Kurt Burneo
Un tema que afortunadamente marcó gran parte de los contenidos de los planes de gobierno en las últimas elecciones, fue el énfasis en la necesidad de considerar la inclusión social como un componente fundamental de las propuestas gubernamentales, en el entendido que el crecimiento económico si bien es una condición necesaria pero no es suficiente para que una mayor cantidad de compatriotas no vean solo pasar la modernidad y prosperidad, sino también sean partícipes de ella. Se evidenció que se requieren políticas públicas deliberadas para lograr esta inclusión. Miremos este asunto con algo de detalle.
La intervención estatal promoviendo la inclusión social tiene como aspecto más visible el desarrollo de programas sociales, los cuales actualmente si nos referimos a los focalizados en tres ejes: a)Desarrollo de capacidades humanas y respeto de los derechos fundamentales b) Promoción de oportunidades y capacidades económicas y c) Establecimiento de una red de protección social; según el presupuesto institucional de apertura para este año totalizan S/. 7,496 millones esto es un 8.5% del presupuesto total. El tema es que muy al margen de las magnitudes que sin duda debiesen ser incrementadas, tan o más e importante es la eficiencia y eficacia en las metas contenidas en todos y cada uno de estos programas. Así por ejemplo, no obstante los ingentes recursos destinados a programas de asistencia nutricional infantil con mucha plata en programas de alimentación pero no para nutrición, el problema es que existen a la vez altas tasas de filtración a sectores con menores problemas nutricionales, no existiendo además una instancia única que plantee políticas de desarrollo infantil temprano. En realidad de lo observado resulta fundamental por ejemplo que los programas nutricionales prioricen a la población de 0 a 3 años incluyendo componentes de salud y capacitación.
La sola referencia contenida en el párrafo anterior indicaría que se necesita revisar la concepción, operatividad y estructura de los programas sociales, todo ello expresado en una política de Estado que se plasme en la existencia de una institución alternativa a las que existen hoy, que aglutine a una suerte de tecnocracia social de primer nivel, en mi opinión tan importante como la necesidad de seguir contando con una tecnocracia adecuada para el manejo macroeconómico concentrada en el Banco Central de Reserva y el Ministerio de Economía y Finanzas. La idea de contar con una mejor organizada intervención estatal a través de los programas sociales será vital para los próximos años, no sólo por la expectativa acrecentada de muchos sectores excluidos sino también porque se requiere programas sociales con metas que efectivamente se logren (eficacia) y al menor costo posible (eficiencia) a fin lograr una mejor calidad de gestión gubernamental. Cabe señalar que si todas estas intervenciones se formularan bajo el esquema de presupuesto por resultados se darían mejores condiciones para el ideal planteado, el problema es que actualmente no existe a nivel del Estado el capital humano en magnitud suficiente, amen de las actuales dificultades propias por el traslape de procesos e instancias.
Con independencia de lo anterior, no debo de dejar de decir que lo expresado líneas arriba, a lo sumo nos llevaría a intervenciones estatales mas eficientes a través de los programas sociales, los cuales son sólo paliativos para enfrentar la pobreza, dado que la literatura económica que muestra la experiencia de países que avanzaron notablemente en la resolución del problema, señala que es sólo la posibilidad que la población tenga ingresos sostenidos en el tiempo lo que posibilita el dejar paulatinamente la condición de pobre sin retornar a esta. Al final ello significa que de la posibilidad de una mayor cantidad de empleos de calidad dependerá que ocurra una sostenida reducción de la pobreza, forma que a la vez podría ser funcional a una menos desigual distribución del ingreso; asunto último particularmente crítico que será tratado en una próxima entrega.