¿DE DONDE PECATA MÍA?
Escribe Armando Mendoza
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Como las garúas y los resfriados, el debate del Presupuesto Público para el año próximo casi se ha convertido en otra tradición de septiembre, pues por estas fechas el Gobierno presenta al Congreso su propuesta e, inmediatamente, florecen por doquier políticos y “expertos” clamando contra la voracidad del Estado, exigiendo rebajar impuestos y recortar gastos, formula perfecta para hacer felices a todos. Muy bonita esa formula, pero ello significa que funcione.
Ciertamente, el Estado es culpable de desperdicios y derroches, lo que impone racionalizar el gasto público. Pero ojo: “racionalizar” no significa “recortar”. Asimismo, es fácil y provechoso políticamente hablar de bajar impuestos a secas, pues a todos –o a casi todos- nos fastidia pagarlos, ¿verdad?. El problema es que los impuestos, guste o no, son un mal necesario, pues financian los bienes y servicios que permiten que funcionemos como país. ¿Acaso los médicos, maestros, policías, etc. trabajan gratis? ¿Acaso los hospitales, escuelas, carreteras, etc. se construyen solos? ¿Acaso los programas sociales tienen cero costo? ¿Acaso la reconstrucción de Pisco y la atención a los damnificados del terremoto sale por canje? ¿De donde, pecata mía, va a salir el financiamiento, si no es de la sacristía de la tributación?
Es una peligrosa fantasía la que se viene propalando: que al Estado le sobra el dinero, así que podemos reducir impuestos despreocupadamente. De hecho, lo que ya resulta risible es ver al ex Ministro de Economía –ese mismo, Kuczynski- declarando con el mayor cuajo que, si pues, hay que reducir impuestos. Claro, te creemos Pedro Pablo, seguro que tienes razón. Pero… sí es tan sencillo bajar impuestos, ¿por qué no lo hiciste cuando eras Ministro?.
Sí queremos reducir impuestos, entonces debemos tomar conciencia de los pros y contras. Por ejemplo, veamos el caso del IGV. Es cierto que nuestro IGV del 19% es de los más altos de Latinoamérica, y que al gravar el consumo tiene un impacto negativo e indiscriminado sobre el nivel de vida de la población. De acuerdo, planteémonos entonces la reducción del IGV. Pero cada punto de reducción son cientos de millones de soles menos para el fisco. ¿Con qué los sustituiremos? ¿cómo hacemos para que cuadre la caja fiscal?. ¡Por supuesto! recortemos gastos…. ¿y qué gastos hay que recortar? ¿cuánto y a quién le quitamos? ¿recortamos recursos a la Policía Nacional, al Ministerio de Salud o al Vaso de Leche?. Ya se ve, no es tan sencillo como parece.
Lo que necesitamos es reordenar y agilizar el gasto público, priorizando rubros claves como lucha contra la pobreza, desarrollo rural, mejora educativa, etc. y, ADEMÁS, incrementar los ingresos, porque incluso en estos momentos de supuesto auge fiscal, no alcanza para construir un Estado moderno y eficiente que proporcione los servicios fundamentales. Nuestra presión tributaria actual apenas es 15% del PBI, muy por debajo del mínimo necesario (18 – 20%) para que un Estado funcione. Necesitamos una reforma tributaria en serio, que reduzca la informalidad, que ponga un alto a los privilegios tributarios, que elimine exoneraciones absurdas. Que haga que pague más el que más gana. Lo que no necesitamos es esa ramplonería de “bajemos el IGV a 15% y ya después vemos”.
La Reforma del Estado y la Reforma Tributaria son asuntos críticos que no pueden tratarse a la ligera, sino mediante propuestas viables, sostenibles y que maximicen el beneficio del país. Esa es la diferencia entre responsabilidad y demagogia, esa demagogia que tanto “experto” muestra ahora. Para hacer tortillas, hay que romper huevos, y, para construir Perú, hay que pagar impuestos.
Comments
One Comment
RSSTotalmente de acuerdo con lo dicho, es necesario una reforma tributaria pero parece que ningun gobierno es capaz de hacerla.
Por cierto, me llama la atencion los comentarios del ex presidente Toledo, sobretodo por que es economista, hechando la culpa del alza de la gasolina o del pan al gobierno sobre todo si estos precios se rigen por los precios internacionales. Parece que se sigue haciendo politiqueria barata para ganar futuros votos.
Saludos
Milenko Olivos
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