Escribe Farid Matuk
(Primera Parte)
Cuando analizamos la historia económica del Perú en el siglo XX, podemos descubrir, con relativa facilidad, cuan dependiente es ésta de las condiciones que prevalecen en los mercados internacionales. No es posible entender la dinámica de la producción y el empleo ni programar una política económica sostenible si ignoramos el crucial papel de los desarrollos de la economía mundial.
Aunque el impacto de las variables internacionales es de gran complejidad, podemos analizar sus efectos si agrupamos en tres áreas a las distintas fuerzas involucradas. En primer lugar, tenemos a los mercados financieros internacionales cuyas condiciones determinan el costo del endeudamiento externo y la facilidad con que el Estado y el sector privado pueden conseguir fondos del exterior para financiar sus planes de inversión o sus desequilibrios financieros. En segundo lugar, las fuerzas que rigen la competitividad entre las naciones y las políticas comerciales que ejecutan los gobiernos de las principales economías del mundo. En tercer lugar, las condiciones que prevalecen en los mercados internacionales de materias primas, pues éstas determinan los precios de nuestros productos de exportación tradicional y una parte sustancial de los flujos de inversión directa extranjera que recibimos.
Si bien en los últimos seis años, todas estas fuerzas se han movido de modo favorable para el Perú y este hecho es sin duda la principal explicación de nuestra actual prosperidad, no todos ellas parecen influenciar el diseño de las políticas públicas. Ha habido una concentración exagerada en las variables financieras y/o comerciales , mientras se ha decidido ignorar , a pesar de haber sido fundamental, el efecto de las condiciones que parecen gobernar ,en el mundo actual , el funcionamiento de los mercados de materias primas. Puede, sin embargo, esta omisión constituir un gran error, porque la prosperidad que ahora disfrutamos puede estar íntimamente ligada a estas determinaciones.
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¿Cuál puede ser la trayectoria de esta variable en el futuro? . Ciertamente, nadie puede saberlo con precisión y este hecho ha provocado la división de los especialistas en estas abstrusas cuestiones en dos bandos contrapuestos: timoratos y timberos. Domina al espíritu de los primeros una intensa timidez , u profunda indecisión, y este sentimiento básico, el que lleva adoptar una visión sombría y pesimista del futuro. Opinan, en consecuencia, que el pasado volverá a repetirse, y, en consecuencia, piensan que muy pronto se iniciará una nueva fase de deterioro . En contraste, el grupo de los timberos favorece una visión optimista e ingenua de futuro. Para ellos, no se producirá, en el corto plazo , derrumbe alguno en las cotizaciones internacionales de nuestros productos de exportación.
En la segunda parte de este artículo, estudiaremos los argumentos que cada tiene que ofrecer para defender sus respectivas posiciones y las principales consecuencias de política económica que se derivan de cada posición.
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