Por Farid Matuk
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El domingo 13 de agosto del 2006, tras solo dos semanas del cambio de mando, el presidente García cuestionó la exactitud del Censo de Población 2005, y con ello la metodología del Censo Continuo que implicaba cada año tener 2,000 encuestas en cada una de las 195 provincias del Perú.
Respecto a la exactitud del Censo de Población 2005, los resultados del nuevo censo efectuado en el 2007 mostraron una diferencia inferior al 1%, y con ello se prueba la falsedad de la afirmación presidencial. El presidente García sabía desde un comienzo que las promesas electorales no eran factibles de cumplir, y por eso necesitaba destruir el sistema de monitoreo y seguimiento del Censo Continuo.
Si bien no se tienen resultados a nivel de las 195 provincias, sí tenemos resultados a nivel de las 25 regiones, y estos muestran cómo las promesas electorales de Analfabetismo Cero y Agua para Todos no han sido alcanzadas. Pero, a pesar de ello, y a modo de ejemplo, el presidente García anunció la semana pasada que el analfabetismo había sido erradicado del Perú, mientras que en el mapa adjunto se observa lo contrario.
En este tipo de metas concretas como alfabetización y agua potable, las encuestas tienen preguntas directas que permiten evaluar la evolución de la variable, pero existen otras variables más abstractas como la pobreza, en la que numerosos pasos intermedios son necesarios para obtener un resultado final.
El caso más patético es el nivel de pobreza en el 2006, al fin de la gestión de Alejandro Toledo: la cifra oficial era de 48% y mostraba una reducción de 6 puntos desde el 2001. El APRA y su maquinaria de demolición afirmó que esta cifra de 48% era una “manipulación grosera” y que sería revisada para mostrar la verdadera magnitud de la pobreza en nuestro país.
En mayo 2007, el INEI publicó una nueva cifra de pobreza para el 2006 y esta era de 44%, es decir, la nueva metodología redujo en 4 puntos la cifra oficial previa, y con ello la gestión de Toledo habría reducido la pobreza en 10 puntos, y no en 6 puntos como era la medición oficial previa. Esta modificación que “beneficia” al presidente Toledo tenía como objetivo principal sobrestimar la reducción de la pobreza con la gestión García para obtener la meta de 30% en el 2011.
Igualmente, otra variable abstracta como es el PBI (Producto Bruto Interno) tuvo modificaciones metodológicas en su medición a partir del 2006, pero esto solo se conoció en el 2009, cuando producto de la presión pública el INEI reconoció haber efectuado cambios secretos desde el 2006, y de esta manera hacer imposible la comparación entre la gestión García con las previas de Alejandro Toledo y Alberto Fujimori.
Estas modificaciones arbitrarias, que han sobrestimado el PBI en alrededor de 3 puntos cada año, han generado efectos contraproducentes en nuestra economía, por ocultar la verdadera evolución de los sectores económicos y con ello distorsionar las políticas públicas en materia económica. Igualmente la presentación de cifras de PBI a nivel de cada región ha acentuado las distorsiones porque estos valores son construidos entre cuatro paredes, y no con encuestas económicas exhaustivas.
El regreso a la realidad
El presupuesto del INEI para el 2007 incluía una partida para efectuar el Censo Continuo que había empezado en el 2006, y esta partida debe ser restituida en el 2012 para que se puedan monitorear las promesas electorales de Pensión 65 y Cuna Más. Igualmente resulta urgente que se efectúe la construcción de una línea de base en este 2011, que permita identificar a nivel provincial las carencias más graves y asimismo evaluar la gestión García entre el 2006 y el 2011.
Respecto a la pobreza, es necesario que se aplique una metodología uniforme desde el 1997 al presente, para tener una medición objetiva de esta variable y poder de esta manera identificar qué políticas públicas son las más efectivas en la reducción de este flagelo. El problema central es que la medición de la pobreza ha tenido como marco muestral el Censo de Población de 1993, el PreCenso de Población de 1999, el Censo de Población del 2005 y el Censo de Población del 2007.
Un problema adicional está relacionado con las variables económicas –ya durante la gestión Fujimori la medición del PBI tomó como año inicial 1990–, como si no existieran mediciones desde los años 50s. Es necesario que se empalme de manera científica el PBI base 1979 con el PBI base 1994, y que se establezca una metodología uniforme para efectuar evaluaciones de las políticas públicas.
Finalmente, el INEI debe abstenerse de publicar un nuevo PBI basado en el Censo Económico 2008, ya que este omitió todo el sector agropecuario y todo el sector informal. Si el INEI publica antes del 28 de julio un nuevo año base, este deberá ser anulado de inmediato hasta que culmine el Censo Agropecuario y el del Sector Informal.
Ojalá que este 28 de julio ponga fin al mundo de fantasías estadísticas promovidas desde la presidencia de la República, y de paso a una medición real de nuestras variables sociales y económicas.