Salarios, Derechos Laborales y Desarrollo Económico

viernes, 7 de septiembre de 2007

Escribe Pedro Francke

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Los empresarios cavernarios y sus ideólogos derechistas sostienen que hay que reducir los costos que representan los trabajadores. Quisieran eliminar la CTS y recortar las vacaciones y gratificaciones. Como la política no lo permite, lo intentan de a pocos: creando regímenes especiales con menos beneficios. También quieren mantener a los trabajadores sin derechos básicos para que no pueden sindicalizarse y reclamar mejores salarios: lo han logrado hasta ahora con Alan García olvidándose de sus promesas de campaña. La derecha plantea que sólo así se atraerá inversión, y que mientras bajos los costos para las empresas, más gente emplearán.

Que su argumento es falso, lo atestigua en primer lugar el hecho que los países desarrollados pagan mayores salarios y allá no falta donde trabajar. Lo atestigua también el hecho que en Europa, donde hay fuertes sindicatos, seguro de desempleo y fuertes beneficios, el crecimiento económico no se ha detenido. Países con más contribuciones y más seguridad social, como Suecia, se mantienen en la punta económica y tecnológica.

Lo demuestran también varios estudios nacionales que encuentran que las empresas no contratan más trabajadores si los salarios bajan. Pero aun si así fuera, si fuera verdad que a menor salario más empleo ¿entonces los salarios deben bajar una y otra y otra vez para generar empleo para todos? ¿hasta cuánto: 100 soles, 50 soles mensuales?¿quitar todas las vacaciones, CTS y gratificaciones?

Es evidente que esa no es la solución.

En este artículo sustentaremos como es que aumentar salarios y reestablecer derechos laborales puede ser bueno para la economía y el desarrollo nacional.

I

Salarios y Mercado Interno

Los sueldos y salarios no son sólo un costo. También sustentan la demanda de la industria nacional, las pymes (pequeñas y microempresas) y el agro. Cómo hay millones de trabajadores, es su gasto de todas las semanas en alimentos, ropa, transporte o diversión lo que permite que
miles de empresas hagan negocio y que millones de informales y campesinos se ganen la vida. Son los trabajadores los que compran alimentos en el mercadito cercano, ropa en Gamarra y ladrillos y cemento para mejorar su casa. Gracias a ellos, el bodeguero y el agricultor tienen su ingreso y la ladrillera vende y puede contratar más trabajadores. Gracias a ellos, el agricultor puede pensar en producir la próxima temporada sembrando algunas tierras más o usando
mejores semillas, y la ladrillera puede invertir en otro horno de producción. Son los sueldos y salarios los que sustentan el mercado interno del que viven y en el que se desarrollan las pequeñas y medianas empresas. Además, para poder exportar las empresas tienen primero que "entrenarse" en el mercado interno, donde su conocimiento del mercado es mayor.

Pero en los últimos años los salarios no han aumentado, por lo que las posibilidades de vender para las pymes se ha mantenido reducido y les es más difícil progresar. Son esas pymes las que generan la mayor parte del empleo en el Perú. Por eso, una política pública para mejorar los salarios, mediante salarios mínimos y negociación colectiva, es importante para todos.

II

Salarios y Distribución del Ingreso

El neoliberalismo aduce que defender mayores salarios y derechos laborales, es reducir el empleo y por lo tanto empeorar las condiciones de los más pobres. No es así: las empresas contratan trabajadores según sus necesidades de producción; si pueden vender más y producir más, contratan más gente. Mientras tanto, salarios más altos generan más mercado para los productos de los campesinos e informales, muchos de ellos pobres, permitiéndoles tener mayores ingresos. Además, todos sabemos que en el Perú cuando una familia pobre tiene la suerte que uno de sus miembros consiga un trabajo bien pagado, esa persona muy probablemente ayudará a los demás, a sus padres, a sus hermanos, a sus sobrinos.

Con su discurso contra los salarios y los derechos laborales, lo que en verdad quiere defender la derecha son las ganancias empresariales, que se achican con mayores salarios. Pero para ellos, las utilidades son intocables y los capitales son la única fuerza de desarrollo, como si el trabajo no importara y fuera solo una mercancía más que se compra y se vende.


III

Salarios y Progreso Técnico

Los sueldos y salarios son además un aliciente para el trabajo. Los peruanos trabajamos arduamente y muchas horas. Los empresarios usan una herramienta fundamental para asegurar nuestro esfuerzo: el miedo.
Miedo a ser despedido y perder el trabajo, que luego es tan difícil de conseguir. Miedo al desempleo. el miedo funciona para las tareas básicas, pero no funciona cuando se trata de buscar nuevas ideas para aumentar la productividad, de aportar al trabajo en equipo para solucionar problemas difíciles, de estar a la vanguardia en tecnología e innovación. Para eso hay que ganarse el corazón de los trabajadores, y para ello es necesario reconocer sus derechos y compartir las ganancias de productividad. Esto implica una nueva relación entre empresas y trabajadores, donde a través de los sindicatos se pueda negociar compromisos de ambas partes, para mejorar la productividad y los salarios y condiciones de trabajo.


Es necesario también asegurar una relación de largo plazo entre empresa y trabajadores, para que estos se capaciten más. La capacitación es importante para aumentar la productividad y poder asimilar nueva tecnología. En el Perú el esfuerzo por adquirir habilidades específicas se ve frenado porque nadie sabe en qué trabajará mañana. Si lo que uno puede estudiar sólo se aplica en la empresa donde uno está y a cada rato despiden trabajadores, ¿para qué esforzarse por estudiar si posiblemente no pueda aplicar lo que estudia? Ya en nuestro país hay mucha dedicación, de estudiantes de educación superior técnica y universitaria, desperdiciada en buena
parte porque los jóvenes egresan y no consiguen un trabajo acorde a sus capacidades. Frustarse estudiando algo que no tendrá aplicación, para terminar de taxista, es algo que nadie quiere hacer.

En otros países, una relación de compromiso de largo plazo entre los trabajadores y la empresa promueve esa capacitación, muchas veces facilitada y pagada por las propias empresas. Es así en Japón, en Alemania, en la NASA. Es como funcionan en el Perú algunas de las mejores instituciones públicas, como el Banco Central de Reserva o la Cancillería. Buenas condiciones de trabajo hacen que profesionales se especialicen en temas que difícilmente podrían aplicar en otra
institución.

Pero las leyes laborales y la forma de operación de muchas empresas mediante services y contratos de corto plazo, frenan el interés que muchos peruanos tienen por capacitarse. La alta rotación de trabajadores hace que las empresas y los trabajadores gasten poco en capacitación. Un sistema con mayor estabilidad favorecería la capacitación, la que también requiere un adecuado sistema de apoyo por parte del estado.


III

Salarios y Felicidad

La inestabilidad en el trabajo y la inseguridad económica afectan profundamente el ánimo de la gente: nos somete a mucho stress, mucho miedo, mucho sufrimiento. Estar desempleado no solamente es no tener ingresos, es tener miedo de no poder sostenerse en el futuro, es sentirse inútil, sentirse menos. El miedo a perder el trabajo genera mucha tensión, y por eso también mucha sumisión y aceptación de condiciones que se consideran indignas pero que se asumen con sufrimiento por falta de alternativas.

Gracias al poder que tienen los empresarios en el Perú se permiten muchos abusos: desde horas extras no pagadas, hasta mujeres que postergan su deseo de tener hijos por el temor a ser despedidas y hasta el acoso sexual abierto. Porque si él o la trabajadora no lo acepta, pierde su empleo y le será difícil obtener esos ingresos indispensables para sobrevivir.



Quince años de neoliberalismo y ausencia de derechos laborales han llevado al estancamiento de los salarios, la persistencia de la pobreza, la alta desigualdad de los ingresos. Esta situación se ha
convertido además en un freno a la capacitación y la modernización tecnológica. Un nueva política laboral es posible y necesaria.

La elevación de los salarios pasa por la restitución de los sindicatos y la negociación de pliegos de reclamos, promoviendo una relación de respeto mutuo y colaboración entre trabajadores y empresarios. De esta manera, los trabajadores podrán tener mejores salarios y condiciones
de trabajo, y un nuevo clima laboral promoverá la productividad y la modernización tecnológica. A nivel de cada empresa y de cada rama, los salarios y las condiciones de trabajo - horario y días de trabajo, apoyo a capacitación, respaldo en salud y seguridad social, prevención y cuidado de accidentes enfermedades del trabajo - podrán irse mejorando paulatinamente. Una mejor repartición de la riqueza y una mayor preocupación por la calidad de vida de los trabajadores,
pueden y deben ir de la mano con el progreso económico.


Los trabajadores requieren, para ello, tanto derechos llamados colectivos, como el derecho a la sindicalización y la negociación, como derechos individuales: a no ser despedidos arbitrariamente, a no ser discriminados, a no sufrir acoso sexual, al pago oportuno de sus remuneraciones, al descanso pre y post-natal (que debiera también alcanzar al varón), al derecho a la seguridad social. La defensa frente al despido arbitrario, es decir al despido sin un motivo válido y solo por capricho, es fundamental no solamente para darle seguridad y tranquilidad al trabajador. También porque sin ello, las empresas despiden a quienes quieren organizarse, eliminando los sindicatos. Así el fujimorismo y la Confiep casi eliminaron los sindicatos en los 90s.

Así reaccionaron las empresas Casapalca y Topy top este año cuando sus trabajadores quisieron hacer un sindicato: despidiendo. Si bien las empresas requieren flexibilidad para ajustar la cantidad de trabajadores que tienen cuando reducen sus ventas, y deben poder despedir a quienes no trabajan bien, eso no puede ser defensa de la arbitrariedad y el capricho, ni sustento del miedo y la negación de los sindicatos.

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