EE.UU.:Cuando el Viagra es Inútil

domingo, 9 de septiembre de 2007

Jurgen Schuldt / G-12

Universidad del Pacífico

__________________________________________________________________


Desde el año pasado la economía norteamericana sufre una notoria disfunción eréctil, en el sentido que su aparato productivo y de reproducción del capital no logra –usando la definición de la Real Academia- “levantarse, enderezarse o ponerse rígido”. En efecto, aunque aún en forma leve, ha venido cayéndose, encorvándose y ablandándose, opinión que comparten crecientemente los expertos internacionales en la materia, justamente aquellos que hasta hace poco ridiculizaban a quienes venían pronosticando una recesión. Más aún, de acuerdo a esos especialistas, el problema sería de origen estrictamente financiero y no estaría enraizado en causas macroeconómicas y tecnológicas más profundas, las que a nuestro entender están asociadas con la reducción de la rentabilidad de los sectores reales, vinculada al agotamiento de la revolución tecnológica que sustentó el auge precedente.

A partir de ese diagnóstico, la Reserva Federal (FED) considera que podrá afrontar el problema como lo hiciera frente a la última recesión, que se prolongó de marzo a noviembre de 2001, derivada del estallido de la ‘burbuja del Internet’ y demás innovaciones que se habían desarrollado desde los años ochenta y que permitieron un crecimiento económico fulminante. Ese evento marcó el fin de la revolución tecnológica que se había sustentado en las ganancias que ofrecían las inversiones en la microelectrónica, las telecomunicaciones, la biotecnología y los nuevos materiales.

En esa oportunidad aplicaron políticas monetarias y fiscales expansivas muy agresivas, a tal grado que, en el año 2001 la Reserva Federal redujo once veces la tasa de interés referencial (interbancaria), recortándola de 6,5% a 1,75%, llevándola posteriormente incluso al 1%. Gracias a ese milagroso Viagra macrofinanciero, la flacidez de la economía desapareció, creciendo a tasas muy elevadas hasta el año pasado. Dicho crecimiento estuvo sustentado fundamentalmente en el consumo y la inversión que se ubicaron en la construcción y su entorno, dado que las utilidades en los sectores de servicios y manufacturas se habían ido desinflando. Tuvieron suerte que hubiese ese espacio para hacer ganancias y así, como consecuencia de los exageradamente optimistas ‘espíritus animales’ de los empresarios, se dio un proceso impresionante de sobreinversión. Este ha dado lugar a la ‘burbuja hipotecaria’ que ha estallado hace poco y viene castigando duramente a las capas medias y, sobre todo, a los más pobres, a quienes se les había extendido créditos sin mayor base denominados ‘subprime’ o, más precisamente, ‘NINJA’ (‘No Income, No Job or Assets’), es decir aquellos que se otorgaban irresponsablemente a quienes no tenían ingresos, ni trabajo, ni activos.

En su desesperación por la debacle financiera actual, el 17 de agosto pasado el Banco Central (FED) redujo la tasa de descuento (a la que presta al sistema financiero) en medio punto (de 6,25 a 5,75%), otorgándose además un plazo de repago mayor (hasta de 30 días) que el usual. Lo que disparó los préstamos diarios de la FED de un promedio de US$ 300 millones durante los últimos años, a US$ 1.600’ en los últimos días, que no es otra cosa que una llanta-salvavidas que se lanzó al sector financiero para que no se ahogue y, con él, toda la economía y gran parte del mundo. Todavía hace tres semanas el presidente del FED estimaba que el mayor peligro era la inflación, por lo que ya no se expandiría tanto el crédito. Pero desde el fin de la semana pasada –luego de la reunión de expertos en Wyoming- volteó abrupta y casi exclusivamente su atención a la recesión potencial. Lo que significa que habrá reducciones adicionales de la tasa de descuento y, por supuesto también, de la tasa de los fondos federales, la que se decidirá el 18 de setiembre en que se reúne el Comité de Operaciones de Mercado Abierto (FOMC). Esta última seguramente se rebajará cuidadosamente en un cuarto de punto y en seguidillas mes a mes, aunque hay quienes han propuesto reducirla radicalmente en un punto porcentual, como el connotado Martín Feldstein.

El problema es que esta vez la receta del macro-viagra no habrá de funcionar como se espera, ya que las inversiones aparentemente no tienen adonde ir, dada la antes mencionada reducción de las rentabilidades de los sectores reales. Agotado el macroestimulante, “el maletín de trucos macroeconómicos se ha quedado vacío”, como bien lo ha dicho Bradford de Long. De manera que parece que le ha llegado la hora a EEUU. El carnaval que han festejado sus ciudadanos durante el último quinquenio ha terminado y no hay pócima que les permita seguir creciendo. Como en la más común de las deficiencias eréctiles, la falta de testosterona de los empresarios y la calcificación de las arterias de la estructura económica es lo que está a la base de la crisis norteamericana. El auge previo y sin precedentes –desde 1991 a 2001 sin una sola recesión- agotó la revolución tecnológica a que aludiéramos. Debido a la sobreinversión en estos sectores y los ligados a ellos, atada a una reducción del ahorro doméstico (familiar y gubernamental), todo el proceso de crecimiento fue financiado con ahorro externo masivo, que ha crecido exponencialmente desde 2002 y que el año pasado llegó a la asombrosa cifra de 811.500 miles de millones (6,2% del PIB).

Lo antedicho significa que, en ausencia de factores reales que puedan impulsar los espíritus animales, tendrán que arreglar sus irresponsables déficits fiscal y externo, mientras madure una nueva revolución tecnológica que les permita volver a alzar vuelo. Ajuste que por supuesto no parecen querer afrontar. De una parte, porque ya comenzó el ‘ciclo político de la economía’ con la mira puesta en las elecciones presidenciales y congresales del próximo año, ya que el actual Bush bien recuerda que su padre perdió las elecciones de 1992 por la recesión de julio 1990 a marzo 1991, dejándole el mando a Clinton, quien por ello exclamara contento el famoso: “It’s the economy, stupid”. De otra parte, indirectamente, por las agresivas actitudes que vienen mostrando los grupos de presión norteamericanos (congresistas, lobbies, gremios empresariales y sindicatos) que promueven el proteccionismo, ya no solo a través de cuotas o barreras para-arancelarias, sino también a través de la construcción de muros kilométricos para que nadie entre por la frontera sur; o inventando enemigos inexistentes para promover lucrativas guerritas por aquí y allá; o intentando poner de rodillas a China para que revalúe el yuan, como lo lograran con Japón en 1985 con el Acuerdo del Plaza. Todos los que son indicadores de que están recurriendo al consejo de curanderos para resolver sus problemas de senectud, cuando bien deberíamos saber que, por más que ingieran yohimbina o la “mosca española”, ese julepe de escarabajos secos que tanta fama afrodisíaca tiene, finalmente tendrán que afrontar las consecuencias de sus irresponsabilidades, que han sido llevadas más allá de lo aconsejable y que si lo siguen haciendo –aún sin viagras de por medio- el infarto (es decir, el ‘hard landing’) será explosivo. Y ya sabemos las consecuencias que eso significa para nuestros países, por más acolchonados que estemos en nuestras boyantes reservas internacionales netas y nuestros ‘sanos fundamentos macroeconómicos’.

1.150 palabras con espacios.

Actualidad Económica del Perú

Aportando al debate con alternativas económicas desde 1978

Archives