Renunciar al TLC o Reestablecer los Derechos Laborales
Escribe Pedro Francke
La aprobación del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos está nuevamente en cuestión.En Julio 2006, parecía segura luego de que Alan García renegara de sus promesas electorales de borrar la firma de Toledo y renegociarlo en favor de los agricultores. Pero luego llegó un cambio en el congreso norteamericano, el Partido Demócrata ganó la mayoría, y ellos plantearon una nueva política de tratados comerciales. Este enfoque, influenciado por la central de los trabajadores norteamericanos AFL-CIO, considera que los derechos laborales deben ser defendidos en el TLC.
¿Porqué los derechos laborales son importantes en un tratado comercial? La cuestión central tiene que ver con la relación entre el comercio, la economía y los salarios. En los últimos años, como parte la globalización, las empresas trasnacionales han reaccionado trasladando la producción que no requiere alta tecnología hacia los países donde los salarios y derechos laborales son más bajos. Así reducen costos. Por eso en todo tipo de productos vemos el letrerito "made in China", ya que es en China donde hay muchos trabajadores con mínimos salarios. A su vez, empresas ubicadas en países con derechos laborales mayores han empujado a sus trabajadores a aceptar menores remuneraciones y a los gobiernos a reducir los derechos laborales, bajo la amenaza de trasladar las fábricas a otros lugares. Todo esto ha permitido elevar las ganancias de las empresas, ya que mientras menores son los salarios, mayores utilidades pueden lograr los capitalistas.
Al mismo tiempo, los avances tecnológicos, que permiten controlar la producción futura, es donde los países desarrollados siguen concentrando sus esfuerzos. Sus empresas multinacionales desarrollan investigación con fuerte apoyo del estado, lo que les permite mantenerse a la vanguardia del cambio tecnológico mundial y obtener altas ganancias.
Esto es lo que ha llevado a tantas críticas y resistencia a la globalización: que los salarios se estancan o retroceden mientras las ganancias y los sueldos de los gerentes suben por ascensor. Eso pasa en el Perú y pasa también en los Estados Unidos. La causa son estas condiciones establecidas por la globalización y los TLCs, que quitan posibilidades a los trabajadores de defender o ampliar las leyes orientadas a una mejor repartición de la riqueza y a establecer condiciones de trabajo y seguridad social que mejoren la vida de los trabajadores.
Es por eso que la discusión abierta por los demócratas en EEUU, en relación a los derecho laborales en los TLCs, es central. La cuestión es si el comercio mundial seguirá promoviendo una "competencia hacia abajo" en los salarios y derechos laborales, en la que cada país y empresa busca mejorar sus posibilidades de competencia reduciendo sus costos laborales. O si, por el contrario, se busca una reorientación de las reglas internacionales de comercio para asegurar a los trabajadores, en todo el mundo, derechos laborales básicos, y promover que la competencia entre las empresas y países sea por mejoras en tecnología y organización de la producción.
Luego de que los demócratas lograron mayoría en el Congreso,impusieron sus condiciones sobre el gobierno de Bush. De esta manera es que se han planteado las enmiendas al TLC, que incluyen una mejor defensa de los derechos laborales, aunque no modifican los problemas que el TLC traería al Perú por empobrecer a los agricultores y campesinos con la competencia desleal de sus productos subsidiados.
El gobierno de Alan García aceptó las enmiendas propuestas por los Estados Unidos sin plantear renegociación alguna, continuando con la política del "sí o sí" de Toledo. Pero ahora están en una encrucijada. García y sus ministros pensaron que podrían firmar cualquier cosa y luego seguir con la política de mantener services, despedir a quienes quieren sindicalizarse, frenar las negociaciones colectivas y mantener a los trabajadores sin derechos. Los congresistas demócratas han resultado no ser tan tontos. Como muchos en el Perú, no le creen a Alan García, y quieren ver antes de creer. Quieren que se aprueben las reformas a las leyes laborales antes de que ellos aprueben el TLC. Y eso es lo que a este gobierno, tan amigo de la Confiep, no le gusta.
Por defender la política anti-laboral, los empresarios están poniendo a su adorado TLC en la picota. Todavía no se han dado cuenta. Pero el tiempo de decidir se acerca: ¿soga o cabra?
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