Pedro Francke
La política social en nuestro país ha estado históricamente relegada. Ha estado presupuestalmente disminuida, vista como instrumento clientelista y desatendida por parte de los gobernantes. El resultado está a la vista: altos niveles de exclusión y desigualdad, serios atrasos en educación y salud, una mayoría de pobres carentes de protección social mínima y amplias zonas del país donde la población carece de agua, saneamiento, electricidad y caminos.
El gobierno que hemos elegido el pasado 5 de junio tiene la oportunidad de cambiar esto. Es el sentido principal del cambio ofrecido durante la campaña por Ollanta y Gana Perú. Incluso las otras candidaturas hicieron ofrecimientos en política social que fueron centrales en sus campañas electorales, ya que combatir la exclusión, la desigualdad y el subdesarrollo social es un clamor nacional.
El reto que le espera el nuevo gobierno es muy grande, porque el atraso de lo social es muy grande. Algunas orientaciones para afrontar este reto son:
- Combinar políticas universales en salud y educación con programas especiales orientados a las zonas de la sierra y selva rurales, donde se necesitan intervenciones más integrales.
- Poner en marcha programas asistenciales destinados a aliviar la pobreza extrema y proteger a los grupos vulnerables que no pueden esperar más, al mismo tiempo que se generalizan y refuerzan programas productivos y de capacitación orientados a que las propias familias y comunidades puedan generar sus propios ingresos.
- Iniciar un sistema de protección y seguridad social, de vocación universal pero que debe comenzar en forma focalizada. Es decir, empezar por grupos específicos y por los más pobres, e irse ampliando de manera sostenida y rápida.
- Reforzar los sistemas actuales de prestación de servicios de educación y salud, pero combinándolos con nuevas formas de atención para llegar a las zonas más alejadas, como pueden ser ofertas itinerantes, redes de agentes comunitarios, uso de telecomunicaciones y transportes organizados.
- Brindar atención en forma integral, combinando la educación con la salud, la seguridad alimentaria con el cuidado ambiental, la nutrición infantil con la estimulación temprana, la promoción y prevención con el cuidado y la recuperación.
- Reforzar los servicios que se prestan de manera individual, pero articulándolos con estrategias comunitarias.
- Mejorar los servicios básicos de educación y salud y ampliar su cobertura, y al mismo tiempo tener políticas especialmente orientadas para que personas con discapacidad, indígenas, mujeres y personas con diversa orientación sexual tengan su acceso facilitado.
Este reto demanda articular la política, la economía y la gerencia social. Se necesita tener un respaldo político de alto nivel, y a su vez una buena política social será fundamental para asegurar la gobernabilidad en un periodo de cambios. Se necesita un salto en el gasto social. Finalmente, se necesita también una buena gerencia, con sistemas adecuados para relacionarse con las familias y comunidades, y un manejo eficaz del aparato estatal.
Tremendo reto. ¡Suerte al nuevo gobierno!