Económica del Perú

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