Los Problemas del IPC
Farid Matuk
En el gráfico adjunto (abajo) se observa la inflación de Lima y Callao como todos la conocemos, y la inflación subyacente (core inflation), que refleja la inflación estructural de la economía. Por consiguiente, la inflación no subyacente corresponde a situacionestransitorias causadas por el 'hongo de la papaya', que es un ejemplo ilustrado por el presidente del Banco Central el pasado jueves en el programa "Rumbo Económico".
De acuerdo con la teoría, la inflación subyacente está compuesta por los productos que actúan como el centro de gravedad del sistema de precios, es decir, que su precio corresponde a rasgos estructurales demuestra economía y su variación es lenta y pausada, como se observa en el gráfico.La inflación no subyacente genera el ruido en la inflación que todos conocemos, y que usualmente se adjudica a factores que el Banco Central de Reserva no puede controlar, como son el precio del petróleo y otros productos internacionales (trigo, azúcar, etc.) y de factores climáticos (El Niño o La Niña) que impactan en la oferta nacional de productos.
Por ello, tenemos que durante la administración Toledo la inflación anual más alta fue 4,61% y la más baja fue --1,11%, es decir, el ancho máximo de la inflación fue 5,72 puntos. Pero de otro lado, en la inflación subyacente el máximo fue 2,12% y el mínimo fue 0,60%, es decir, el ancho máximo fue de 1,52 puntos. En otras palabras, tenemos que la inflación estructural de la economía tuvo la volatilidad más baja que se conozca a lo largo de un período presidencial completo.
Pero el hecho que motiva el presente artículo es el cambio estructural que se observa en octubre de 2002. Por razones de brevedad, tan solo se grafica desde agosto de 1995, pero el hecho sustantivo es que previamente a este mes la inflación de Lima y Callao estaba entrelazada con la inflación subyacente en una suerte de trenza, en que efectivamente se observa un centro de gravedad, y efectos transitorios de incremento o reducción sustantiva de la inflación no subyacente, y por ello resulta sensato concentrarse en la inflación
subyacente para no 'tomar el rábano por las hojas'.
Al presente, tenemos cuatro años y un trimestre en que la trenza se ha soltado y la inflación subyacente y la no subyacente tienen un curso independiente. No como en los meses previos a octubre de 2002, en los que la inflación de Lima y Callao zigzaguea la ruta que traza la inflación subyacente. Hemos pasado de tener dos trayectorias paralelas a dos trayectorias divergentes. Esta divergencia se traduce en un hecho fundamental para la economía,que consiste en que los precios relativos han dejado de ser estables, es decir, que el precio de los bienes y servicios entre sí han dejado de tener cierta constancia en el tiempo. El hecho más evidente es el incremento del petróleo y de otros bienes que importamos para explicar esta divergencia, pero la pregunta central es si estamos o no frente a una situación transitoria.
Si suponemos que lo vivido en los últimos cuatro años y un trimestre es transitorio, y que pronto retornaremos a la situación de precios relativos previamente a octubre de 2002, lo que tenemos ad-portas es una deflación en gran escala, que tendrá obvias consecuencias en el tipo de cambio en caso de que se quiera cumplir la meta inflacionaria de 1.5%-3.5%.Si asumimos, en caso contrario, que lo vivido en los últimos cuatro años y un trimestre no es transitorio, sino que más bien tenemos al presente un nuevo sistema de precios relativos diferente al existente antes de octubre de 2002, se puede concluir que la medición de la inflación de Lima y Callao está sistemáticamente subestimada, porque el peso relativo que le damos a la inflación subyacente es mayor que el real.
En todo caso, es tarea de las autoridades del Gobierno dilucidar este dilema, así como de la comunidad académica. Una solución empírica es efectuar de inmediato una encuesta ingreso/gasto similar a la que se hizo en 1994, que tendría un costo de siete millones de soles, pero redituaría para todos en la medida en que nos permitirá conocer la real estructura de precios que tenemos al presente.No hay que olvidar que desde 1994 al 2007 hemos tenido en el Perú cambios importantes en los hábitos de consumo, como la aparición de grandes centros comerciales con la consiguiente quiebra de bodegas,panaderías, bazares, zapaterías, etc. Igualmente, el consumo deservicios de telecomunicaciones, como telefonía fija, telefonía celular, televisión por cable, acceso a Internet, es ahora una porción sustantivamente mayor que en 1994. El uso de dinero plástico gracias a la modernización del comercio al por menor y del sistema bancario implica un gasto en servicios financieros en portes y comisiones inimaginables hace 13 años.
Por ello resulta asombrosa la necedad de efectuar un censo en agosto 2007, cuando la necesidad es medir la inflación adecuadamente, sobre todo cuando los manuales internacionales indican que la obsolescencia de la estructura de la inflación es a los 10 años. Se insiste contener una 'carcocha' para medir inflación, y al mismo tiempo tener un censo 'cero kilómetros' cuando ya tenemos un censo validado por la comunidad internacional.
Farid Matuk
En el gráfico adjunto (abajo) se observa la inflación de Lima y Callao como todos la conocemos, y la inflación subyacente (core inflation), que refleja la inflación estructural de la economía. Por consiguiente, la inflación no subyacente corresponde a situacionestransitorias causadas por el 'hongo de la papaya', que es un ejemplo ilustrado por el presidente del Banco Central el pasado jueves en el programa "Rumbo Económico".
De acuerdo con la teoría, la inflación subyacente está compuesta por los productos que actúan como el centro de gravedad del sistema de precios, es decir, que su precio corresponde a rasgos estructurales demuestra economía y su variación es lenta y pausada, como se observa en el gráfico.La inflación no subyacente genera el ruido en la inflación que todos conocemos, y que usualmente se adjudica a factores que el Banco Central de Reserva no puede controlar, como son el precio del petróleo y otros productos internacionales (trigo, azúcar, etc.) y de factores climáticos (El Niño o La Niña) que impactan en la oferta nacional de productos.
Por ello, tenemos que durante la administración Toledo la inflación anual más alta fue 4,61% y la más baja fue --1,11%, es decir, el ancho máximo de la inflación fue 5,72 puntos. Pero de otro lado, en la inflación subyacente el máximo fue 2,12% y el mínimo fue 0,60%, es decir, el ancho máximo fue de 1,52 puntos. En otras palabras, tenemos que la inflación estructural de la economía tuvo la volatilidad más baja que se conozca a lo largo de un período presidencial completo.
Pero el hecho que motiva el presente artículo es el cambio estructural que se observa en octubre de 2002. Por razones de brevedad, tan solo se grafica desde agosto de 1995, pero el hecho sustantivo es que previamente a este mes la inflación de Lima y Callao estaba entrelazada con la inflación subyacente en una suerte de trenza, en que efectivamente se observa un centro de gravedad, y efectos transitorios de incremento o reducción sustantiva de la inflación no subyacente, y por ello resulta sensato concentrarse en la inflación
subyacente para no 'tomar el rábano por las hojas'.
Al presente, tenemos cuatro años y un trimestre en que la trenza se ha soltado y la inflación subyacente y la no subyacente tienen un curso independiente. No como en los meses previos a octubre de 2002, en los que la inflación de Lima y Callao zigzaguea la ruta que traza la inflación subyacente. Hemos pasado de tener dos trayectorias paralelas a dos trayectorias divergentes. Esta divergencia se traduce en un hecho fundamental para la economía,que consiste en que los precios relativos han dejado de ser estables, es decir, que el precio de los bienes y servicios entre sí han dejado de tener cierta constancia en el tiempo. El hecho más evidente es el incremento del petróleo y de otros bienes que importamos para explicar esta divergencia, pero la pregunta central es si estamos o no frente a una situación transitoria.
Si suponemos que lo vivido en los últimos cuatro años y un trimestre es transitorio, y que pronto retornaremos a la situación de precios relativos previamente a octubre de 2002, lo que tenemos ad-portas es una deflación en gran escala, que tendrá obvias consecuencias en el tipo de cambio en caso de que se quiera cumplir la meta inflacionaria de 1.5%-3.5%.Si asumimos, en caso contrario, que lo vivido en los últimos cuatro años y un trimestre no es transitorio, sino que más bien tenemos al presente un nuevo sistema de precios relativos diferente al existente antes de octubre de 2002, se puede concluir que la medición de la inflación de Lima y Callao está sistemáticamente subestimada, porque el peso relativo que le damos a la inflación subyacente es mayor que el real.
En todo caso, es tarea de las autoridades del Gobierno dilucidar este dilema, así como de la comunidad académica. Una solución empírica es efectuar de inmediato una encuesta ingreso/gasto similar a la que se hizo en 1994, que tendría un costo de siete millones de soles, pero redituaría para todos en la medida en que nos permitirá conocer la real estructura de precios que tenemos al presente.No hay que olvidar que desde 1994 al 2007 hemos tenido en el Perú cambios importantes en los hábitos de consumo, como la aparición de grandes centros comerciales con la consiguiente quiebra de bodegas,panaderías, bazares, zapaterías, etc. Igualmente, el consumo deservicios de telecomunicaciones, como telefonía fija, telefonía celular, televisión por cable, acceso a Internet, es ahora una porción sustantivamente mayor que en 1994. El uso de dinero plástico gracias a la modernización del comercio al por menor y del sistema bancario implica un gasto en servicios financieros en portes y comisiones inimaginables hace 13 años.
Por ello resulta asombrosa la necedad de efectuar un censo en agosto 2007, cuando la necesidad es medir la inflación adecuadamente, sobre todo cuando los manuales internacionales indican que la obsolescencia de la estructura de la inflación es a los 10 años. Se insiste contener una 'carcocha' para medir inflación, y al mismo tiempo tener un censo 'cero kilómetros' cuando ya tenemos un censo validado por la comunidad internacional.
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