Por Farid Matukwww.29x55.com
Este pasado domingo, el partido Gana Perú venció a Fuerza 2011 en la segunda vuelta por la Presidencia de la República. Este sorprendente hecho, marca el fin del modelo económico instaurado por Alberto Fujimori desde agosto de 1990, y consagrado en la Constitución de 1993. Ya en la elección de 2006, las fuerzas políticas encarnadas hoy en Gana Perú llegaron a la segunda vuelta y fueron derrotadas por el actual Presidente Alan García.
En el año 2006, la élite económica peruana respaldó a García a pesar de su desastrosa primera gestión, y también aparentó preocupación por el futuro como se observó en el CADE de la “inclusión social”. Pronto el pánico se disipó, y la primera manifestación de ello fue el llamado “óbolo minero” donde la crisis del modelo se hacía patente porque el Estado renunciaba a tener una política tributaria contracíclica, y más bien estiraba la mano a quienes inesperadamente tenían ganancias repentinas.
Durante toda la gestión García, el gobierno y la élite que lo acompañaba repetían hasta el cansancio las bondades del crecimiento económico y la reducción masiva de la pobreza, las cifras que aparentaban respaldar estas afirmaciones eran elaboradas por el Instituto Nacional de Estadística, las cuales a su vez eran tomadas como válidas por una comunidad académica para elaborar teorías del “círculo virtuoso” que el Perú vivía.
Afortunadamente, las elecciones permiten que los olvidados dejen de serlo, y que los votos de una comunidad andina remota tengan el mismo valor que los votos de los edificios de San Isidro. Y en todos aquellos poblados remotos la realidad tangible no es de crecimiento económico, ni de reducción de la pobreza. La realidad cotidiana de aquellos ciudadanos peruanos es de un Estado ausente, que no proporciona servicios mínimos de salud, educación y justicia.
La economía peruana creció en el último quinquenio como nunca antes en el Perú, o como quizás durante la era del guano, pero como entonces el crecimiento se acumuló en la élite sin que representase una oportunidad de un Perú nuevo a partir de un auge inesperado de los recursos naturales del país. Como en el siglo XIX, el Estado no distribuyó esas ganancias extraordinarias a través de una agresiva política tributaria y laboral.
Al presente, la élite económica peruana está dominada por una oligarquía minera que se origina en la Constitución de 1993, con un régimen tributario laxo y sindicatos desprotegidos. Esta oligarquía tiene una periferia, o como Marshall diría “genera demanda derivada”, que se mueve al vaivén de lo que ocurra en los mercados internacionales de los metales.
La plataforma de Gana Perú consistió en un ataque frontal al status quo de políticas tributarias laxas y de desprotección de los sindicatos. Cuando esta plataforma tome forma de leyes, el Estado Peruano contará con más recursos financieros para financiar necesidades mínimas de salud, educación y justicia; e igualmente los sindicatos estarán en condiciones de negociación con un Ministerio de Trabajo realmente neutral.
A partir de este 28 de julio, el Perú tiene las puertas abiertas a un futuro donde la marginación desaparezca, donde vivir en lo más alto de los Andes o en lo más bajo de la Amazonía sea indistinguible de vivir en la Capital de la República.