‘EXUBERANCIA IRRACIONAL’ EN EEUU, 1880-2006
Jurgen Schuldt Noviembre 28, 2007
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En una conferencia que versaba sobre la historia del sistema monetario norteamericano, el entonces presidente de la Reserva Federal introdujo el hoy celebérrimo término de ‘exuberancia irracional’. Curiosamente aparece en una frase marginal a su discurso en la que ¡alude al caso del Japón!. Sin embargo, a esas palabras de Alan Greenspan las Bolsas de casi todo el mundo respondieron a la baja al día siguiente (diciembre 6, 1996): -4% en Londres y Frankfurt, -3,2% en Tokio, -2,9% en Hong-Kong; -2,3% en Nueva York; etc. Lo que quiere decir que los ‘inversionistas’ interpretaron sus palabras, sea como el anuncio de que la política monetaria se ajustaría, sea que las bolsas de valores caerían o dejarían de ser tan rentables como lo habían sido hasta entonces. Sin embargo, después del susto inicial, el índice Standard & Poor (S&P), en términos reales, que se encontraba en 743 puntos, siguió subiendo exponencialmente durante los tres años siguientes, hasta duplicarse y llegar a su máximo de 1486 en agosto del 2000. Ese fue el momento que marcó el fin de la ‘burbuja del internet’ y nótese que el pavor que Greenspan le infundiera a ‘los mercados’ en aquella oportunidad, recién se materializó 45 meses después de su célebre slogan. De ahí en adelante, el índice S&P se desplomó paulatinamente en 43% hasta enero 2002, para volver a coger viada hasta que explotó la burbuja hipotecaria que estamos soportando ahora, cinco años después.
Si bien los economistas tenemos una fama similar a la de los astrólogos y síquicos cuando se trata de verificar nuestras capacidades predictivas, poseemos algunas herramientas que nos permiten acercarnos –en algunos casos- a las tendencias futuras de algunas variables. En el caso concreto de la Bolsa, probablemente el mejor indicador –no el único ciertamente, porque el olfato, el oído y la experiencia también juegan un papel- para determinar si existe ‘exuberancia irracional’, es la relación P/E (price/earnings), que los expertos generalmente utilizan para determinar si una acción está o no ‘barata’. Nosotros utilizaremos un índice parecido, elaborado por Robert J. Shiller, autor precisamente del célebre libro ‘Irrational Exuberance’ publicado en 2000, quien modifica la relación P/E y que llamaremos P/G (por Precio/Ganancia). Se calcula dividiendo el índice de precios de las acciones del S&P entre el índice de los rendimientos de las acciones (promedio móvil de una década), ambos deflactados (para corregir la inflación). Los ‘rendimientos’ incluyen la ganancia de capital y los dividendos. Adjuntamos la gráfica de ese Índice P/G el que usted puede observar, mes a mes, entre 1881 y 2006. Lo que ese indicador expresa es qué tan caro es el mercado (P) en relación a una medida objetiva de la capacidad que tienen las empresas para obtener ganancias (G).
En el extendido periodo que abarca la serie, se observan fluctuaciones muy erráticas, en que el promedio del índice P/G para todo ese lapso es de 18,4. Para no exagerar asumiremos que la ‘exuberancia irracional’ se da cuando ese índice sobrepasa los 20 puntos y que se marca por los puntos que están encima del área sombreada del gráfico adjunto. Obsérvese claramente los picos más pronunciados, referidos a 1901, 1929, 1966 y 2000, así como también el de 2006, momento a partir del cual se pincha la burbuja hipotecaria. La lección que de ahí se desprende es que es relativamente común que se den estos procesos de optimismo excesivo en las bolsas y que, tarde o temprano, revientan para luego recuperarse. Prácticamente cada treinta años se alcanza una de esas cúspides, cuyo ascenso está sustentado inicialmente en procesos realistas de ganancia (por progresos técnicos acelerados o posibilidades efectivas de ganancia, como por ejemplo en el sector inmobiliario), pero que seguramente pierden realismo y que a partir de un momento sucumben a la euforia por procesos sicológicos (como los efectos ‘concurso de belleza’ de Keynes, los de tipo ‘manada’ y similares) que vienen acompañados por la facilidad con la que otorgan créditos las instituciones financieras.
En pocas palabras, los procesos de ‘exuberancia irracional’ pueden detectarse en base al indicador de Shiller (proceso que se inicia cuando P/G rebasa los 20 puntos). Sin embargo, es imposible pronosticar el instante preciso en que explosionan las burbujas, momento a partir del cual se desatan las consiguientes crisis bursátiles, dado que el punto de quiebre puede darse en cualquier instante, el que puede desencadenarse por una infinidad de procesos nimios, no necesariamente tan drásticos como un alza súbita del precio del petróleo, pérdidas masivas o quiebra de empresas ‘blue chips’, guerras internacionales, atentados terroristas, etc.. Lo que es una lástima, ya que -de ser factible un pronóstico aproximado- podrían evitarse tantas angustias, especialmente entre los millones de familias que ahorran para su jubilación sin conocer bien los mecanismos de funcionamiento y la dinámica de las Bolsas (que se parecen cada vez más a nuestros fuleros casinos), agitados por las ganancias extraordinarias temporales que puedan obtener sus vecinos, o porque las anuncian ingenuamente excitados los diarios o por los intereses no siempre celestiales de los agentes bursátiles.
La recurrencia de las crisis bursátiles y la exuberancia irracional, que no solo se vienen repitiendo más frecuente y más profundamente (también en los países del Norte), nos obligan a repasar nuestras lecturas de los ‘clásicos’ olvidados en la materia, para facilitar la comprensión de la peculiar dinámica financiera del capitalismo contemporáneo. Esperamos, para una próxima entrega, volver a conceptos desdeñados cada vez más relevantes, tales como el “Capital Ficticio” (Marx, El Capital, vol. III; sección quinta) y los de las variedades de financiamiento “especulativo” y del tipo “Ponzi” (Hyman Minsky, Can ‘It’ Happen Again?), así como a las contribuciones de Joseph Schumpeter (cap. 3 de su Teoría del Desenvolvimiento Económico) sobre la materia.
944 palabras.
NO INCLUIR: Téngase presente que el Dow Jones, que se encontraba en 8.500 a fines del 2002 ha ido subiendo explosivamente (en 66%) hasta inicios del mes pasado, en que llegó a un pico de 14.100. De ahí ha caído, hasta el momento, en 7,8% (a 13.000)... y pocos dudan que son de esperarse más descensos y más volatilidad, por más que el FED continúe reduciendo la tasa de referencia (actualmente en 4,5%), la más próxima de las cuales se daría el 11 de diciembre.
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