Escribe Armando Mendoza
No cabe duda de que lo laboral está de moda: las trabas al TLC, los tiras y aflojas sobre los “services”, la controversia alrededor del incremento del salario mínimo, etc., son temas laborales que están en el centro del debate, y es bueno que así sea, porque tras años de vivir bajo el mantra del “con el cholo barato nos convertiremos en Suiza”, poco a poco aparecen señales de que las cosas empiezan a cambiar, como evidencia el reciente caso de Topy Top.
La historia es bien conocida por lo repetida: Topy Top –empresa peruana muy exitosa, aquí y en el extranjero- entra en conflicto con sus trabajadores, que demandan mejoras laborales y han osado organizarse en un sindicato. Ante esto, la empresa despide a un centenar de los faltosos, quienes por supuesto acuden al Ministerio de Trabajo y al Poder Judicial reclamando sus derechos. Y por supuesto, el Ministerio y el Poder Judicial resultan más inútiles que paraguas de buzo: Topy Top siguen en sus trece y los trabajadores en
Lo que sigue es muy interesante: los trabajadores recurren a la solidaridad internacional. Mediante la CGTP hacen conocer su caso a sus colegas de las federaciones textiles españolas, quienes contactan a las grandes empresas europeas –como GAP e INDITEX- que compran a Topy Top. Y, ¡ojo al chancho!, estas multinacionales cuadran a Topy Top, informándole que su política laboral es incompatible con los estándares de conducta que exigen a sus proveedores. En otras palabras: “arregla con tus trabajadores si quieres hacer negocios con nosotros”.
Gran sorpresa: Topy Top que tan intransigente e intocable parecía, vuela a reponer a los despedidos, acepta negociar el pliego de reclamos y …. ¡agarrénse!… reconoce oficialmente al sindicato, incluso proporcionándole un local al interior de la empresa.
La magia que hizo que Topy Top cediera se llama “globalización”. Lo sucedido marca un hito en las relaciones laborales en el Perú, porque demuestra que nuestro país no es una isla, y que la apertura a los mercados internacionales exige adecuarse a los requerimientos de estos mercados. Así es el fútbol: sí los empresarios peruanos pretenden hacer negocios con el primer mundo, no pueden seguir manteniendo estándares laborales del tercer mundo. Reconocer eso es lo que diferencia al verdadero empresario del “empresaurio”.
El verdadero empresario sabe que su empresa no sólo compite internacionalmente por precio y calidad de su producto, sino también con su imagen corporativa y su política de responsabilidad social. Pero esa política de responsabilidad social no es sólo salir en los periódicos de vez en cuando regalando juguetes, sino muchas cosas más: compromiso con los clientes, pagar impuestos cumplidamente, no contaminar, y –especialmente- ser un empleador responsable, pagando remuneraciones dignas, otorgando beneficios justos y reconociendo los derechos laborales, incluyendo la libre sindicalización.
Así, la minera que contamina, el agroindustrial que paga sueldos de hambre, la fábrica que desconoce al sindicato, en realidad están saboteando sus propios negocios, porque tarde o temprano sus abusos van a crearle demandas, boicots, trabas para entrar a los mercados. Si pues, globalización no es sólo TLC con EE.UU., hacer grandes negocios en los mercados europeos y llenarse de plata exportando. También significa responsabilidad y equidad con el trabajador. Ya es hora, entonces, de que asumamos una reforma integral del régimen laboral que adecue al Perú al siglo XXI, porque esa fantasía de convertirnos en una potencia exportadora en base al “cholo barato”, es una paparruchada sin pies ni cabeza que cierra mercados y pone en peligros los negocios, como Topy Top lo acaba de aprender.
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RSSCasos como el de Topy Top suceden con frecuencia en E.U. Existen muchas empresas de dentro y fuera de los E.U. que han sido denunciadas por no cumplir con los standares internacionales.
Hay un tema relacionado a la economia peruana que he publicado hoy Viernes que me gustaria que revisaras. Gracias
Muy interesante historia, y en el caso de China que sucede? Peor no pueden tratar a su personal y sin embargo son la principal industria de manufactura de las grandes marcas.
Hace años tuve problemas con el disque sindicato en mi empresa; por lo que tuve que cerrar y dejar sin trabajo a 80 trabajadores de mi ex barrio (SJL) por culpa de 5 ociosos sindicalistas. Ahora me dedico a la compra y venta de intangibles y brindar asesoria empresarial y con el sueldo que gano vivo comodamente en San Borja trabajo desde mi casa, mis hijos estudian en buenos colegios y dicto clase en una prestigiosa universidad de Lima. Gracias a los sindicalistas y que viva la izquierda.
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